domingo, 26 de diciembre de 2021

VUELVE A LA ZARZUELA, VUELVE, POR NAVIDAD

 VUELVE A LA ZARZUELA, VUELVE, POR NAVIDAD

Buenos pues nada, parece que don Emérito quiere volver a la Zarzuela por Navidad, como los turrones pero en corrupto. Y que le devuelvan la paguita de 161.034 euros al año, que necesita suelto para el carajillo de después de comer. Porque se la suda todo, como siempre, pero ahora que ya la prensa no le tapa sus desbarres, los súbditos nos enteramos de lo que pasa en los aledaños del trono.

A todo esto viene la rubia Corinna y le denuncia por acoso, con orden de alejamiento incluida. Mientras él se esconde detrás del trono, ella aduce que un fugado por los escándalos sobre su fortuna carece de inmunidad. Ay don Emé, que no vas a poder volver, volver, volver a nuestros brazos otra vez, con lo que te echamos de menos. Es todo muy chanante: esa rubia Corinna está haciendo por la tercera república más que todos los republicanos juntos. A mí me encantaría que volviera, me lo imagino bajando del avión en el aeropuerto Adolfo-Suárez-Madrid-Barajas-Vilanova-i-la-Geltrú, cantando “pero sigo siendo el rey” con Bárbara Rey haciéndole los coros. No me digáis que no molaría. Total, a los monárquicos les va bien todo.

Mirad si les va bien que hay una panda de cortesanos (Bono, Margallo, Casado, Abascal…) que sostienen que estamos en deuda con don Emé. En deuda, dicen, no os preocupéis que ya se lo ha cobrado, a ver si no por qué es una de las mayores fortunas del planeta según la revista Forbes.

La cuestión es que, a las puertas de la Navidad, a la Casa Real le ha caído una crisis diplomática a tope de power. Seguro que don Preparao nos lo cuenta con todo lujo de detalles en el discurso de Nochebuena.  Ya veréis.


EL SUELO ES LAVA

 


EL SUELO ES LAVA

Quiero hablar hoy del volcán ahora que el volcán pierde virulencia. Quiero hablar de la belleza aterradora del volcán, de la destrucción que deja a su paso, de los pueblos cubiertos de ceniza, de la naturaleza recorrida por el lomo de una serpiente negra, roja y dorada. Pero quiero hablar sobre todo del espectáculo.

Siempre ha ocurrido,  con cada inundación,  con cada terremoto, con cada incendio. Las televisiones se disputan el hueso de la tragedia como perros voraces. Ofrecen dolor en streaming y en prime time. Una parte es noticia y otra es espectáculo, pero avanzamos como un río de lava, lento pero implacable, en una dirección que amenaza con convertirlo todo en espectáculo. 

Con la multiplicación de plataformas informativas esa disputa crece y hemos podido ver en La Palma a gente con micrófonos y cámaras y que se hacen llamar periodistas preguntando in situ por personas que  lo estén pasando "realmente mal" para ofrecer a su público una ración de morbo a la hora del café. El dolor de los desplazados es un espectáculo que da audiencia. El neoliberalismo informativo genera estos esperpentos que nos degradan a todos: al que graba, al grabado  y al que contempla. En el mismo discurso se habla, cómo no, de solidaridad y de compasión,  degradando de paso también estos sentimientos. Sólo hay un ganador: el dueño de la cadena que ve aumentados sus dividendos gracias a la desgracia.

Esto ocurre en un contexto en el que la intimidad es cada vez más subestimada. Entre redes sociales y selfies ya nadie parece considerar que hay una parte del ser humano que permanece en el interior de cada uno y que se comparte sólo con los más cercanos por un motivo: la intimidad es una característica humana, intrínsecamente humana, me gustaría decir que es una característica innegociable, pero ya no lo es. Y cuando todo sea extimidad, qué nos quedará. 

Los coches de turistas de volcanes han llegado a bloquear las calles de pueblos en desalojo. Gente haciéndose selfies con el volcán de fondo,  actitudes tan estúpidas como peligrosas que ponen en riesgo la propia seguridad. Hasta tal extremo llega la estupidez humana que las autoridades han tenido que advertir del peligro de acercarse a un volcán. Sin embargo sí vemos personas que declinan hablar con periodistas y que deciden llorar en la intimidad. Aún hay gente que no quiere ser filmada mientras sufre.  

La jerarquización de las noticias no es decidida por los receptores sino por los emisores de la noticia.  Por poner solo un ejemplo, Afganistán, que concentró toda nuestra atención hace tan poco tiempo, ha salido por completo del foco y no hemos sido ni tú ni yo quienes hemos decidido que ese tema ya carece de importancia frente a las horas incontables de imágenes de un volcán que avanza a razón de 120 metros por hora. 

Todo fenómeno extremo hace que saquemos lo peor y lo mejor de nosotros como grupo, solo que lo peor suele ser más espectacular, por lo tanto más televisivo. El sistema está montado para que los no afectados nos sentemos en la butaca y pidamos palomitas mientras que los encargados de servirnos el espectáculo buscan morbo a todo trapo. Ese es el problema. 

El modo como relatamos la vida influye en la  vida. La física cuántica nos enseña que la observación influye sobre lo observado. La mercantilización visual define nuestra época y eso modifica la ética de la percepción. La realidad es deglutida,  digerida y excretada por el showbusiness que nos entrega una imagen distorsionada de nuestro mundo, que se retuerce para adaptarse a esa distorsión. Así es como la observación modifica el objeto observado. 

Nuestros sentimientos son genuinos y legítimos, tanto la tristeza por los que lo han perdido todo como la fascinación por el volcán,  pero debemos saber que nuestra atención está siendo manipulada sin que seamos del todo conscientes porque en esta era de la revolución tecno-comunicativa la mercancía es nuestra atención.





miércoles, 8 de diciembre de 2021

¿DÓNDE ESTÁN LAS FEMINISTAS?

 ¿DÓNDE ESTÁN LAS FEMINISTAS?

Últimamente se oye con relativa frecuencia esta frase en un contexto que causa entre risa y enojo. Ejemplos recientes: Antonio David se separa, se le atribuye un romance. La supuesta novia, periodista del negocio rosa, sale a defenderse. Dice que la han señalado con la letra escarlata demostrando ignorancia de una lista de cosas que da pereza enumerar, por lo que solo mencionaremos un par: ella soltera, española y nacida en los 90 no sería acreedora a dicha letra destinada a las casadas adúlteras inglesas del XVII. Pero muy en su papel  y muy indignada (mucho, mucho) dice que dónde están las feministas. El asombro y la vergüenza ajena compiten. Dónde están las feministas que no salen a defenderla a ella, que es mujer. Dónde están las feministas. Como si las feministas fuéramos el Séptimo de Caballería. O Supermán. O los bomberos.

Otra. Isabel Peralta, la falangista ya investigada por antisemitismo, ha sido denunciada por la fiscalía por un delito de odio contra los inmigrantes marroquíes. En redes un correligionario clama: ¿Dónde están las feministas? ¿Acaso Isabel no es una mujer? ¿O solo defienden lo que les conviene?

No sé si piensan que las feministas somos la Benemérita. No sé qué piensan.  No sé si piensan. 

El mensaje de fondo es: las feministas solo defienden sus cosas de feminazis.  Cómo es posible que no estén aquí para defender a esta que dicen que se ha echado novio y a la otra dedicada a odiar a judíos e inmigrantes. Pues porque el feminismo no es su despacho de abogados, señora. El feminismo lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Y punto. No es el fucking Equipo A.


domingo, 5 de diciembre de 2021

VIOLENCIAS

 25 DE NOVIEMBRE, DÍA INTERNACIONAL  CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

VIOLENCIA SIMBÓLICA

Este 25 de noviembre, la Asamblea Feminista se manifestará en Murcia bajo el lema  “La violencia machista existe y nos mata”. El lema no es casual. Tenemos que volver a repetir una y otra vez que la violencia machista es un hecho incontrovertible ya que  desde posiciones de ultra derecha se niega que existan el machismo y los machistas (aunque paradójicamente sí que creen que existen las feminazis, reivindicando solo por molestar, por lo visto). Este tipo de violencia es el que lleva a la consejera de educación de Murcia, Mabel Lozano, a “trabajar para eliminar el lenguaje inclusivo” (sic).  Como consideran que no existe el machismo, el lenguaje inclusivo sería un estorbo. Este tipo de decisiones políticas dan un salto atrás en el tiempo y nos sitúan en escenarios de hace décadas. Es una regresión en toda regla. Es violencia simbólica.

VIOLENCIA INSTITUCIONAL

El caso Juana Rivas, una mujer que huye de su maltratador llevándose a sus hijos (también amenazados por el padre) y es condenada a cinco años de prisión, es un caso flagrante de violencia institucional. En la sentencia condenatoria contra Juana Rivas, que terminó ingresando en prisión y que estos días ha sido objeto de indulto parcial, no se tuvieron en cuenta los antecedentes de violencia doméstica y fue una condena más que ejemplar, ejemplarizante, una advertencia para todas de que si se desobedece la ley, aunque sea en defensa propia, hay ciertos jueces a quienes no les va a temblar la mano a la hora de impartir su particular visión de la justicia, una visión con un marcado sesgo patriarcal. No en vano la judicatura es un órgano eminentemente masculino que se emplea a fondo en seguir siéndolo.

En la sentencia contra Juana Rivas, los hijos no quedaron exentos de daño. Estas son palabras de la Asociación de Mujeres Juezas: "Partiendo del absoluto respeto a todas las decisiones judiciales, la gravedad y trascendencia de las penas impuestas resulta evidente, pues con ellas no se condena solo a la acusada, sino a dos hijos a perder el vínculo con su madre, a pesar de que todos los informes de especialistas, incluido aquél en el que se apoya la sentencia, confirman  una relación  positiva y vinculante entre los menores y su progenitora". La violencia alcanza a la mujer y a sus hijos e hijas, la violencia institucional también.

VIOLENCIA ECONÓMICA

Sigue existiendo una brecha económica que acentúa la desigualdad entre hombres y mujeres en general. Esta desigualdad en el caso de mujeres inmigrantes es mucho más pronunciada y por tanto más grave y con muchas otras implicaciones.

