lunes, 31 de mayo de 2021

CUANDO NO HAY SITIO PARA LAS MUJERES

 

CUANDO NO HAY SITIO PARA LAS MUJERES

Película turca de domingo por la tarde en televisión. Argumento: un apuesto y reputado neurocirujano regresa a su casa después de un largo y exitoso viaje y se encuentra a su joven y bella asistenta durmiendo en el sofá.  Terminan enamorándose, claro, como es de rigor. Se trata de “La Cenicienta” puesta al día, sólo que el príncipe es ahora un médico; ella sigue siendo la criada porque para qué vamos a cambiar. Ignoramos por qué, pero hay últimamente en televisión una oleada de películas turcas de argumento fósil y profundamente machista, además de clasista y racista. En principio la película podría parecer inofensiva, pero nada es neutro y lo que en apariencia puede ser inocuo con frecuencia suele ser inicuo. En estos artículos hemos hablado en más de una ocasión de la importancia que tienen los transmisores culturales (películas, canciones, anuncios, videoclips,…) en la difusión de determinados valores.  Los valores que se transmiten en este caso abundan en la construcción de un marco de convivencia en el que los hombres son médicos y las mujeres friegan, en el que ellos son líderes y ellas están en un segundo plano, en el mejor de los casos;  o lo que es lo mismo, de la pertinencia de la desigualdad entre hombres y mujeres.

Durante la cumbre de Turquía que ha tenido lugar este mes de abril, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (primera presidenta de la Comisión Europea, hay que añadir) visita Turquía y se queda de pie durante la recepción del presidente turco, mientras que su colega, Charles Michel, presidente del Consejo de Europa y el propio Erdogan, presidente de Turquía, se acomodan en sendos  asientos. Para ella no había silla. O lo que es lo mismo: para ella no había sitio. Quedó relegada a un sillón lateral. Lo explica ella misma en este vídeo:

Si no hubiera precedente se podría atribuir a un error de protocolo. Pero resulta que sí hay precedente. Cuando Jean-Claude Juncker visitó Turquía en 2017 para él sí que hubo silla junto al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk,  y junto a Erdogan.

Debemos insistir en el hecho de que en años anteriores no faltó ninguna silla. Tampoco hubo ninguna mujer. Nada es casual. Por todo ello, no parece que haya sido un olvido, en todo caso un olvido intencionado, una provocación del gobierno turco hacia las mujeres en general y hacia la voluntad europea de ir hacia una igualdad efectiva en particular.

Parece evidente el empeño del gobierno turco por señalar el sitio que deben tener las mujeres, así se trate de la mismísima presidenta de la Comisión Europea. Y su sitio es de pie, en la sombra, en la insignificancia. La propia Ursula von der Leyen, en su denuncia del hecho, dice que esto le ha pasado a ella que es una privilegiada por su status y su posición, una privilegiada en primer lugar por poder denunciarlo. Pero qué será de los millones de mujeres silenciadas, ninguneadas, anuladas. Eso en el mejor de los escenarios ya que, como sabemos, la anulación es la punta del iceberg de todo tipo de violencias.

Para comprender este hecho en toda su magnitud cabe señalar también que Turquía ha abandonado la Convención de Estambul, un tratado que combate la violencia contra las mujeres. Esto en un país en el que el 38 por ciento de las mujeres que se han casado sufrieron violencia física o sexual durante su vida, según una investigación de 2014 citada por las Naciones Unidas. Un país que ocupa el puesto 133 entre 156 países en un informe del Foro Económico Mundial de 2021 sobre la Brecha Global de Género.

Ursula Von der Leyen cita a Kamala Harris: “la situación de la mujer representa la situación de la democracia”. Debemos permanecer muy vigilantes porque el fascismo avanza sobre Europa. El fascismo se llama  machismo cuando se trata de los derechos de las mujeres. Esta reciente ola de fascismo tiene mucho que ver con el tsunami feminista que hemos vivido en este último lustro, es el coletazo de la bestia. El fascismo no considera humanos a los que son de otra raza. Del mismo modo, el machismo no considera a las mujeres como enteramente humanas.

