domingo, 18 de octubre de 2020

DONDE DICE “MENAS” PONGA USTED “NIÑOS”

 

DONDE DICE “MENAS” PONGA USTED “NIÑOS”

Un grupo neonazi se reúne en San Blas para hostigar frente al piso en el que viven a un grupo de menores no acompañados, “menas” según su acróstico, tutelados por la Comunidad de Madrid. Bien. Como el lenguaje es un arma que crea y destruye mundos, la sola palabra “mena” se ha cargado de connotaciones negativas, convirtiéndose en sinónimo de pequeño delincuente, agresor, ladrón, ratero, violador. Se pueden seguir añadiendo sustantivos, pero creo que ya tenemos el concepto más o menos acotado. Menor, aplicado a una persona, en castellano significa “niño/a”. Ahora, tome usted las consignas coreadas por estos ciudadanos ejemplares y donde pone “menas” ponga usted “niños” (de niños se trata, en situación de intensa vulnerabilidad además, puesto que carecen de familia). Este es el resultado:

Puto niño

Fuera niños de nuestros barrios

Ni un puto niño en San Blas

Madrid será la tumba de los niños

Se trata de una manifestación neonazi: brazos en alto, símbolos ultras, consignas racistas,  sin embargo según El Mundo son “vecinos de San Blas manifestándose”. Otro ejemplo de cómo el lenguaje cambia la realidad para adaptarla a los intereses del emisor del mensaje.  Así trata el periódico este episodio. Cuando el ascenso de la ultraderecha sea imparable nos preguntaremos cómo ha podido pasar.

sábado, 17 de octubre de 2020

¡VIVA EL REY!

 

¡VIVA EL REY!

Al monarca residente le ha salido club de fans. Bueno, estaba latente, pero ahora se han venido arriba. Un sencillo ¡Viva el rey! en un vídeo con ciento ochenta y tres participantes. Interminable, oye, con un poco de suerte antes de que te termines el vídeo ha llegado la Tercera República. El grupo promotor  del vídeo se llama “Libres e iguales”. Libres como libertad tuvimos en su día para decidir si monarquía o república, iguales como igualdad disfrutamos del rey para abajo.

El vídeo nos ofrece varios momentos estelares:

-          Un  Arcadi Espada al que parece que se le ha caído el móvil al váter mientras profiere un desganado “sí, claro, viva el rey”, en plan “ah, sí, venga, que viva…”.  Pero Arcadi, ¿es que no tienes community manager con lo influencer que tú eres, chaval?

-          Toni Cantó blandiendo el puño mientras arenga que lo progresista y lo revolucionario es decir “Viva el Rey” que ya no sabe una si está defendiendo al rey o conduciendo al pueblo a la Bastilla.

-          Tamara Falcó que palmea muy contentica y que conociéndola no sabes si en su caso lo de “Viva el rey” va por el Rey León, por el rey del Rock o por Lorenzo Lamas, el rey de las camas.

-          Belén Esteban que está muy bien en su papel de defender al estamento del que procede.

-          Un espontáneo con una empanada mental que ni Ayuso: “porque creo en el republicanismo de verdad, viva el rey”.

-          Echo en falta a Arturo Pérez-Reverte. Debía estar defendiendo el palacio de invierno del ataque bolchevique.

Luego os quejáis porque sois unos descreídos pero estos monárquicos nos están dando momentos inolvidables.

viernes, 9 de octubre de 2020

EL CONSENTIMIENTO

EL CONSENTIMIENTO

Cuatro franceses que estaban haciendo turismo en Sevilla violan a dos chicas de quince y dieciséis años en estado de embriaguez.  Una mujer policía explica el caso en televisión y se esfuerza  mucho por aclarar que NO hubo consentimiento. ¿Por qué se esfuerza? ¿Por qué tiene que aclararlo? ¿Acaso no está claro?: ellas son dos adolescentes  en estado de embriaguez y  se encuentran en el piso de ellos, que son mayores de edad y las superan en número. Pues hay que aclararlo porque el espinoso tema del consentimiento sigue siendo materia de discusión. Sería pura cuestión de sentido común tal y como se presentan los hechos, pero el patriarcado presiona en sentido contrario: a lo mejor ellas consintieron, quizás iban provocando y fueron ellas las que propiciaron el encuentro, en cuyo caso, incluso si han sido violadas, son ellas las culpables. Estaban bebidas y para el patriarcado una mujer inerte es una ocasión para un cómodo asalto sexual (hay infinitas bromas, chistes, filmes de mal gusto que corroboran este principio). Como están ausentes no pueden decir que no y si no dicen que no, entonces es claramente que sí. Incluso cuando es no puede ser , según este criterio. La cuestión es tan perversa que puede la mujer estar muerta y haber consentido.