Si los inmigrantes son los que sufren las peores condiciones laborales en el caso de las inmigrantes a las condiciones de explotación al uso (bajo sueldo, precarias condiciones laborales, carencia de derechos, alojamiento paupérrimo), se une la explotación sexual. He aquí un ejemplo: https://porexperiencia.com/accion-sindical/trece-euros-por-ocho-horas-de-trabajo-en-el-campo-y-acostarse-con-el-furgonetero-o

Si para un inmigrante es difícil denunciar unas condiciones de trabajo en régimen de explotación, para una inmigrante es casi imposible denunciar lo mismo más el abuso sexual, algo que es extremadamente difícil de probar y que no deja huella, a menos que vaya acompañado de violencia. La coacción no suele dejar rastro, es la palabra de la mujer que se encuentra en situación de desamparo e indefensión, que no dispone de colchón social que la arrope, que en muchos casos (muchos más que en el de los hombres) no conoce el idioma, contra la palabra del empleador. 

En el caso que se relata en el enlace nadie trabaja legalmente, ni el empleador ni las trabajadoras. Es una especie de burbuja fuera de las leyes. Quienes conocen el caso miran hacia otro lado, respetan el privilegio tácito del hombre occidental a ejercer su poder sobre mujeres inmigrantes.  Las mujeres ocultan el hecho por miedo, por desconocimiento del medio en que se encuentran, pero sobre todo por vergüenza, esa vergüenza que existe en todo abuso sexual y que es la que convierte a la víctima en culpable. El aislamiento se hace aún mayor, cerrando un círculo de poder opresor, de culpabilidad y de silencio en torno a la víctima. En esas condiciones, rebelarse y denunciar es casi heroico.

VIOLENCIA SEXUAL

En estos días se ha celebrado el juicio contra tres jóvenes por la violación grupal de una menor en Barcelona. De nuevo volvemos a escuchar los mensajes de siempre: se trata de salvajes, casos aislados, locos… Pero como bien sabemos  no son monstruos  solitarios que actúan por impulso.  Son sujetos funcionales bien acogidos por su comunidad. Son, como reza el lema feminista, hijos sanos del patriarcado. Esta violación ha sido particularmente violenta. Además, según relata la víctima, los agresores se quejaban de que ella no colaborara: “las otras no se resistían tanto”. No era la primera vez. No hay arrepentimiento, hay un patrón de conducta aceptado por el grupo, hay consenso. Un consenso tal que ha habido jueces que han visto jolgorio por parte de la víctima en este tipo de agresiones. Hay que  trabajar para romper ese consenso que grupos como Vox han venido a restaurar con su negación del machismo y sus violencias. 

La violación grupal es la expresión máxima de la fratría machista, es donde los hombres celebran en grupo su poder sobre las mujeres,  su desprecio hacia el ser inferior y su superioridad como género. En la pirámide de la violencia,  violación grupal y feminicidio ocupan la cima de una desigualdad estructural.  

La desigualdad existe y  genera violencia,  algo que nosotras, feministas, no podemos cansarnos de señalar y denunciar.



LA MALA EDUCACIÓN

 LA MALA EDUCACIÓN

Como pago por su apoyo para tumbar la moción de censura de CS y Psoe contra López Miras, los expulsados de Vox fueron premiados con la cartera de educación, ¿qué podía salir mal?

Vox ha presentado recientemente en la Asamblea regional una moción en la que se pide la prohibición de lo que ellos denominan «mal llamado ‘lenguaje inclusivo’» bajo pena de multa en la Administración regional. El Partido Popular, que intenta disimular pero que sigue tan de cerca a Vox que casi les pisa los talones, rebaja un grado la virulencia del texto y se limita a pedir sanciones ante el mal uso del español en las instituciones murcianas. Por lo visto, ellos tienen las escrituras de la bandera, del himno y también del idioma español. Ojito con tocar lo que consideran que es suyo.

Durante la presentación de la campaña de promoción de las elecciones a los consejos escolares de los centros educativos en la Región, Mabel Campuzano anunció que su departamento trabajará para eliminar el lenguaje inclusivo de los libros de texto. Sí, niños y niñas, trabajará-para-eliminar-el-lenguaje-inclusivo. Debe ser que no tiene cosa mejor que hacer.

Hablando de cosas que hacer, veamos algunos datos. Según el Ranking de Excelencia Educativa elaborado por Profesionales por la Ética, Murcia suspende con un 2,7 sobre 10. La Región de Murcia tiene la segunda tasa de idoneidad más baja del país a los 12 y 15 años y está por debajo de la media en los exámenes PISA (ciencias, lectura y matemáticas). Asimismo, la tasa de abandono educativo temprano es la tercera más alta (23,1%).

O sea que, como si no estuviéramos a la cola en educación (¿casualidad? no lo creo), a la consejera del ramo no se le ocurre otra cosa que proponer la prohibición del uso del lenguaje inclusivo, bajo pena de multa administrativa. Porque sí, porque vamos a lo que importa de verdad y a lo que ayuda a resolver problemas en Murcia: lo que necesitábamos para poder salir del furgón de cola en todo lo referente a educación era prohibir el lenguaje inclusivo porque eso es lo que está frenando el desarrollo, el aprendizaje y la igualdad.

¿Con qué argumento? Según Campuzano y adláteres, el lenguaje inclusivo dificulta la comprensión lectora. Sin que, por lo visto, en esa comprensión lectora influya la falta de inversión en profesorado para rebajar las ratios. Sin que en esa comprensión lectora influya la escasa atención que se presta a la educación pública. Sin que influya la puesta en marcha de nuevos centros privados con fondos públicos. Sin que influya el impulso a la enseñanza concertada o el cheque escolar que Vox propone para que cada familia mande a sus hijos e hijas al colegio que quiera, detrayendo con ello recursos a la educación pública. No. Lo que sobra es el lenguaje inclusivo.

Hay una realidad social que el feminismo combate desde hace siglos: la flagrante desigualdad histórica y cotidiana entre hombres y mujeres, desigualdad que nos convierte a las mujeres en ciudadanos de segunda. Sabemos que en nuestro idioma el uso del masculino es genérico y abarca a ambos géneros, por lo tanto el masculino incluye al femenino, lo sabemos señores académicos y demás señoros, no nos lo repitan más. Lo que se persigue con el lenguaje inclusivo no es cambiar el idioma, difícilmente podría hacerlo, sino dar una presencia más igualitaria a ambos sexos, dar un poco de visibilidad a las mujeres, siempre invisibilizadas. No parece tan grave como para conllevar una prohibición.

Pero Vox es un partido que niega que exista el machismo, con lo cual el feminismo se convierte en algo innecesario. Mabel Campuzano sería como Larry Elder, el republicano de raza negra que niega que exista el racismo. Por eso el problema que tienen con el lenguaje inclusivo no es semántico ni morfológico y mucho menos de comprensión lectora, el problema es político porque lo que realmente molesta es que se impugne el “masculino universal y femenino particular” para comenzar a introducir cambios que conduzcan a un uso del idioma un poco más equilibrado. No debemos olvidar el hecho de que el lenguaje construye la realidad hasta el punto de que lo que no se nombra no existe. Y las mujeres existimos y queremos seguir existiendo.


domingo, 14 de noviembre de 2021

LA CAJA DE PANDORA Y LA DEMOCRACIA

 LA CAJA DE PANDORA Y LA DEMOCRACIA

Según la mitología griega, Pandora custodiaba una caja entregada por los dioses olímpicos que contenía todos los males susceptibles de aquejar a la humanidad. Al abrir la caja para satisfacer su curiosidad, Pandora liberó las desgracias que desde entonces campan a sus anchas por el mundo, castigando a los pobres mortales. Al cerrarla con precipitación solo logró dejar dentro la esperanza. Algo es algo.

No sé si los que han bautizado la lista de los Pandora Papers  pretendían hacer uso metafórico del mito en toda su extensión. En todo caso el nombre es muy apropiado. 

Los Pandora Papers destapan sociedades en más de treinta jurisdicciones opacas que, para empezar, no deberían existir. También ponen al descubierto una larguísima lista de defraudadores (el clan Pujol, Vargas Llosa, Shakira, Miguel Bosé, Corinna Larsen, Pep Guardiola, García  Albiol, Josep Santacana, numerosas empresas del IBEX 35…),  que, si hubiera justicia, deberían estar en la cárcel. 

Y deberían estar en la cárcel por dos motivos: primero por defraudar y segundo por poner en peligro la democracia. Me explicaré. Para mantener la cohesión social no solo son necesarios los impuestos: es imprescindible la justicia distributiva. La acumulación de riqueza va contra la democracia por una sencilla razón: esa acumulación lleva aparejada de forma indisoluble una concentración de poder en todas sus formas y con todas sus ramificaciones, legales e ilegales (corrupción, extorsión, chantaje), de modo que donde no existe esa justicia, la democracia es solo una cáscara vacía un engaño, un trampantojo. Solo la justicia distributiva es garantía de democracia.  Por eso los defraudadores no solo delinquen contra la economía: delinquen sobre todo contra la democracia. 

Si no hay justicia distributiva, no hay justicia. Todo, absolutamente todo está supeditado a esta cuestión. Hemos visto crecer la brecha social desde la caída de los países del Este, década tras década, de manera imparable. Los ricos son más ricos, los pobres son más pobres. Vemos que se está llevando a cabo un verdadero expolio económico donde los más ricos encuentran variadas e imaginativas formas de ser más ricos a costa del resto de la ciudadanía, empobreciendo al país, empobreciendo al planeta.

Los impuestos son imprescindibles para dotar de recursos a los servicios públicos de los que se beneficia el conjunto de la población, pobres y ricos (a ver qué sanidad privada se ha hecho cargo de la pandemia). Si no hay recursos no habrá hospitales, por poner solo un ejemplo sencillo; si no hay una sanidad adecuada, los ciudadanos del país culparán a los extranjeros de colapsarla, lo mismo ocurre con la educación y con todo otro servicio público. Crecerán las tensiones sociales, medrará un nuevo tipo de fascismo que es nuevo porque es de ahora, porque en realidad es siempre el mismo.

