sábado, 11 de junio de 2022

¡A POR ELLAS, OÉ!

¡A POR ELLAS, OÉ!


Ya no deberían quedarnos dudas de que Vox va a por nosotras, oé.  Recientemente, mientras nos manifestábamos en denuncia por las dos últimas mujeres asesinadas en nuestro país, asesinadas debemos recordar por el simple hecho de ser mujeres, y mientras leíamos el manifiesto, un sujeto intentó silenciarnos al grito de "el patriarcado no existe ". No lo consiguió. Y el patriarcado sí existe, ese energúmeno era prueba andante y vociferante de lo mismo que pretendía negar.

Si no existe el patriarcado, ¿por qué se sienten tan manifiestamente interpelados, a qué viene esa agresividad en negar algo que, si no existe, no les debería preocupar? Porque saben que sí existe y que les proporciona unos privilegios a los que no están dispuestos a renunciar. Sólo que le llaman de otra manera: le llaman familia tradicional, homosexualidad en el armario o en el psiquiatra, aborto criminal, mujer madre y esposa, hombre dueño y señor.

El patriarcado existe y es el responsable de la muerte de una media de ochenta mujeres al año.  Es responsable de la desigualdad estructural que nos convierte en ciudadanas de segunda,  que posibilita la brecha salarial, el techo de cristal,  la conciliación a cargo de las mujeres, el puticlub a disposición del señor.

Vox en Castilla León se rearma de machismo,  pero no les llames machistas que se ofenden, que  ellos no son  machistas, son hombres como Dios manda, de escopeta al hombro y mujer en el hogar, hombres que creen que dar mayor libertad a la mujer es ampliarle la cocina.

No hay más que echar un vistazo a los tuits de Juan García-Gallardo Frings, el abogado de Vox (trabaja en el despacho de su papá, abogado defensor en numerosos casos de corrupción en el PP) que será vicepresidente en esa Comunidad Autónoma gracias al fallido viaje al centro del Partido Popular.  Veamos algunos ejemplos:

"Ser feminista es una ridiculez, más aún si no eres mujer ": el feminismo es una tontada y si encima el feminista es el hombre es que ha perdido la cabeza.

"Qué ridículo suena que las mujeres exijan igualdad de trato, cuando lo que quieren es seguir siendo tratadas igual de bien que hasta ahora": con lo bien que les va a las mujeres y aún piden más. Es que no tienen freno.

Y qué decir de la homosexualidad:

"Hay que heterosexualizar ese deporte repleto de maricones"

"Para mí no es lo mismo un matrimonio que el mal llamado matrimonio homosexual ":

Maroto silbando mientras mira al infinito.

Eso sí,  Gallardo  Frings  es tan valiente que ya está borrando tuits a destajo, no vaya a ser que supongan un inconveniente para medrar en política.

Para Vox el feminismo debe desaparecer porque con ese patriarcado que no existe ya nos va bastante bien a las mujeres y nuestras demandas son meros caprichos de malcriadas. En este tema Vox lleva la voz cantante y el PP le hace los coros. Feijóo, futuro presidente del PP, parecía que quería sacar a su partido de las veleidades ultras y llevarlo al centro. Y sí, al centro lo está llevando, pero al centro de la caverna. El gallego declaró hace unos días que la violencia vicaria tampoco existe (casualmente los conceptos que no existen son justo los que conceptualizan la desigualdad) y que se trata de eso que ellos llaman violencia intrafamiliar, un tótum revolútum donde si el hombre pega a una mujer un día, a lo mejor al día siguiente es la mujer la que golpea al hombre. Un empate en agresividad con el que se niega la violencia estructural contra las mujeres. Feijóo ha rectificado con la boca pequeña y después de una lluvia de críticas, pero ya sabemos por dónde va a ir la cosa en materia de feminismo.

Viendo el avance de Vox y la facilidad con que el PP se pliega a sus propuestas ultramontanas (o simplemente ultras) la que se nos viene encima es de órdago. Dentro del feminismo deberíamos posponer los debates que nos separan y estar más unidas que nunca. Lo vamos a necesitar.