No se conformaron con violarlas, también lo grabaron en video. Hasta la eclosión de las redes sociales el porno se hacía, digamos, a nivel profesional; ahora se puede llevar a nuestra vida cotidiana. El porno es el márketing de la prostitución y si hasta ahora las violaciones grupales se daban en puticlubs de forma consentida (la mujer en situación de prostitución consiente, puesto que cobra), ahora esas mismas violaciones grupales se pueden llevar tranquilamente a la calle. Y el trivial tema del consentimiento se deja a criterio de los jueces y de la opinión de cada cual. En la violación de La Manada un juez y parte de la población vieron consentimiento (jolgorio decía el juez). Este es un ejemplo muy válido de hasta qué punto la prostitución nos iguala a las mujeres convirtiéndonos a todas  en prostitutas potenciales. Lo único que nos separa de esas mujeres que el patriarcado pone a disposición de cualquier hombre es el consentimiento, que, como hemos dicho antes, es una cuestión que depende del criterio de cada cual. Por eso la mujer policía se esfuerza, con la mejor de las intenciones, en aclarar que no hubo consentimiento.

Tradicionalmente el sexo ha sido siempre una prerrogativa y un privilegio de los hombres. Las mujeres debían carecer de deseo sexual. En mayo del 68 se revisaron los principios relativos a la sexualidad y se extendió la idea de que toda práctica sexual es afirmativa y liberadora. Fue un momento político poliédrico algunos de cuyos postulados ahora se ponen en cuestión. Uno de los aspectos revisados es el papel de las mujeres en aquellos años. Dice el historiador Philippe Artières, " En Francia no hubo una liberación sexual en 1968, era una sociedad extremadamente machista, en la que se esperaba que las chicas prepararan los sandwiches mientras los chicos protestaban". La mujer liberada del mayo del 68 es una que siempre está dispuesta al sexo. En realidad esa es la mujer que reclama la fantasía masculina del machismo. Ni siquiera se llega a plantear el tema del consentimiento porque ellas siempre quieren. Esa idea ha sido recogida, replicada y ampliada por el neoliberalismo, un neoliberalismo transversal que todo lo coloniza y que se expresa en el tipo de ocio, en el modelo de mujer, en la música, en la publicidad. El tema del consentimiento, repetimos,  nunca se ha planteado seriamente. No ha estado en la agenda.

Y así nos encontramos con la violación de La Manada, en la que aún se discute si hubo o no consentimiento y con la violación de esta pasada semana, donde hay que dejar claro, porque siempre hay dudas, que dos niñas ebrias de quince y dieciséis años no consintieron en su violación por parte de cuatro hombres, porque mostraron resistencia.  Con lo fácil que es: no es no, sólo sí es sí.

 


COVID: VUELTA A LA CASILLA DE SALIDA

 

COVID: VUELTA A LA CASILL A DE SALIDA

 

Durante el confinamiento hubo quien se preparó mentalmente para el final del encierro y se entrenó como una botella de gaseosa dando botes: se va a enterar la cuarentena cuando me suelten, me voy a atornillar a una barra de bar y me van a tener que separar con pico. Efectivamente, ha habido peña que ha salido de la cuarentena como una Casera bien agitada, boom, en tropel, a llenar bares, discotecas, playas, plazas de toros... La desescalada fue desbandada y todo lo que vino después estuvo a la misma altura.


Ahora llega septiembre con cifras de contagio que dejan pequeñitas las de marzo. Somos los fucking amos, los campeones de la Covid Champions League. Nos miramos unos a otros y nos decimos: ¿Qué ha pasado? Pues ha pasado que nos pensamos que lo del confinamiento era un periodo de penitencia y que cumplida la expiación de nuestros pecados podíamos volver ya purificados a una nueva normalidad que era una réplica exacta de la vieja. Y no. Resulta que no. Resulta que el virus no venía con una maletita para pasar un fin de semana entre nosotros y luego largarse  como creímos al principio, sino con un camión de mudanzas con perro y suegra y que la casa que ocupa  no es alquilada sino que ha firmado una hipoteca a cincuenta años. Ya podemos ir haciéndonos a la idea.

No ha bastado con que una mayoría de la población haya hecho un enorme esfuerzo para mantener a raya esta enfermedad fría que nos impide tocarnos y haya respetado las normas porque basta con que unos pocos se paseen con la mascarilla colgando de una oreja, se junten sin ton ni son en plazas de toros abarrotadas o en botellones descontrolados, viajen a su pueblo a pesar de haber dado positivo en Covid, para que septiembre vuelva a ser marzo, en un día de la marmota exasperante.

 

La imprudencia, todo hay que decirlo, también tiene sesgo politico. Hay una correlación entre la indiferencia y/o la negación de la pandemia y el interés por el beneficio neto. El negacionismo, no lo olvidemos, es cortoplacista y pone la economía por delante de la salud. Ahí están los trumps y bolsonaros del mundo para demostrarlo. Hay politicos para quienes los viejos son un lujo vintage del que debemos prescindir. Luego están los happyflowers de la vida que prefieren cerrar los ojos que enfrentarse a la realidad y si hay algo en el aire que interfiere con su concepción de un mundo de abracitos y corazones, niegan sus existencia y conflicto solucionado.