No olvidemos que los que alientan el enfrentamiento de pobres contra pobres son los mismos (los mismos, que no se olvide) que se ven favorecidos por esa injusticia distributiva. Echan a los pobres a pelear mientras se fuman un puro desde la barrera: generan y difunden (ellos pueden, les sobra el dinero) un discurso para convencer al que gana 900€  de que la culpa de todos los males sociales la tiene el que gana 400€ o el que no gana nada. Por ridículo que nos parezca el discurso fascista, no es absurdo y no es estúpido: obedece a una lógica precisa, todo está previsto en su guión. 

Son  unos maestros en culpabilizar a  las personas que viven en condiciones precarias, y de entre ellos a los más vulnerables, los inmigrantes, convirtiéndoles con su discurso en sospechosos de quitar el trabajo, de vivir de las ayudas sociales, de invadir el país, de robar, de matar, de violar. De una de estas acusaciones o de todas a la vez es culpable o como mínimo sospechoso el que viene de fuera a buscar un futuro mejor. Paradójicamente, los delincuentes fiscales son inocentes en apariencia, aunque se sepa sin lugar a dudas que han evadido cientos de millones de euros. Es más, les basta con hacer una mísera donación para ser percibidos como benefactores del país. Paradójicamente (o no) los mismos que no comprenden y no toleran que un pobre se vaya a otro país a buscar su sustento, sí comprenden y sí toleran que un rico se vaya a otro país para no pagar sus impuestos.

Si hacemos una lista de los males que aquejan a la sociedad: enfermedad, ignorancia, pobreza, violencia, injusticia… podemos creer que todos ellos estaban dentro de la caja de Pandora. Pero acertaremos más si nos convencemos de que todos esos males están contenidos en los Pandora Papers. Al menos queda la esperanza de que algún día se acabe con esa injusticia distributiva. Algo es algo. Pero no nos relajemos mucho que esa justicia no vendrá sola.





lunes, 1 de noviembre de 2021

LA PALABRA LIBERTAD

 

LA PALABRA LIBERTAD

Se ha clausurado en Valencia la última convención del PP en la que, como es habitual, se ha hecho uso y abuso del término “libertad”. Su lema ha sido: “Creemos en España. Creemos un futuro en libertad”.

Cuando libertad significa que cada uno haga lo que le dé la gana, el que parte en desventaja pierde. En un mundo desigual, esa falaz reclamación de libertad solo sirve para que el más desfavorecido se quede atrás. La derecha y la ultraderecha de este país (que viene a ser casi lo mismo…)  han descubierto hace poco este terminando y está abusando de él y vaciándolo de contenido. Es su estilo. La libertad era denostada y combatida cuando era reclamada por aquellos que querían acabar con la dictadura; y era denostada y combatida por los mismos que ahora hacen de ella su bandera. Curiosamente salen a la calle reclamando libertad mientras, muchas veces, ondean la bandera de una dictadura. Y no ven la incongruencia.

Cuando han pasado varias décadas del final de la dictadura y la palabra libertad es poco susceptible de tener auténticas connotaciones libertarias, los mismos que la perseguían toman el término al modo americano y la pervierten aplicándola a aquello que les interesa: libertad para no pagar impuestos, libertad para llevar las fortunas a paraíso fiscales, libertad para no obedecer leyes laborales,  libertad para no aplicar las restricciones pandémicas, libertad para eludir las responsabilidades políticas y empresariales sobre el desastre medioambiental provocado, libertad para favorecer la sanidad privada, esa insolidaria sanidad que en pandemia nos dejó en la cuneta, libertad, aunque no sea el caso de España, para que todo el mundo lleve un arma. Libertad, en fin, para que yo, que soy un privilegiado, pueda hacer lo que me dé la gana, como por ejemplo, elegir el colegio privado que yo quiera pero subvencionado por el gobierno mientras despotrico, eso sí,  de las ayudas públicas y de los impuestos. Libertad para que lo individual prevalezca sobre lo colectivo sabiendo que eso solo favorece a los que más tienen,  sabiendo que eso solo favorece a quien sale a la calle envuelto en la bandera de una dictadura y grita libertad como quien profiere una amenaza.

Háblales de libertad cuando se trata de inmigración y verás. Háblales de libertad cuando se trata de religión, de feminismo, de homosexualidad. Háblales de libertad de expresión cuando no es para que ellos difundan sus disparates homófobos y xenófobos.

Se confunde la libertad con la satisfacción de un deseo inmediata con lo cual se reduce ésta a la categoría de mero capricho. La libertad, como seres gregarios que somos, para que sea justa debe abarcar  a toda la sociedad  y se debe aplicar teniendo en cuenta cómo afecta a la comunidad el ejercicio de la libertad individual.

Como ocurre con todo otro bien común, o la libertad es igualitaria o solo será el privilegio de unos pocos. Si no hay igualdad la libertad puede ser una forma de opresión porque se trata de la libertad del que tiene todo frente a  la de quien nada tiene: la libertad del patrón agrícola frente al inmigrante sin papeles, la libertad del putero frente a la mujer prostituida, por poner solo un par de ejemplos. Del mismo modo,  qué tipo de justicia sería aquella de la que pudieran beneficiarse solo unos pocos.

Es un disparate reclamar libertad para sacar ventaja de las desventajas de otros y eso es lo que hace la maquinaria neoliberal. Ese mensaje está calando porque sus altavoces son muy potentes, ya que los medios de comunicación están en unas pocas manos, manos neoliberales, claro está.  Así que les vemos manifestarse reclamando libertad, pero es imposible imaginarlos reclamando igualdad y justicia, deben pensar que de eso ya hay de sobra. Ahí está la clave del asunto.

 

 

 

TRASHUMANCIA NEONAZI EN CHUECA

 

TRASHUMANCIA NEONAZI EN CHUECA

El neonazi es un mamífero sumamente territorial. Para él todos los barrios son suyos (menos la Moraleja, que tiene dueños legítimos). Para añadir color local este espécimen ha decidido expandirse por las zonas donde es menos bienvenido, verbigracia  Chueca. Hemos sido testigos recientemente de esta trashumancia que con sus cánticos animaba la tranquila tarde madrileña: se les podía oír berrear lemas tan pegadizos como “fuera maricas de Madrid” o “fuera sidosos de nuestros barrios”.  Quién podría sentirse intimidado por algo así, aunque los sujetos que los cantan hayan sido abrevados en  gimnasios y tengan brazos  como tinajas. Neonazis tamaño XXL, con botas de puntera metálica, palos, bengalas y hasta un puño americano, pero bien escoltados por la policía,  no sea que les pase algo,  a los pobres.

Bueno, vamos a cerrar el animalario y a ponernos un poquito serios. Lo cierto es que la manifestación, que había sido convocada bajo el lema  "Di no a las agendas 2030-2050",  tenía una intención oculta y fue aprovechada para proferir lemas homófobos en el barrio de Chueca, epicentro histórico del movimiento LGTBI.

Los medios de comunicación afines a Vox habían difundido la convocatoria. Sin embargo, cuando la polémica saltó se sacaron de la manga que la cosa era una especie de teatro de la izquierda: progres disfrazados de nazis ondeando banderas franquistas y luciendo brazaletes con esvásticas. Abascal llegó a decir que la marcha neonazi de Chueca apestaba a cloaca socialista. Todo muy loco.

Los delitos de odio están creciendo en España, entre ellos la homofobia que alcanza cada vez más revoluciones.  Las agresiones han aumentado un 25 por ciento,  con una muerte incluida. Y eso teniendo en cuenta que los datos del Ministerio del Interior registran un porcentaje mínimo de lo que en realidad ocurre, porque muchas personas que sufren agresiones no acuden a denunciar. Con frecuencia lo último que quiere la persona agredida es acudir a los tribunales o a la Policía porque eso revelaría su orientación sexual y a veces se prefiere no pasar por el trance de tener que decírselo al entorno o aún menos, tener que hablar de ello con desconocidos.

Desde que Vox ha llegado al escenario político, incitando al odio, Las agresiones homófobas y xenófobas han aumentado. El problema de fondo es que Ayuso y el PP madrileño necesitan a la canalla neonazi de Vox  y le hacen los coros a su discurso extremista. La presidenta madrileña dijo recientemente en la asamblea de Madrid: "La homofobia está en la cabeza de la izquierda", como si no existiera y fuera solo un invento progre. Bueno, pues  ahora también desfila por Chueca, ¿o tampoco se le puede llamar homofobia a esto?

El PP ha contribuido a la legitimación de la ultraderecha. Es un problema que no haya en nuestro país un partido conservador civilizado porque lo que ahora tenemos es ultra derecha y extrema derecha, a ver cómo las distingues. Recordemos que Ayuso dijo sin sonrojo que si te llaman fascista es que estás del lado bueno de la historia. Se empieza por ahí y se acaba con nazis desfilando por las calles al grito de  “fuera maricas de nuestros barrios”. Cualquiera diría que el PP madrileño finge transaccionar con la agenda de Vox como si viajara de paquete en la moto facha, cuando en realidad pilota el vehículo. Parece que Vox  está sirviendo de coartada al PP para que éste saque adelante su propia agenda ultra. Sirva de ejemplo el hecho de que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha planteado modificar las leyes LGTBI y de violencia de género de la región, tal y como exige la ultraderecha, poniendo el foco sobre las denuncias falsas, denuncias que hay que recordar apenas suponen un 0,0069% del total.

Sería interesante saber qué opinión tiene Maroto sobre todo este asunto.

 

 

 

EL PEOR PAÍS PARA NACER MUJER

 EL PEOR PAÍS PARA NACER MUJER

Las mujeres afganas no tienen presente. Para sus padres, hermanos, maridos, para los hombres con los que conviven, para sus conciudadanos, para sus gobernantes, ellas no son enteramente humanas, son solo parte del patrimonio como los muebles, como el fusil, como el ganado. Quizás menos que el ganado. La libertad de acción de las mujeres será la misma que la del rebaño de ovejas, solo que las mujeres siempre serán susceptibles de ser culpables de algo. Siempre merecerán la bofetada, la paliza, la mutilación, la lapidación. Cómo es posible tanto odio, nos preguntamos. Pero no por parte del enemigo sino por parte de los más cercanos, por parte de los hombres de su familia. ¿Cómo se establecerán los afectos? ¿Cómo amará la hija al padre, la hermana al hermano,  la esposa al esposo? ¿Qué clase de afecto, si se da, será ese? ¿Cómo será la vida de un ser humano cuyo único destino es la prisión doméstica y la obediencia? Al menos el ganado podrá ver los paisajes libremente y no a través de una espesa malla de vainica.