MÁS FEMINISMO QUE NUNCA

MÁS FEMINISMO QUE NUNCA


Ahora que en nuestros telediarios se ha colado una película de la Segunda Guerra Mundial, solo que podría ser la tercera,  necesitamos más feminismo que nunca. La invasión de Ucrania por parte de Rusia pone en riesgo al resto de Europa en primer lugar y al mundo entero después debido a la amenaza nuclear.

En materia de igualdad esta guerra nos retrotrae cien años atrás como mínimo. Las mujeres salen del país junto con niños y ancianos.  Los hombres en edad de luchar deben permanecer en el país para combatir al invasor. El marco simbólico que es ofrecido y aceptado es el del hombre guerrero/protector frente a una mujer básicamente cuidadora, justo el marco simbólico que combatimos desde el feminismo y que se hará más fuerte durante y después de esta guerra. 


Como en esos asesinatos en los que el padre mata a la madre y a los hijos,  Putin prefiere la destrucción total antes que la pérdida de control. Trump es obsceno en su modo de expresarse, pero dice lo que piensa sin filtros: Putin es nuestro amigo,  es admirable en su desvarío asesino,  es como nosotros si nosotros nos atreviéramos. Trump está pensando: ojalá yo me atreviera como te atreves tú, Vladimir,  ojalá todos estos maricas me siguieran. Hay homoerotismo en la mirada de Trump sobre Putin. Existe esa misma mirada por parte de todos los señores de la guerra, tanto si lo expresan como si no. Existe en todos ellos ese deseo de golpear hasta matar o morir y esa admiración por aquel que finalmente se atreve a hacerlo. Hay un empeño destructor en estos ancianos seniles. Destruyen un mundo que no es como les gustaría,  rompen el juguete que les ha decepcionado antes de marcharse para siempre. Hay  una máxima archiconocida de Erich Hartman que vuelve a estar tristemente de actualidad: “La guerra es un lugar donde Jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian pero no se matan". Sin embargo parece que entre esos viejos no siempre hay odio, hay más bien un reconocimiento entre iguales. 


Todas las guerras se parecen y el espíritu que las inspira está basado en valores patriarcales: competencia, hegemonía, jerarquía, brutalidad, abuso, dominio, indiferencia emocional. La guerra es la expresión máxima del machismo. Para combatirla necesitamos más que nunca el corpus ideológico del feminismo: igualdad, empatía, solidaridad, compasión, generosidad, humanidad. Necesitamos apelar, hoy más que nunca, a todos aquellos ideales que nos alejen de la barbarie.


El conflicto, todo conflicto, tiende a exacerbar las desigualdades. Los papeles se dividen de forma más rígida: mientras los hombres tienen el deber de luchar, las mujeres tienen el deber de sostener la vida en medio de la guerra. La violencia sexual contra mujeres y niñas se generaliza en el conflicto y se utiliza también como táctica de guerra. En estas situaciones las mujeres sufren, además de la desigualdad y discriminación por ser mujeres, una carga añadida de violencia derivada de la situación de conflicto, menor acceso a la salud y a los recursos sanitarios, a los alimentos y a los recursos para procurar su supervivencia. La guerra es la aspiración del patriarcado porque se trata de un sistema opresor que incluye la competencia brutal entre rivales, tan brutal que al asesinato de la mujer le llaman crimen pasional. 


La dos guerras mundiales hicieron saltar por los aires y para siempre el ideal ilustrado de que la civilización y la cultura nos salvarían de la barbarie, demostrando amargamente que un mundo educado, civilizado, democrático, también podía generar un monstruo de destrucción como lo fue Hitler y el nazismo y demostrando al mismo tiempo que ni toda Europa, con su democracia y su cultura,  fue capaz ni tuvo la fuerza para oponerse a semejante destrucción. La invasión de Ucrania por parte de Rusia nos devuelve a la misma pesadilla. El feminismo es más necesario que nunca en estos tiempos de barbarie ya que el feminismo significa la impugnación de unos valores basados en la violencia machista. 