Ahora que parece marzo otra vez tenemos que organizar en  nuestra cabeza un itinerario para vivir en este campo de minas vírico y echar mano de los stocks de prudencia que tengamos. Si leemos correctamente los mensajes que la pandemia nos está mandando, comprenderemos que esto no se pasa en cuatro días. No debíamos haber dado lugar a comprobar dolorosamente lo que era evidente desde el principio: teniendo en cuenta que una sola persona en Wuhan, China, ha puesto en marcha esta debacle planetaria, ¿Cómo podemos pretender que el virus haya huido con armas y bagajes porque hayamos estado encerrados dos meses? No, no ha huido, se ha quedado agazapado en nuestro portal y ahora lo que nos toca es extremar la prudencia. Prudencia, cautela y disciplina que para hacer el tonto ya tenemos a unos cuantos que parece que durante la cuarentena han tenido un brote. Cómo llamaríamos si no a la recomendación de Trump de beber lejía, a los twits enloquecidos de un Miguel Bosé  que parece Rasputín (¡vamos a morir todoooos!), al acto de José Luís Mendoza advirtiéndonos de que las fuerzas del mal nos van a instalar un chis o al obispo Cañizares afirmando que la vacuna se fabrica con fetos abortados y es obra del diablo.

 

Que 2020 se nos está quedando como para enmarcarlo y ponerlo encima de la chimenea ya no hay quien lo ponga en duda y para demostrarlo septiembre vuelve a ser marzo.

 

MÁS MUJERES, MÁS JUSTICIA

 

MÁS MUJERES, MÁS JUSTICIA

 

L a foto que acompaña este texto es la de la apertura del año judicial 2019-2020 en España, todo hombres, como se puede ver. En la apertura del año 2020-2021 afortunadamente ya hay dos mujeres algo que,  aunque insuficiente, pues seguimos estando infra representadas, supone un tímido avance con respecto a años anteriores. Pero la realidad es que durante demasiado tiempo esta ha sido la imagen oficial de la justicia en nuestro país: ni una sola mujer. Este hecho  es aún más doloroso si tenemos en cuenta que en esta profesión existe una mayoría de juezas: el  53,9%. Ya hay en nuestro país más juezas que jueces y a pesar de ello, han tenido dificultades para llegar al Tribunal Supremo. Aquí tenemos el fiel reflejo de una justicia masculinizada en la que el testigo del poder pasa de un hombre a otro. Si alguien cuestiona la existencia de un techo de cristal, esta foto es una demostración empírica. Demuestra también que no ha habido en España voluntad política por corregir una asimetría que afecta a uno de los pilares básicos de toda democracia como lo es la administración de la Justicia. Todo ello a pesar de las recomendaciones internacionales que animan a corregir estas desigualdades  promoviendo acciones que favorezcan el acceso equilibrado dentro de la carrera judicial. Si no se hace así, nuestro texto constitucional no será más que papel mojado.

La presencia residual de las mujeres en el ámbito del poder judicial expresa una falta de democracia paritaria. Es evidente que la calidad de la justicia se ve afectada por este desequilibrio que ha sido una constante durante toda la historia de nuestra democracia.  Este hecho tiene  “un efecto multiplicador porque las sentencias del Tribunal Supremo se integran en el “ordenamiento jurídico” por la vía de la jurisprudencia, vinculando a más de 5000 jueces y juezas de todas las jerarquías y jurisdicciones”, según un comunicado de la Asociación de Mujeres Juezas de España, cuyo  lema da título a este artículo.

Este desequilibrio tiene su reflejo en sentencias como la de La Manada, ampliamente contestada en las calles, en la que una interpretación sesgada de la justicia ha tenido dificultades para ver violación en el asalto sexual a una joven por parte de cinco hombres. Si en el conjunto de la judicatura no está correctamente representada la experiencia humana, femenina y masculina, es difícil que se imparta una justicia que merezca tal nombre.

En un mundo globlalizado como este, la falta de paridad en la judicatura no existe sólo en España, por desgracia. Este sábado ha muerto la jueza estadounidense de origen ucraniano Ruth Bader Ginsburg, segunda mujer en la historia de su país en ser  designada para el Supremo. Ella ha sido un referente en el mundo de la justicia y dedicó toda su carrera a la lucha por la igualdad legal de género  y a los derechos civiles. Ruth Bader Ginsburg (conocida por sus iniciales R.B.G.) formaba parte de la Corte Suprema estadounidense, constituida en este momento por cinco jueces conservadores y cuatro progresistas. Se trata de un puesto vitalicio y el vacío que deja su muerte debe ser ocupado por otro juez o jueza, cuyo nombramiento depende de Donald Trump, con quien la jueza tuvo serios encontronazos (ella le tildó de “farsante”, comentario del que tuvo que retractarse públicamente). Hay razones para temernos lo peor.  Recordemos aquí que Trump consiguió durante su mandato que dos jueces conservadores accedieran a la Corte Suprema, uno de los cuales,  Brett Kavanaugh, estaba acusado de abusos sexuales. Este juez compartía puesto en el Tribunal con Ruth Bader Ginsburg: una jueza feminista junto a un juez bajo sospecha de abusos sexuales. No se nos ocurre ejemplo que exprese mejor hasta qué punto es imprescindible una presencia paritaria en el ámbito de la judicatura. Una justicia desigualmente representada no es justicia.