Las mujeres afganas no tienen futuro. Las que hayan aprendido a vivir sometidas tendrán una vida miserable. Las que no estén acostumbradas al sometimiento total o hayan conocido otra vida (periodistas, profesoras, profesionales de todo tipo) tendrán una vida miserable e infernal, si es posible llamar vida a esa existencia.

No es que no tengan futuro, es que el futuro que les espera es un martirio. Se quedarán embarazadas, parirán y sabrán que si nace una niña ella también tendrá una vida como la suya, sabrán que han traído al mundo a una criatura destinada solo al encierro y a la obediencia ciega, en el mejor de los casos. Y si tienen un hijo sabrán que han parido un carcelero, en el mejor de los casos también.

Gracias a las neuronas espejo somos capaces de sentir lo que siente otra persona y ahora nos ahogamos todas bajo un burka imaginario. Nos espantamos de este cuento de la criada en versión horror movie que tiene lugar a las puertas de occidente. Imaginamos que ya a estas alturas todo el mundo será capaz de reconocer el patrón: este modelo salvaje de comportamiento contra las mujeres es la versión más extrema del patriarcado. 

Las mujeres afganas ha sido moneda de cambio en las distintas guerras que se han desarrollado en ese territorio desde hace décadas, en las que EEUU las ha utilizado como coartada y el gobierno afgano como rehenes. El gobierno americano, necesitado de una fuente segura de combustible utilizó a las mujeres como excusa para llevar a cabo una intervención militar en la zona para, seguidamente, transaccionar con el wahabismo (una de las versiones más integrista del Islam) como si estas no existieran. Se trata de la alianza patriarcado y capital en toda su extensión.

Porque lo cierto es que a nadie le importan las mujeres: ni a los talibanes para quienes la brutal discriminación de ellas se convirtió en un elemento de resistencia a los gobiernos occidentales, ni a la administración estadounidense como demuestra esta retirada a uña de caballo tras dejar un país devastado, ni a occidente que hasta ahora no había permitido la entrada de refugiadas afganas.

A miles de kilómetros de distancia, en la lejana Texas se ha prohibido el aborto en todos los supuestos, una ley tan retrógrada que ni siquiera contempla excepciones en casos de violación o incesto, con una persecución de las mujeres que nos asombra y, de nuevo, nos espanta. Nos preguntamos qué tienen en común lugares tan lejanos entre sí y de culturas tan distintas. Lo que tienen en común es un sistema milenario que privilegia a los hombres y discrimina a las mujeres y que se llama patriarcado. Afganistán es la trágica evidencia de que mientras este sistema no caiga estaremos siempre a un paso de volver al pasado. 



¿QUÉ TIENE LA BRMU CONTRA LAS MUJERES?

 ¿QUÉ TIENE LA BRMU CONTRA LAS MUJERES?

Arranca la nueva campaña de actividades de la Biblioteca Regional de Murcia (BRMU), bajo el nombre ‘Región de Murcia, Región de Letras’. Región de Letras masculinas deberían añadir, en aras de la precisión y de la verdad. También dice que ofrecerá un programa de alta calidad cultural por el que pasarán grandes autores. Y eso es muy cierto, serán grandes autores y solo autores porque solo hay tres autoras que son relegadas a un segundo plano y que ni siquiera aparecen en la nota que emite la biblioteca en su página web.

Veamos una a una las actividades que se proponen:

Thank you for watching

Ciclo sobre guionistas de cine en el que participará Rodrigo Cortés y Juanma Bajo Ulloa. Por lo visto no hay mujeres guionistas.

Ciclo de Historia y Patrimonio de la Región de Murcia. La Biblioteca Regional ha puesto aquí el acento en Cartagena, donde se celebrarán dos ponencias: una por parte del arquitecto y experto en patrimonio José Antonio Rodríguez Martín, y otra a cargo de Luis Miguel Pérez Adán, uno de los cronistas de la ciudad. Sorpresa: tampoco hay mujeres historiadoras.


Ciclo «La sangre, un género periodístico», en el que participarán los principales cronistas de sucesos de la Región, como Ricardo Fernández, Alejo Lucas, Alfonso Egea o el cronista gráfico Israel Sánchez. Y adivinen qué: tampoco hay mujeres expertas en criminalística.


Ciclo «El canon de la BRMU» donde diferentes autores elaborarán un canon de la literatura universal que contará con figuras del panorama literario actual como Manuel Vilas, Fernando Savater, Manuel Jabois, Luis Alberto de Cuenca y Andrés Neuman y también autores murcianos como Manuel Moyano y Miguel Ángel Hernández. Un canon universal, pero sin mujeres.

Pleno. Cuatro ciclos, quince hombres, cero mujeres. Es imposible no preguntarse si lo hacen a propósito.


A la vista de este programa de la BRMU no nos cabe ninguna duda de que el canon que saldrá de ahí será eminentemente masculino. Y si estamos equivocadas, por favor que nos corrijan con hechos. Nada nos gustaría más.


Desde el Colectivo +Mujeres hemos venido llamando la atención sobre este desequilibrio con distintas iniciativas a lo largo de los años. Por poner solo un par de ejemplos mencionaremos la campaña «Sé Legal en Igualdad» de 2017, en la que se pedía a las Administraciones públicas que incrementaran sus esfuerzos para alcanzar los objetivos constitucionales relativos a igualdad, y la campaña «por la paridad en la cultura» de 2019 en la que invitábamos a hombres implicados en este ámbito a comprometerse a no participar en actos culturales no paritarios. Pero está claro que toda reivindicación es poca y que a la hora de afrontar la programación cultural siguen sin tenerse en cuenta criterios de paridad. Grandes escritoras y expertas en temas culturales hay muchas, tanto a nivel nacional como a nivel regional, así que esta ausencia es injustificada y clamorosa y habla de una enorme falta de sensibilidad y de una gran ignorancia también. Todo indica que no hay voluntad política de avanzar en la igualdad, lo cual no es de extrañar con una consejera de Cultura de Vox, partido que niega la pertinencia del feminismo.


Debemos decir que parte de la responsabilidad de esta situación recae también sobre los hombres que acceden a asistir a mesas no paritarias. Ellos más que nadie deberían ser conscientes de que con esta desigualdad flagrante pierde la cultura y pierde la sociedad.

Nos parece muy grave que se trabaje para elaborar un canon literario universal (no se les puede acusar de falta de ambición…) sin contar con las mujeres. Deberíamos esperar que fuera precisamente el mundo de la cultura el que mostrara el camino a otros ámbitos a la hora de educar en igualdad. Pero tristemente no es así y nos parece alarmante que se haga toda una programación cultural no paritaria y sin darles visibilidad a la hora de la difusión. Y luego nos llamarán exageradas.




sábado, 7 de agosto de 2021

CUÑADISMO NEW WAVE

 CUÑADISMO NEW WAVE

Me encuentro mucho últimamente con mensajes como este y parecidos que la chavalada comparte en redes alegremente: 

“A un niño:

No se le enseña a respetar a un gay, se le enseña a respetar a todos.

No se le enseña a no pegar a un negro, se le enseña a no pegar a nadie.

No se le enseña a no maltratar a una mujer, se le enseña a no maltratar.

El problema es de aquel que prefiere diferenciar los respetos”.

En una lectura superficial puede parecer un mensaje razonable, envuelto en las ricas vestiduras  de lo equidistante y cool. Guay a tope. Pero le acercas la lupa un poco y parece que lo hubiera escrito el mismo de yo no soy ni feminista ni machista o de para cuándo el día del orgullo hetero. O sea, cuñadismo en estado puro, cuñadismo new wave.

Por supuesto que a un niño (y a un niña también, que se nos olvida) se le enseña a respetar a todos, a no pegar a nadie y a no maltratar. Pero se puede dar un paso más, puesto que somos una sociedad avanzada. Por eso tengo la esperanza de que podamos enseñar a niños y niñas que hay violencias específicas en contra de determinadas personas y determinados colectivos y que deben aprender a identificarlas. Y lo aprenderán, seguro, las criaturas son listísimas.

Espero que como sociedad seamos capaces de enseñarles que por desgracias existe una violencia específica contra gays y lesbianas porque hay una cosa llamada homofobia  y que esa violencia suele empezar con risitas, aislamiento e insultos y que si se encuentran con este tipo de actitudes deben apoyar a la persona que está siendo hostigada porque eso forma parte del imprescindible entrenamiento en el respeto. 

Espero que como  sociedad seamos capaces de enseñarles que desafortunadamente existe el racismo (racismo como el que atufa en la frase “no se le enseña a no pegar a un negro”) y deben saber que si tienen amigos o amigas de otros países, razas o religiones pueden ser objeto de un tipo de discriminación vinculado a su origen. Sólo conociéndolo serán capaces de combatirlo.

Espero que como sociedad seamos capaces de enseñarles que el machismo es una triste realidad más extendida de lo que somos capaces de ver y que en consecuencia cada año mueren en torno a cien mujeres a manos de sus parejas. Deben ser capaces de identificar las actitudes machistas porque la violencia no se presenta de golpe sino que viene precedida de desprecio, acoso y manipulación. Afirmar “no se le enseña a no maltratar a una mujer, se le enseña a no maltratar” es tanto como afirmar que no existe violencia de género, que existe solo la violencia. Y sabemos que no es verdad. Y sabemos quién está empeñado en extender la falacia de la violencia sin género.

Y con esta frase: “El problema es de aquel que prefiere diferenciar los respetos”, tengo un problema personal porque soy de las que piensan que hay que diferenciar los respetos, que no pasa nada, que el respeto no se desvirtúa por ello, bien al contrario, se hace más profundo porque se complejiza.  Como soy de las que piensan que se necesitan observatorios estatales específicos para violencias específicas porque se precisan datos para una lucha radical y efectiva contra violencias concretas. Hablar solo de violencia, así, en general, es no hablar de nada.