LOS OTROS REFUGIADOS

LOS OTROS REFUGIADOS

Al hilo de la terrible guerra en Ucrania, España está dando una lección histórica de cómo se debe acoger a personas que huyen de un conflicto armado. Los refugiados son bienvenidos, hay gente que va en coches a por ellos hasta la misma frontera, los niños y niñas son inmediatamente ubicados con familias que les acogen cariñosamente, se presta ayuda a todos los niveles y desde todas las instituciones. El gobierno va a conceder de forma inmediata permiso de residencia y trabajo, sanidad, educación, alojamiento y apoyo financiero a los ucranianos que se encuentren en situación irregular en España. Debemos enorgullecernos de ello. Creo que este comportamiento debería protocolizarse para ser aplicado en todos y cada uno de los casos a los que nos enfrentemos en el futuro.

Aún más. Un pueblo de Andalucía cambia durante la Semana Santa su nombre por el de Ucrania y el nombre de algunas de sus calles por el de ciudades ucranianas.  En otros casos, los refugiados bajan del autobús y son recibidos con una banda de música que toca su himno entre los aplausos de la población. Son abrazados y besados por la gente. Se les hace sentir que están a salvo. Emociona tanta solidaridad. Emociona mucho.

Pero a una no le queda más remedio que preguntarse por qué en cambio han sido tan mal tratados los refugiados procedentes de Siria, de Afganistán o del  África subsahariana.  No hacía falta recibirlos con una banda de música,  bastaba con no dejar que se ahogaran en el Mediterráneo. Bastaba con no dispararles pelota de goma cuando trataban de alcanzar la orilla.  Bastaba con no hostigar el barco en que viajaban hombres y mujeres, niños y niñas, negándole la entrada en cada puerto hasta que se quedaba sin provisiones ni agua potable.

El discurso conservador nos dice que los inmigrantes y los refugiados de otros países nos atacan, nos asaltan, nos invaden. De Ucrania han salido ya tres millones de personas y no estorban en Europa. Sin embargo, la ultraderecha insiste en identificar inmigración y delincuencia,  diciendo que los refugiados no europeos vienen a robar, a violar, a colapsar nuestros sistemas educativo y sanitario y a vivir de las ayudas sociales. No respetan ni la infancia: los menores ucranianos no acompañados son niños, los africanos son menas, que significa lo mismo pero a lo que se ha añadido una terrible connotación delictiva. Este conflicto ha dejado tristemente claro que el maná de la solidaridad no es para todos. Europa tiene reservado el derecho de admisión.

Valga este ejemplo. Un presentador de 13TV, para explicar a sus televidentes el tipo de refugiado que está llegando ahora, comparado en elipsis con el que ha estado llegando durante años en frágiles pateras u oculto en camiones, dice lo siguiente: "Es gente como tú y como yo. He visto bolsos de Dolce y Gabbana, ropa de Louis Vuitton. Gente que podría estar en Madrid perfectamente, como nosotros. Y vive en condiciones deplorables. Hacinados en centros comerciales que se convierten en campos de refugiados" (sic). Como nosotros, dice. Esa es la clave. Como nosotros. Porque hay que aclarar que la expresión “gente como tú y como yo” deja planetariamente fuera a los que no son como tú y yo. Esos aquí no caben. Las personas que huyen de guerras deben asegurarse primero que tienen el caché suficiente para entrar en un país europeo como el nuestro, donde te cuelgas del brazo el Louis Vuitton para ir a por pan. Racismo y aporofobia, qué combinación más creativa. Estamos acostumbrados a oír mensajes deplorables que dicen cosas como que los inmigrantes africanos que llevan móvil son unos privilegiados (“tan pobres no serán…”). Los refugiados de Ucrania pueden venir con lo que les dé la gana. Que para eso son como nosotros.

El derroche de solidaridad desplegado con Ucrania no puede borrar la vergüenza de la falta de humanidad mostrada con refugiados procedentes de guerras fuera del territorio UE.  Al contrario,  la ilumina por contraste. 

Bienvenida la solidaridad con el pueblo ucraniano, bendita solidaridad, pero el cuerpo sin vida del pequeño Aylan nos interpela ahora desde la playa donde le arrastró el mar de la indiferencia europea.