 

 

 

MADRID HA PEDIDO UN DESEO

 MADRID HA PEDIDO UN DESEO


Ser de derechas es muy fácil. Un político de derechas puede salir a decir (y así lo han hecho en numerosas ocasiones): yo he venido a la política a forrarme. Y sus correligionarios le aplaudirán. Muy bien, machote, yo también haría lo mismo. Fórrate mucho, que algo me tocará. Sin pensar que ese forramiento es a costa del bolsillo del propio correligionario, no sé de dónde se pensaran que sale la pasta... Si un político de izquierdas desliza siquiera algo remotamente parecido será lapidado en plaza pública. Y con razón, solo que, para que tengamos una vida política mínimamente sana, el de derechas merecería lapidamiento y no aplauso. Del discurso de izquierdas se desprende no solo un proyecto político sino también siempre una cierta moral, un ejemplo, un modelo. En el de derechas ya no y cada vez menos. Cada vez van más a cara descubierta, potenciando un neoliberalismo donde cabe todo, donde todos los deseos son susceptibles de ser satisfechos, caiga quien caiga. La satisfacción del deseo individual es la máxima prioridad. No la estabilidad, ni el futuro, ni la sostenibilidad del planeta, ni la salud de la ciudadanía, ni el bien común: el santo grial neoliberal es la satisfacción de los deseos individuales. Se ha abandonado en la derecha una moral encarnada en lo religioso, de la que ya solo queda una cáscara vacía sustanciada en Semana Santa, Navidad y bodas, para adoptar algo aún más perverso (por perverso que nos pareciera lo religioso): el todo vale, no hay freno, no hay moral. No existe el otro y no existe la sociedad (tal y como predicaba Thatcher, there isn’t such a thing as society), solo existe el votante y sus deseos, el comprador y sus deseos, el individuo y sus deseos. Una carrera hacia el abismo en un mundo finito.

¿Qué les ha dado Ayuso a sus votantes en Madrid, lo que precisaba el escenario en materia de salud?  Pues no, les ha dado justo lo que querían, lo que deseaban por encima de todo: bares abiertos para seguir trabajando (esto es clave) y para seguir consumiendo, para alimentar una fantasía de vuelta a la normalidad que con el agotamiento de un año largo de pandemia se ha convertido en el sueño de cada votante. ¿Era lo que convenía a la comunidad? Es evidente que no: índices de mortalidad por las nubes, tasas de contagio disparadas y  el ejemplo de otros presidentes autonómicos del PP haciendo en condiciones los deberes pandémicos. Pero ella no, ella ha hecho alarde de irresponsabilidad y le ha salido a cuenta. No ha habido evento, corrida de toros, concierto al que no se haya dado el visto bueno. Menos a las manis del 8 de marzo, porque como todo el mundo sabe, sólo el feminismo contagia. Ha sido capaz de reeditar Magaluf y Salou en Madrid. Los mismos franceses que no podían festejar en su país merced a la prudencia pandémica de sus autoridades sanitarias, se venían en manada a Madrid a ponerse hasta el cogote de visitar museos… del vino. Si yo les doy a mis hijos pizza todos días y les dejo el wifi abierto 24 horas, me votarán madre del año para siempre. Pero no es lo que les conviene. Es una medida cortoplacista e irresponsable, que unida al pulso sin precedentes que le ha echado al gobierno central la ha dejado a las puertas de la mayoría absoluta, bloqueando el crecimiento de Vox porque ella lo es todo, ultraderechista también. No le falta un perejil a la señora.  

Y yo no veo un votante idiota, veo un votante no politizado que vota como quien echa una moneda a un pozo y pide un deseo. Y el deseo es que se acabe la pandemia. Lo malo es que no existe evidencia científica de que los pozos devuelvan deseos y es bastante probable que su imprudencia y su irresponsabilidad, tanto del PP madrileño como de sus votantes, terminemos pagándola todos.


domingo, 2 de mayo de 2021

VOX Y LA RETROESPAÑA

 