El asesinato de Samuel en A Coruña fue un asesinato homófobo, el asesinato de Younes Bilal en Murcia fue un asesinato racista, el asesinato de Mariángeles Guerrero en Málaga fue un asesinato machista.  Como le quitemos los adjetivos, tal y como pretende este interesado mensaje, no sabremos ni de lo que estamos hablando y así mal podremos combatir las distintas violencias.

Amigos y amigas, los think tanks ultras están afinando tanto que a poco que nos descuidemos nos la cuelan. Mucho cuidadito.


miércoles, 4 de agosto de 2021

UNA MONARQUÍA CUESTIONADA

 UNA MONARQUÍA CUESTIONADA


Se nos ha ofrecido como verdad única un relato contaminado de la Transición, un relato del que se han borrado o distorsionado los elementos discordantes con la idea –fuerza que se quiere difundir, la idea de que el rey trajo la democracia a nuestro país. Tras la muerte de Franco era imprescindible una transformación política, una transición de la dictadura a la democracia, en consonancia con los países del entorno, transición para la que presionaban distintas fuerzas internacionales. Pero esa transformación inevitable estuvo tutelada en España por quienes habían detentado el poder durante cuarenta años. Para ello fue necesario dejar en las cunetas a más de doscientos mil muertos, negar parte de nuestra historia, transigir con nombres de calles dedicados a asesinos y torturadores, mantener al dictador en un mausoleo al que se le ha seguido rindiendo culto hasta el año pasado, rebajar el carácter de la dictadura a dictablanda, tolerar un rey auspiciado por el dictador, promocionar un olvido generalizado y presentar la Guerra Civil como una pelea de dos hermanos en la que ambos merecían por igual una dura reprimenda, olvidando que la guerra fue promovida por intereses políticos y económicos en contra de un gobierno legítimo.


Nos han querido convencer de que somos especialistas en fratricidio y que la Guerra Civil no es más que la consecuencia de ese carácter perverso y no el resultado de la presión de poderosos intereses opuestos a un gobierno progresista. La idea de esa equidistancia imposible únicamente puede interesar a quienes están de acuerdo con que los militares tumbaran un gobierno emanado de las urnas. 


El huevo de la serpiente puesto por la dictadura y que eclosionó en democracia fue una monarquía con impunidad absoluta, irresponsable por mandato constitucional, mandato que el emérito se tomó al pie de la letra, como ha quedado en evidencia con las recientes noticias que hemos ido teniendo. Resultado de esa impunidad es una fortuna personal calculada según Forbes en dos mil quinientos millones de dólares, el uso de instituciones públicas para trapicheos privados, el mantenimiento de amantes a racimos mientras se ofrecía la imagen de familia ejemplar y un largo etcétera de manejos oscuros que ahora nos sonrojan y que una prensa cortesana nunca se atrevió a sacar a la luz. Daba igual lo que el rey hiciera, él había sido el salvador de la patria y no había irregularidad o delito que no pudiera ser pasado por alto. Cuenta Anasagasti que Suárez le comentaba que al rey solo le interesaban las mujeres, las cacerías y el dinero. Hemos tenido un jefe del estado más propio de la Edad Media que de nuestro siglo. 


El problema para la monarquía ha venido cuando esas irregularidades han trascendido nuestras fronteras y han topado con instituciones menos benévolas con cierto tipo de actuaciones y nos encontramos con que el rey emérito está siendo investigado por la justicia suiza por actos derivados de su actividad como comisionista, que es a lo que se ha dedicado a lo largo de todo su reinado, no embajador de nuestro país, como se nos ha querido hacer creer: comisionista puro y duro, utilizando instituciones públicas para usos privados. Cuando la fuerza de los hechos no puede ser ya detenida, el tour de force por el que la monarquía y los monárquicos han optado es emitir el mensaje de que el rey viejo no tiene nada que ver con el joven. Se le aparta de la institución, se procede a hacer una limpieza en profundidad de la imagen (y digo bien de la imagen, que no de la institución) y se inicia una nueva etapa. Este rey está muy preparado, es joven, dinámico, no tiene gran cosa que ofrecer, es verdad, pero dejadle que está a punto de hacer algo.  Y no os preocupéis que este nuevo rey no es corrupto.


Que el monarca residente pueda ser corrupto, con ser grave, no es lo peor. Lo peor es que preside una institución que, según todos los indicios, sí lo es: la monarquía carece de fiscalización, carece de rendición de cuentas y carece de transparencia, los tres pilares que garantizan la limpieza democrática de cualquier institución. Que Felipe VI sea o no corrupto no es tan relevante, lo grave es que podría serlo si quisiera porque se dan todas las facilidades para ello. El tratamiento que se ha dado a la huida del padre así lo corrobora y manda el mensaje de que tienen patente de corso tanto el padre como el hijo, para actuar como quieran. Si pasamos por alto todas las irregularidades del emérito y decidimos que sus actos no tengan consecuencias, aceptamos al mismo tiempo que el actual monarca reciba el mismo trato. Nuestra dignidad como ciudadanía depende de aceptar este hecho o de no aceptarlo.






sábado, 31 de julio de 2021

MUJERES GIGANTES

 MUJERES GIGANTES

Hay una generación de mujeres a las que este país debe, como mínimo, un homenaje. Nacieron en tiempo de guerra o poco antes y se hicieron jóvenes y adultas a lo largo de una durísima posguerra.  Mujeres del medio rural que no pudieron ir al colegio y cuya escasa formación, si es que tuvieron alguna, corrió a cargo de maestros ambulantes que hacían verdad aquello de pasar más hambre que un maestro escuela. Tuvieron infancias cortas, sin tiempo para jugar, encargadas desde los siete, ocho, nueve años de hermanos menores, de las tareas del hogar, de la huerta, del pastoreo, de pequeños grandes trabajos dentro o fuera de la casa. Son nuestras madres, nuestras tías, nuestras abuelas, una generación de mujeres que han comido toda la vida sentadas en el borde de la silla, que se levantan como con  un resorte en cuanto alguien necesita algo, que comen las últimas, que comen de pie. Recibieron y cumplen a rajatabla el mandato de estar al servicio de los demás, de ponerse a sí mismas en segundo lugar que, en familias grandes, es tanto como decir en último lugar. Bien sabéis de qué hablo porque hay al menos una de estas mujeres en cada casa. Han traído al mundo cuatro, cinco, seis hijos, han perdido alguno por el camino, han cargado con ese dolor en sus corazones. Han trabajado en el campo, junto con los hombres, segando, transportando sacos de grano; en las fábricas, en interminables horas de pie, pegadas a la cinta transportadora; han sido emigrantes en Francia, en la vendimia, lejos de sus familias, año tras año, con la preocupación de los hijos que dejaban atrás; han fregado suelos de rodillas en casas ajenas para dar de comer a los hijos. Ellos también han tenido vidas duras pero después de la extenuante jornada de trabajo, han descansado en casas limpias gracias a ellas, se han sentado a la mesa a comer mientras ellas les servían y se han acostado en sábanas que ellas habían lavado. Estaban obligadas a ser servidoras, nunca servidas y han interiorizado ese papel, lo han hecho propio. Hay un dicho repetido en zonas rurales: la mujer solo puede pasar dos veces por delante del hombre, una para acostarse y otra para levantarse. Bien dice Carmen Sarmiento que las mujeres son el sur de todos los nortes, el sur del sur, el sur de los hombres.

Debería haber en cada pueblo, en cada ciudad, avenidas y plazas dedicadas a estas mujeres que han sostenido con su trabajo, con su lucha, con su jornada doble, con su renuncia a sí mismas, la vida de nuestro país. Son los puntales de la intrahistoria, el espinazo de la vida cotidiana. Hay que escuchar sus historias para comprender de verdad de dónde venimos, porque son ellas las que, con su trabajo y su sacrificio, con la comida en la mesa y la ropa lavada después de la jornada laboral, nos han traído hasta aquí y nos han hecho quienes somos. 

A veces las vemos. Se cogen de las manos cuando se ven, se reconocen, se dicen que se quieren, se dicen cuánto se quieren. Son como niñas viejas, son niñas viejas de infancias duras. Se entregan protección y afecto como han hecho siempre. Con el paso de los años, ese afecto se desnuda de formalidad y se carga de urgencia; el tiempo apremia, lo que tengan que decir, deben decirlo ya. Son mujeres admirables, mujeres gigantes.


lunes, 19 de julio de 2021

ULTRADERECHA Y VIOLENCIA

 ULTRADERECHA Y VIOLENCIA

La llegada de la ultraderecha a las instituciones y el aumento de la violencia en forma de asesinatos (asesinato racista en Murcia, asesinato homófobo en A Coruña) no son hechos aislados e independientes, bien al contrario, existe una clara correlación entre ambos.

Iván Espinosa de los Monteros  dijo que: “En España hemos pasado de dar palizas a homosexuales a que ahora impongan su ley”. De esta frase se deduce que dar palizas es mejor, infinitamente mejor. Y eso han hecho en A Coruña: matar a un chico de una paliza al grito de “maricón”.


En Murcia, un ex militar ha matado de varios disparos a quemarropa a un joven marroquí, Younes Bilal, porque sí, porque era un moro. Sin ninguna otra justificación más que la que se desprende del discurso que Vox se ha dedicado a difundir y en el que culpa a los inmigrantes de todos los males de nuestra sociedad. Hace pocos días, en Cabezo de Torres han aparecido pintadas contra el Islam acompañadas de una cabeza de cerdo atravesada por un cuchillo en la mezquita. 


¿Reflexionan? No, ellos no.  Hace poco Vox ha pedido  a sus seguidores que hostiguen al editor de El Jueves, la revista satírica, a su salida de la redacción. Están pidiendo a sus correligionarios que amenacen a quienes les critican. La violencia no surge por generación espontánea, está al final de todo ese discurso de odio. El asesinato es la culminación necesaria de ese nudo de maldad, miedo, perversión, incultura, crueldad, negación, insolidaridad, ignorancia,  de todo lo peor que existe en el alma humana. Como no les asiste la razón se tienen que hacer servir por la violencia.


Pero nada ocurre de la noche a la mañana. El blanqueamiento de la ultraderecha es muy alarmante. Según Isabel Diaz Ayuso si te llaman fascista es porque estás del lado bueno de la historia. Y casi da risa, pero  hay algo muy serio y muy preocupante en el fondo de todo esto que parece una boutade, una de esas tonterías que se le ocurren periódicamente a la cabeza de Ayuso, que funciona en automático todo el tiempo y que emite mensajes sin avisar a la parte racional, si es que existiera, que lo dudamos. Y no es la única: Pablo  Casado define la Guerra Civil como un "enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia", haciendo uso de una equidistancia imposible y ofensiva, negando la realidad histórica de un gobierno legítimo tumbado por un golpe de estado fascista de manual.  Y lo preocupante es de qué manera se cuela el mensaje de que el fascismo es algo con lo que transaccionar como si nada. ¿Por qué? ¿Cómo nos hacen admitir, siquiera sea de forma tácita, que una ideología que ha devastado Europa hace poco más de setenta años, puede entrar en el discurso? Un discurso al que las personas que creemos en la democracia nos oponemos, evidentemente,  pero que muchos otros defienden haciéndolo pasar por un relato “como cualquier otro”. Y eso es lo grave. Que no es “como cualquier otro”, es un relato que debería estar fuera del curso normal de lo discutible,  que debería estar proscrito como la defensa de la esclavitud o del canibalismo. Y debería estar proscrito por inconstitucional.

Hay algo en lo que estaremos todos de acuerdo. En nuestra constitución están recogidos los siguientes principios: todos somos iguales en derechos y obligaciones  y no se puede discriminar a nadie en razón de su raza, religión, sexo, procedencia, etc. El discurso fascista conculca todos estos principios. La homofobia, el racismo o el machismo no son opiniones, son la negación de los derechos de personas homosexuales, de personas extranjeras o de las mujeres. Y todo ello es inconstitucional.

Se auto invisten de patriotas a base de envolverse en la bandera. Ignoran que patriotismo es luchar por la unidad social (esa que amenazan a diario con su violencia) y no por la unidad étnica, de orientación sexual o de procedencia, pura falacia en un mundo globalizado como el nuestro, falacia que nos envía de vuelta a la Edad Media. 

No estoy exagerando. En este estudio (*) se recoge de qué modo la ultraderecha en España está más organizada y es más violenta que en otros países del entorno y muestra que en pocos países de Europa Occidental se da una situación tan grave como en el nuestro.  No podemos ni debemos ignorar las ya más que amenazas de la extrema derecha porque esto solo puede ir a más.

Las palabras de odio cargan las pistolas y los puños. La ultraderecha no puede ganar esta batalla cultural porque nos jugamos mucho, nos jugamos la convivencia en paz, nos jugamos la vida.


(*)https://www.sv.uio.no/c-rex/english/groups/rtv-dataset/rtv_trend_report_2020.pdf









martes, 13 de julio de 2021

UNA VIOLENCIA INNOMBRABLE

 EL CONSENTIMIENTO, UNA VIOLENCIA INNOMBRABLE

El jueves 20 de mayo se ha aprobado en España la ley de protección de la Infancia, una ley tan necesaria que escandaliza el hecho de que hayamos llegado a 2021 con una laxitud tal en los delitos contra menores.

Nos sirve como reflexión sobre este tipo de delitos el libro de Vanessa Springora “El consentimiento”, escrito en primera persona, en el que relata su temprana relación con el escritor Gabriel Matzneff. La autora describe su experiencia en un tono mesurado, sin concesiones a lo escabroso, sin dilatarse en descripciones superfluas.  Emplea un estilo sin alardes porque la historia personal debe sobresalir, el fondo no puede quedar velado por la forma. 

La autora fue seducida a la edad de catorce años por el escritor Gabriel Matzneff, quien además hizo de esta relación material literario. Ella se llama V. en el libro “La niña de mis ojos”, transformada en un personaje literario que encarna la justificación del abuso de menores. Tras años de terapia y perseguida por la posibilidad de haber sido convertida en coartada para este tipo abusos, ella decide responder de igual manera atrapándole a él en un libro. Él, en justa correspondencia, se llama G. en el libro de ella.

En el mensaje directo emitido en la época, él, el gran escritor, se ha enamorado de la niña y el amor todo lo justifica, todo lo puede, todo lo vence. Pero en el subtexto descubrimos que ella, la sublime, la divina, la niña de los ojos del literato no es el sujeto de esta relación asimétrica y abusiva, no es ni siquiera predicado, si acaso apenas un adjetivo utilizado en la misma frase una y otra vez. No es un sujeto sino un objeto intercambiable que su partenaire hará valer durante un tiempo mientras la alterna con otras niñas y niños de su edad tanto en París como en viajes a Manila, para disfrutar de (utilizando las propias palabras del escritor) “culos frescos” de diez y once años.

Hay seducción y no violencia en esta relación. La violencia siempre es sólida. La seducción es un fluido que impregna toda la relación y que no deja huella aparente. La seducción desarma a la víctima de toda resistencia, da una coartada al abusador que se permite poetizar sobre el abuso, convence a la sociedad de que ese tipo de relaciones no son nocivas, al contrario, todo niño y adolescente debería ser iniciado en la sexualidad por un adulto. En el consentimiento no hay agresión, sino lo que la autora llama “una violencia innombrable” porque no encuentra elemento físico al que anclarse. La devastación es igualmente inevitable.

Consentir es aceptar hacer algo que otro ha decidido, es dejar de ser sujeto para ser el objeto de otros deseos o necesidades. Observamos que lo que conduce al consentimiento es un vacío tácito o explícito. En el caso de la autora, la necesidad de una figura paterna, de reconocimiento y de autoestima. En el caso de los niños de Manila, una necesidad económica. Cada uno consiente por un motivo distinto, satisfaciendo con ello el deseo del pederasta, experto, como buen depredador, en encontrar las grietas de carácter que le permiten obnubilar a su presa.

Esta relación y las muchas que tuvo el escritor con otras niñas y niños, eran conocidas por todo el mundo. Comprendemos leyendo el texto que ella no tenía ni la más mínima opción de escapar, pero, ¿cuál es la clave que explica esta tolerancia social? Se trata de una sociedad que abraza y difunde el mito de la niña que seduce arteramente al inocente hombre adulto, como en la interpretación torticera que se hace del libro “Lolita” de Nabokov y que tan magistralmente desvela Lola López Mondéjar en su novela “Cada noche, cada noche”, en la que incluso denuncia a Matzneff: “ese escritor ruso-francés, ¿lo ha leído? Hace apenas dos años publicó un libro defendiendo abiertamente la pederastia”. Es especialmente sorprendente el trato que recibe Matzneff por parte de Protección de Menores, quienes advertidos de forma anónima de la relación abusiva que mantiene, le llaman a declarar solo para tratarle en la entrevista con una suavidad servil y cómplice, “no se inquiete señor G., esto no es más que una formalidad”. Aunque en caso de haber sido detenido por abuso de menores aún llevaba un comodín en la cartera: una carta del propio presidente de la República y amigo personal.

Numerosos intelectuales de la época firmaron un manifiesto a favor de la relación de adultos con menores que, ahora se sabe, fue redactado por el propio Gabriel Mathnef, también firmante, aunque mantuvo su identidad bajo las siglas G.M. Es el zeitgeist que a Springora le tocó vivir, el espíritu de la época que hace que la propia madre de la niña abusada sea tolerante con el abusador. Impregnada del espíritu de mayo del 68 que mantenía que el sexo era revolucionario y liberador, independientemente de la edad o filiación de sus protagonistas, no es capaz de ver el trauma al que su hija está siendo sometida. El consentimiento no es más que el nombre que se le da al abuso cuando todo un sistema social se ha puesto de acuerdo en que tal hecho es tolerable. Consentir es, como decíamos más arriba, aceptar ser objeto del deseo de otro. Pero dejar de ser sujeto para convertirse en objeto es algo que no sucede sin consecuencias. Otra cosa es que como sociedad ese hecho nos importe más o nos importe menos. En España, ahora, con esta ley, parece que nos importa más.

Existe todo un paradigma social que acepta cierto tipo de comportamientos. Solo cambiando ese paradigma se harán visibles los abusos, las fallas del sistema, pero esto no es fácil y lleva tiempo. Hubo otra niña, Francesca Gee, abusada por Matzneff que de adulta también escribió un libro relatando su experiencia y que fue rechazado por todas las editoriales a las que lo presentó (entre ellas la que publica el libro de Springora). El problema es que se adelantó a su tiempo. La comprensión social hacia este tipo de abuso ha llegado hasta nuestros días. Nada es tan difícil de cambiar como un comportamiento socialmente aceptado. El consentimiento, convertido en fenómeno editorial en Francia, ha puesto un espejo frente a la sociedad francesa obligándola a poner en cuestión ese paradigma. Ya era hora.



AMOR, CUIDADOS Y REMUNERACIÓN

 AMOR, CUIDADOS Y REMUNERACIÓN

Que la labor de los cuidados recae mayoritariamente en las mujeres no es ninguna novedad. Poco ha cambiado a lo largo de milenios.

Los cuidados y todo lo que ello conlleva están asignados a la mujer y son no remunerados por una razón: porque están vinculados a la emocionalidad, ámbito de lo femenino. La emoción, como todo el mundo sabe, es gratis. Por favor, sólo faltaba: se cuida a los hijos por amor, se pone la lavadora por amor, se ordenan los armarios por amor, se friega el váter por amor. Y así un largo etcétera de tareas que convierten la jornada laboral del amor en una jornada interminable, sin horario, sin vacaciones y no remunerada. Un negociazo, vaya. Por si ello fuera poco es además una labor invisible y por lo tanto carente de valor. Y no se vayan todavía que aún hay más: la que se queda en la casa, en ese mullido nidito de amor non-stop, es la mantenida. Como no “trabaja”, no tiene dinero y como no tiene dinero, tiene que pedírselo al proveedor oficial de pasta, o lo que es lo mismo, el amante esposo, compañero, novio, lo que la sitúa de forma permanente en el escalafón pedigüeño, esto es, en situación de inferioridad. 