VOX Y LA RETROESPAÑA

Han enviado cuatro balas de fusil a tres representantes gubernamentales. Cuatro balas de fusil en 2021. Amenazas de muerte en la campaña electoral de Madrid, en 2021. Lo tengo que repetir para poder creérmelo.  Por si esto no fuera suficiente,  la representante de Vox, al mejor estilo neo nazi, se niega en público a condenar esas amenazas. Se niega a condenar esas amenazas blanqueándolas y haciéndolas propias, como si no supiéramos de dónde vienen. Pero esperábamos que tuvieran la mínima decencia democrática de disimular. Pues no, no disimulan y eso es lo preocupante. Salen a cara descubierta como los avalistas de esas cuatro balas. Se marcha Pablo Iglesias del debate en la SER, con toda dignidad, de una mesa donde hay una persona que no condena las amenazas que él y su familia han recibido, y Rocío Monasterio le hostiga, márchese, márchese y cierre al salir, como una hooligan, como la hooligan que es. Cómo es posible que tengamos a alguien así optando a ser nuestra representante en las instituciones. Cómo hemos llegado hasta aquí, cómo hemos hecho nuestro este nivel de Retroespaña.

Imagino el retroceso que tendría el fusil encargado de disparar esas cuatro balas. Imagino a dónde nos enviaría ese retroceso. A las mujeres nos mandaría sin ninguna duda de vuelta a la cocina y con la pata quebrada, nuestro lugar natural en esa Retroespaña. A las personas homosexuales, en el mejor de los casos, de vuelta al armario, cuando no  a la cárcel. La laicidad sería un recuerdo, nos íbamos a enterar de lo que de verdad significa  adoctrinamiento en las aulas, el pin parental nos iba a parecer un chiste. La persecución y el hostigamiento contra los inmigrantes serían tarea gubernamental.

Vox ha entrado en la campaña electoral madrileña con una motosierra, proyectando su miseria moral en un cartel deleznable que dice que un mena cobra 4.700€ al mes mientras tu abuela 426€. Una se pregunta cómo es posible que alguien pueda llegar a creerse que un niño sin familia (es lo que significa MENA, menor no acompañado) cobre cuatro mil setecientos euros al mes;  pues sí, hay quien se lo cree. No es ninguna novedad, esta paradoja de la mente humana fue descrita por Platón: los seres humanos percibimos la realidad como imágenes proyectadas en el fondo de una caverna.  Pero la potencia de esas imágenes es ahora mayor que nunca porque, gracias a la multitud de medios, los mensajes se pueden replicar hasta el infinito. Cuanto más se replican, más corporeidad ganan, hasta el punto de superar en percepción de realidad a la propia realidad. La brevedad de los mensajes ayuda a que se repitan con más facilidad. Las campañas de la ultraderecha mundial, por inspiración de Steve Bannon, se hacen sobre todo en redes sociales: imágenes puño y mensajes cortos que contienen un discurso completo.

Los mensajes de Vox se benefician de la brevedad porque, como bien sabemos, son cualquier cosa menos elaborados. Si nos centramos en el ejemplo de la inmigración, auténtico buque insignia de la ultraderecha, es imposible que los votantes de Vox no sepan que los inmigrantes cobran una miseria, que son explotados y que hacen los trabajos que nadie quiere hacer. Sin embargo, que la realidad no te estropee una buena coartada para tu fobia contra el extranjero pobre, por lo tanto prefieren creerse que a los inmigrantes se les regalan pisos según se van bajando de la patera y que viven en España de las ayudas sociales durante seis meses para luego irse otros seis meses de vacaciones a su país.  No hay nada más complicado que convencer a la gente de que la realidad que perciben vía medios  y redes no es real, sobre todo si esa realidad está en concordancia con sus prejuicios y con sus miedos. Y no digamos nada si esa idea de realidad es avalada por los políticos de su confianza. El trampantojo completo.

Es verdad que los relatos no podrían estar más desconectados de la realidad pero trabajan en combinación con miedos y prejuicios y hay miedos y prejuicios que nos acompañan desde hace décadas, algunos desde hace incluso siglos. Los votantes de Vox realmente se creen  que Tarik y el Moro Muza han venido en patera y  que estamos de nuevo a las puertas de la batalla de las Navas de Tolosa. Las imágenes de Santiago Abascal a caballo por tierras andaluzas o con casco de los Tercios de Flandes, dan idea de esa reconquista. Pura escenografía, tan simplona y ridícula que ha dado risa hasta que ha empezado a dar miedo.

Vox quiere llevarnos a una Retroespaña de toros y rosario, de puro y pescozón, de misa y fusil, de desigualdad y miedo. Hay que combatir esa  Retroespaña con toda la democracia posible. Nos va el futuro en ello.