Por supuesto, con el mayoritario acceso de las mujeres al mundo laboral, parte de este cuento ha cambiado, pero solo parte. Porque en los hogares donde trabajan el hombre y la mujer, la que  se suele ocupar  de que “no nos coma la mierda” sigue siendo la mujer, lo que añade unas veintidós horas de trabajo extra a la semana laboral. Veintidós horas no remuneradas. Es lo que tiene trabajar por amor.

A que las mujeres acepten (o se resignen a) este trato desigual contribuyen muchos factores: dificultad en el acceso a la educación, falta de referentes femeninos por el borrado de las mujeres a lo largo de la historia, necesidad de adecuarse a lo que la sociedad demanda de nosotras, etc. Los cuentos de hadas, las películas, las series de televisión, la publicidad nos enseñan que las niñas y luego mujeres debemos aspirar solo a triunfos vicarios (ser la churri del macho alfa) como por ejemplo en La Cenicienta, que consigue ascender en el escalafón social por vía marital, que es la que nos está permitida. ¿Qué hubiera pasado si La Cenicienta hubiera cobrado todas esas horas de trabajo gratuito, tan asimiladas a su identidad que acaban dándole el nombre que lleva? A lo mejor se hubiera comprado un piso y hubiera pasado de un tío que no es capaz de distinguirla de las demás si no es poniéndole un zapato ridículamente pequeño, un zapato que encarna todo lo que se espera que ella sea: pequeña, frágil, delicada, transparente. Pero nunca lo sabremos porque esa parte del cuento no está escrita.

La “doble jornada” tiene nombre de mujer y es resultado de la vieja división sexual del trabajo, que da por hecho que nosotras nos encargamos por amor de la casa y los cuidados familiares y personales (sin cobrar), mientras los hombres abordan la calle y las decisiones públicas (cobrando). 

El trabajo del hogar podría (y debería) ser un trabajo como otro cualquiera pero no lo es: es el único trabajo que ni tiene horario, ni tiene vacaciones, ni se puede posponer y sin embargo es el menos valorado, el invisible, el que carece de proyección social.

Según un estudio de Oxfam Intermón el trabajo no remunerado en España supone un 41% del PIB (*). Y ese trabajo no remunerado es básicamente femenino. Por lo visto las mujeres con nuestro voluntariado mantenemos casi la mitad de la economía nacional. Eso quiere decir que nos han contado el cuento justo al revés: no somos unas mantenidas sino unas mantenedoras. Ya es hora de saberlo para empezar a cambiarlo.


(*) https://tribunafeminista.elplural.com/2018/09/el-trabajo-domestico-no-remunerado-de-las-mujeres-alcanzaria-el-41-del-pib-en-espana-un-13-del-mundial/






sábado, 10 de julio de 2021

¿VIOLENCIA SIN GÉNERO?

 

¿VIOLENCIA SIN GÉNERO?

¿Existe la violencia de género? Es evidente que sí, pero hay quien lo niega. Desde la llegada de Vox al Congreso ha hecho de esta negación una bandera. Pero negar un problema no consigue que desaparezca; lo que sí consigue  es que sea imposible ponerle remedio. Quienes niegan  la violencia machista son cómplices necesarios de estos criminales a quienes llaman locos, casos aislados o violencia en general; violencia sin más, así, a granel, sin procesar, sin analizar.

Hay sujetos que exhiben carteles de Stop feminazis. Si creen que hay una única violencia, una violencia sin género, como ellos la llaman, ¿por qué no llevan un cartel que diga: “Stop nazis”? Dobles raseros por donde se les cuela la ideología rancia.

Negar la existencia de algo tan peligroso causa un daño que puede ser irreparable porque la realidad es tozuda como ella sola y no desaparece con ser negada. Reconocer un problema sirve para analizarlo, ponerle límites, combatirlo y finalmente erradicarlo. Lo contrario es dejar campo libre para que ese problema pueda manifestarse  en cualquiera de sus formas (insulto, violencia, secuestro, violación, asesinato)  de forma indefinida.

La violencia sin género es una opinión, opinión por cierto contraria a toda lógica y contraria también  a principios y consensos nacionales e internacionales, es manifestarse en contra de nuestra legalidad vigente, habida cuenta los convenios y declaraciones internacionales suscritos por España que condenan la violencia de género como un tipo de crimen diferenciado y merecedor de una protección especial. No hay que olvidar tampoco que esa negación está fundamentada sobre premisas manipuladoramente falaces como lo son las denuncias falsas.

¿Por qué ese empeño en negar algo que es evidente?  Está más que demostrado que hay un patrón que se repite: hombres que matan mujeres por el simple hecho de ser mujeres,  para no perder el control sobre ellas que el patriarcado les concede. Y como hemos visto recientemente, hay aún una forma más refinada de violencia contra las mujeres, una que consigue que su dolor sea interminable: dejarlas con vida pero matar a sus hijos. Insistimos, ¿por qué negarlo, entonces? Admitir la evidencia de que existe una violencia específica contra las mujeres equivale a admitir que existe una desigualdad que propicia esa violencia; admitir esto último exige poner en cuestión todo el sistema, que es lo que ha hecho el feminismo a lo largo de toda su existencia. Admitir que existe la violencia de género tiene como conclusión final convertirse en feminista. Y ellos no van a pasar por ahí, porque quieren seguir ostentando privilegios y que las mujeres permanezcan en el plano de desigualdad donde han estado siempre. Por eso precisan coartadas mentirosas, como las denuncias falsas, por eso tienen que negar este tipo de violencia. Quienes aceptan la estructura de poder en la que los hombres son superiores a las mujeres son incapaces de ver o incapaces de admitir que existe una violencia específica contra ellas.

Ese disparate de reciente creación denominado  violencia sin género nos haría volver atrás, a esa etapa en la que no se sabía cuántas mujeres morían a manos de sus parejas porque no se llevaba contabilidad de los feminicidios, a la época en que esos asesinatos eran catalogados románticamente con el calificativo de “crímenes pasionales”. Nos haría volver a tiempos en los que la maté porque era mía era un atenuante perfectamente válido.

No son monstruos, no son locos, no son casos aislados. Hay quien necesita pensar que son todo eso para alejarlos de sí (son monstruos, yo no lo soy, por tanto este problema no me atañe). Pero no es nada de eso, no infligen un daño aleatorio: es el machismo que mata con un patrón definido. Y pobres locos, por cierto, los enfermos mentales no merecen esa comparación.

Negar la violencia de género es rechazar todo lo que se ha hecho hasta ahora para proteger a las mujeres contra esa lacra, es dejar a las mujeres de nuevo desprotegidas frente a sus maltratadores, es darles la espalda como sociedad. Negar la violencia de género es violencia de género.

 

 

martes, 29 de junio de 2021

TRINCHERA DE LIBROS

 TRINCHERA DE LIBROS


Pienso en mi “libropuerta” y la imaginación me traslada de inmediato a imágenes de “La casita de chocolate”. Y de mí misma muy pequeña, claro, en la escuela, con ese libro. Fue probablemente lo primero que leí y que tuvo sentido completo. Debió ser una fascinación, un deslumbramiento, de lo contrario no seguirían acompañándome esas imágenes desde la lejanísima infancia. A partir de ahí los libros constituyeron una trinchera. Feliz de aquel que se enfrenta al mundo sin miedo. Yo sí lo tenía.  Estoy convencida de que, para aquellos que, como yo, tenían miedo al mundo, para los tímidos, los retraídos, los que nos sentíamos derrotados antes de que se iniciara la batalla, los que salíamos a la vida desarmados, para todos nosotros, digo, los libros han constituido siempre un refugio. Quizás os haya pasado como a mí. Leer nos daba la ocasión de viajar sin movernos del sitio, de protegernos detrás de los libros, vivir otras vidas más emocionantes que la nuestra, hacernos una trinchera de libros repleta de posibilidades. Pero en un giro de guión totalmente inesperado, leer nos dio además algo que no teníamos previsto: la capacidad de ordenar el mundo mediante la palabra, de pensarlo, de meditarlo, de explicarlo, de generar ideas complejas y de concebir otros mundos. Leer nos llevó a escribir. Leer nos llevó a crear. A desarrollar unas capacidades que nosotros pensábamos que eran limitadísimas y resultaron ser las armas de que la vida nos proveyó para salir al mundo y dejar en él nuestra impronta. Eso hicieron los libros con nosotros, eso hicieron los libros por nosotros: dotarnos de ideas, de pensamiento, de complejidad, de profundidad, e incluso a veces, a los más talentosos, de identidad. La lectura nos enseñó a comprender el mundo y a explicarlo, y aun en algunos casos felices, a crearlo.



#SALVADOSABORTO

 #SALVADOSABORTO

Hay una dificultad enorme en escribir cuando una está poseída por un sentimiento, en este caso dos: indignación y vergüenza. Es difícil ordenar racionalmente y poner en palabras la emoción. Hablo del programa Salvados del domingo 30 de mayo que ha versado sobre el derecho a la interrupción del embarazo tardío a raíz de la denuncia de varias mujeres murcianas  obligadas a desplazarse casi quinientos kilómetros para esta intervención, arriesgando con ello su salud física y psicológica.

Son mujeres cuyos bebés padecían patologías incompatibles con la vida debido a graves malformaciones.  O de embarazos que no se podían llevar a término sin poner en peligro la vida de la madre ¿Por qué no se puede dar ese servicio en Murcia, obligando a las mujeres a desplazarse, poniendo con ello en peligro su integridad física? Pues porque la abrumadora mayoría de los ginecólogos de la Región de Murcia son objetores de conciencia y no existe la infraestructura necesaria para garantizar ese derecho. 

Imaginemos este ejemplo: un feto cuyo cráneo no se ha formado y que carece de toda posibilidad de vivir; además, la integridad física de la madre peligra debido a este hecho. La objeción de conciencia impide a los ginecólogos practicar la interrupción del embarazo (sabiendo, insisto, que esa criatura no podrá llegar a vivir). Sin embargo esa misma conciencia a la que aluden no es obstáculo ninguno para abandonar a la madre a su suerte. ¿De qué conciencia hablamos, entonces?, ¿qué deontología médica, qué principios, qué compasión, qué humanidad?

Pero no se trata de una decisión individual sino colectiva; más grave aún, todo indica que se trata de una decisión colegiada. Sin embargo observamos que el estamento médico se escuda en el político y el político en el médico. ¿Quién queda fuera de la ecuación? Sí, exacto, las mujeres, que no les importan ni a los unos ni a los otros.

La interrupción del embarazo está protegida por ley y la objeción de conciencia también, pero cuando dos derechos colisionan deberá prevalecer el más urgente y este es el que tiene que ver con la vida y la salud de las personas. En cualquier caso no se trata de una cuestión individual, como queda dicho, o de muchas cuestiones individuales sumadas (cada uno de los casos de objeción de conciencia) sino de una cuestión colectiva, una cuestión de salud pública. La administración tiene la obligación de garantizar ese derecho a la salud obstétrica y por tanto debe tener entre su plantilla profesionales que no sean objetores para no poner en un riesgo vergonzoso, indignante e innecesario la salud física y psicológica de las mujeres de la Región de Murcia. 

Llevamos una semana en la que seis mujeres han sido asesinadas por la violencia machista. Mujeres asesinadas por ser mujeres, no lo olvidemos, porque ese es el hardcore de este tipo de violencia. El patriarcado es un sistema de opresión para el que las mujeres somos individuos de tercera división regional. Ese sistema y sus distintas ramificaciones es el que propicia y en último término justifica estas muertes. Ese mismo sistema se manifiesta en nuestra región y en otras, despreciando la salud obstétrica de las mujeres, obligándolas a desplazarse, sacándolas de la red sanitaria pública, conduciéndolas a centros privados con pocas garantías y menos medios, clínicas privadas con condiciones lamentables muchas veces, según ellas mismas denuncian. Eso ocurre cuando la vida y la salud de las mujeres no son una prioridad, eso ocurre cuando la vida y la salud de las mujeres no le importan a nadie.

Si vamos al fondo de la cuestión, esta carencia en nuestro sistema sanitario no se debe ni a un asunto individual de objeción de conciencia, ni a un tema de infraestructura, ni de medios, ni de recursos: es un problema político e ideológico. Una región profundamente conservadora con varias décadas de gobierno del PP, extremismo reforzado ahora con la entrada en escena de Vox, que niega a las mujeres un derecho constitucional, privándolas de la calidad asistencial imprescindible, arriesgando su integridad física y psicológica. 

Y luego hablan de respeto por la vida.





lunes, 31 de mayo de 2021

CUANDO NO HAY SITIO PARA LAS MUJERES

 

CUANDO NO HAY SITIO PARA LAS MUJERES

Película turca de domingo por la tarde en televisión. Argumento: un apuesto y reputado neurocirujano regresa a su casa después de un largo y exitoso viaje y se encuentra a su joven y bella asistenta durmiendo en el sofá.  Terminan enamorándose, claro, como es de rigor. Se trata de “La Cenicienta” puesta al día, sólo que el príncipe es ahora un médico; ella sigue siendo la criada porque para qué vamos a cambiar. Ignoramos por qué, pero hay últimamente en televisión una oleada de películas turcas de argumento fósil y profundamente machista, además de clasista y racista. En principio la película podría parecer inofensiva, pero nada es neutro y lo que en apariencia puede ser inocuo con frecuencia suele ser inicuo. En estos artículos hemos hablado en más de una ocasión de la importancia que tienen los transmisores culturales (películas, canciones, anuncios, videoclips,…) en la difusión de determinados valores.  Los valores que se transmiten en este caso abundan en la construcción de un marco de convivencia en el que los hombres son médicos y las mujeres friegan, en el que ellos son líderes y ellas están en un segundo plano, en el mejor de los casos;  o lo que es lo mismo, de la pertinencia de la desigualdad entre hombres y mujeres.

Durante la cumbre de Turquía que ha tenido lugar este mes de abril, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (primera presidenta de la Comisión Europea, hay que añadir) visita Turquía y se queda de pie durante la recepción del presidente turco, mientras que su colega, Charles Michel, presidente del Consejo de Europa y el propio Erdogan, presidente de Turquía, se acomodan en sendos  asientos. Para ella no había silla. O lo que es lo mismo: para ella no había sitio. Quedó relegada a un sillón lateral. Lo explica ella misma en este vídeo:

Si no hubiera precedente se podría atribuir a un error de protocolo. Pero resulta que sí hay precedente. Cuando Jean-Claude Juncker visitó Turquía en 2017 para él sí que hubo silla junto al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk,  y junto a Erdogan.

Debemos insistir en el hecho de que en años anteriores no faltó ninguna silla. Tampoco hubo ninguna mujer. Nada es casual. Por todo ello, no parece que haya sido un olvido, en todo caso un olvido intencionado, una provocación del gobierno turco hacia las mujeres en general y hacia la voluntad europea de ir hacia una igualdad efectiva en particular.

Parece evidente el empeño del gobierno turco por señalar el sitio que deben tener las mujeres, así se trate de la mismísima presidenta de la Comisión Europea. Y su sitio es de pie, en la sombra, en la insignificancia. La propia Ursula von der Leyen, en su denuncia del hecho, dice que esto le ha pasado a ella que es una privilegiada por su status y su posición, una privilegiada en primer lugar por poder denunciarlo. Pero qué será de los millones de mujeres silenciadas, ninguneadas, anuladas. Eso en el mejor de los escenarios ya que, como sabemos, la anulación es la punta del iceberg de todo tipo de violencias.

Para comprender este hecho en toda su magnitud cabe señalar también que Turquía ha abandonado la Convención de Estambul, un tratado que combate la violencia contra las mujeres. Esto en un país en el que el 38 por ciento de las mujeres que se han casado sufrieron violencia física o sexual durante su vida, según una investigación de 2014 citada por las Naciones Unidas. Un país que ocupa el puesto 133 entre 156 países en un informe del Foro Económico Mundial de 2021 sobre la Brecha Global de Género.

Ursula Von der Leyen cita a Kamala Harris: “la situación de la mujer representa la situación de la democracia”. Debemos permanecer muy vigilantes porque el fascismo avanza sobre Europa. El fascismo se llama  machismo cuando se trata de los derechos de las mujeres. Esta reciente ola de fascismo tiene mucho que ver con el tsunami feminista que hemos vivido en este último lustro, es el coletazo de la bestia. El fascismo no considera humanos a los que son de otra raza. Del mismo modo, el machismo no considera a las mujeres como enteramente humanas.

 

 

 

MADRID HA PEDIDO UN DESEO

 MADRID HA PEDIDO UN DESEO


Ser de derechas es muy fácil. Un político de derechas puede salir a decir (y así lo han hecho en numerosas ocasiones): yo he venido a la política a forrarme. Y sus correligionarios le aplaudirán. Muy bien, machote, yo también haría lo mismo. Fórrate mucho, que algo me tocará. Sin pensar que ese forramiento es a costa del bolsillo del propio correligionario, no sé de dónde se pensaran que sale la pasta... Si un político de izquierdas desliza siquiera algo remotamente parecido será lapidado en plaza pública. Y con razón, solo que, para que tengamos una vida política mínimamente sana, el de derechas merecería lapidamiento y no aplauso. Del discurso de izquierdas se desprende no solo un proyecto político sino también siempre una cierta moral, un ejemplo, un modelo. En el de derechas ya no y cada vez menos. Cada vez van más a cara descubierta, potenciando un neoliberalismo donde cabe todo, donde todos los deseos son susceptibles de ser satisfechos, caiga quien caiga. La satisfacción del deseo individual es la máxima prioridad. No la estabilidad, ni el futuro, ni la sostenibilidad del planeta, ni la salud de la ciudadanía, ni el bien común: el santo grial neoliberal es la satisfacción de los deseos individuales. Se ha abandonado en la derecha una moral encarnada en lo religioso, de la que ya solo queda una cáscara vacía sustanciada en Semana Santa, Navidad y bodas, para adoptar algo aún más perverso (por perverso que nos pareciera lo religioso): el todo vale, no hay freno, no hay moral. No existe el otro y no existe la sociedad (tal y como predicaba Thatcher, there isn’t such a thing as society), solo existe el votante y sus deseos, el comprador y sus deseos, el individuo y sus deseos. Una carrera hacia el abismo en un mundo finito.

¿Qué les ha dado Ayuso a sus votantes en Madrid, lo que precisaba el escenario en materia de salud?  Pues no, les ha dado justo lo que querían, lo que deseaban por encima de todo: bares abiertos para seguir trabajando (esto es clave) y para seguir consumiendo, para alimentar una fantasía de vuelta a la normalidad que con el agotamiento de un año largo de pandemia se ha convertido en el sueño de cada votante. ¿Era lo que convenía a la comunidad? Es evidente que no: índices de mortalidad por las nubes, tasas de contagio disparadas y  el ejemplo de otros presidentes autonómicos del PP haciendo en condiciones los deberes pandémicos. Pero ella no, ella ha hecho alarde de irresponsabilidad y le ha salido a cuenta. No ha habido evento, corrida de toros, concierto al que no se haya dado el visto bueno. Menos a las manis del 8 de marzo, porque como todo el mundo sabe, sólo el feminismo contagia. Ha sido capaz de reeditar Magaluf y Salou en Madrid. Los mismos franceses que no podían festejar en su país merced a la prudencia pandémica de sus autoridades sanitarias, se venían en manada a Madrid a ponerse hasta el cogote de visitar museos… del vino. Si yo les doy a mis hijos pizza todos días y les dejo el wifi abierto 24 horas, me votarán madre del año para siempre. Pero no es lo que les conviene. Es una medida cortoplacista e irresponsable, que unida al pulso sin precedentes que le ha echado al gobierno central la ha dejado a las puertas de la mayoría absoluta, bloqueando el crecimiento de Vox porque ella lo es todo, ultraderechista también. No le falta un perejil a la señora.  

Y yo no veo un votante idiota, veo un votante no politizado que vota como quien echa una moneda a un pozo y pide un deseo. Y el deseo es que se acabe la pandemia. Lo malo es que no existe evidencia científica de que los pozos devuelvan deseos y es bastante probable que su imprudencia y su irresponsabilidad, tanto del PP madrileño como de sus votantes, terminemos pagándola todos.