LA GUERRA: EFECTOS SECUNDARIOS

LA GUERRA: EFECTOS SECUNDARIOS 

El efecto secundario más evidente de la guerra, después de la muerte y la devastación en el país invadido, es una inflación galopante en el propio país y, merced a la globalización, en el resto del continente.  Eso significa que el carísimo precio de la guerra lo va a pagar, además de la inocente ciudadanía ucraniana,  la inocente ciudadanía europea, incluidos tú que me lees y yo misma. La disparatada subida de precios derivada del conflicto  y de la especulación que medra a su sombra harán que debamos trabajar un (ahora incalculable) número de horas extra para poder pagar los mismos bienes  que antes de que estallara esta guerra infame. De un día para otro esta guerra nos ha empobrecido de manera inopinada,  nos ha obligado a adquirir una deuda que no sabemos cuándo terminaremos de pagar. Sin olvidar que,  como ocurre con cada crisis perderán más los que menos tienen. 

El mundo que salga de la guerra se parecerá al nuestro pero ya no lo será.  Otras lógicas lo dirigirán. Y no hay mucho margen para el optimismo,  no podemos esperar que sea un mundo mejor.  No sé qué nos queda por ver pero a la velocidad a la que se suceden los acontecimientos, sin darnos un respiro ni permitirnos asimilar lo que va sucediendo, ya estaríamos listos para el siguiente golpe (o para la invasión alienígena, lo que antes llegue).  Si la teoría de la indefensión aprendida es cierta, la resistencia será mínima porque, como dice el dicho, lo poco espanta y lo mucho amansa. Las guerras están diseñadas para cambiar de golpe paradigmas sociopolíticos. Y esta,  aunque los muertos los ponga Ucrania,  afecta a toda Europa. 

Otra consecuencia inmediata de la guerra ha sido la derechización del tablero político  pasando primero por la militarización, que se manifiesta en la resurrección de la Otan, el envío de armas a la zona de conflicto y el incremento del presupuesto en defensa hasta un 2% del PIB que, como es lógico, se detraerá del presupuesto social. O lo que es lo mismo: menos pan y más fusiles. Esa derechización se ha visto reflejada llamativa y sorpresivamente en la postura de Sánchez con respecto al Sáhara. Los postulados que valen para Ucrania (apoyarla para que se libere del invasor) no valen para el Sáhara,  que sufrió invasión y destierro. No sabemos si la hipocresía y el cinismo son efectos secundarios de la guerra o venían ya de serie.

El cambio radical de nuestro marcó simbólico de un día para otro también es resultado de la guerra. Estaremos de acuerdo en que la guerra es  la hora de los psicópatas, que son homenajeados en lugar de ser puestos en manos de un psiquiatra. Pues ojo a este titular de Telecinco: "Wali, el francotirador de Canadá, se ríe de las tropas de Rusia desde una piscina de bolas en Kiev". Ilustrado con una foto colorida y  espeluznante de un militar abrazado a su arma y tumbado en una piscina infantil repleta de bolas multicolor.  Para reflexionar un rato.

La confusión y la guerra van siempre de la mano. Putin invade Ucrania para, según sus propios términos, “desnazificarla”. Esto resulta muy curioso teniendo en cuenta que, según demuestra un informe de la Eurocámara, el Kremlin ha financiado y promocionado partidos ultras en toda Europa: desde el partido de Erdoğan hasta el Frente Nacional de Marine Lepen y Vox en nuestro país. Nos reiríamos de la incoherencia si no hubiera muertos de por medio. Además, desnazificar qué, si él es el mayor nazi de toda Europa. Su profundo entendimiento con Trump es otra señal de que la extrema derecha es su medio natural y el fascismo su religión, cosa que prueba sobradamente la invasión de Ucrania. Pero sabe bien que si genera la suficiente confusión ya nadie sabrá a qué atenerse y podrá pescar adeptos en todos los caladeros. Cómo será la cosa que hasta hay atontados que piensan que Putin es comunista.

 Y por último, el efecto secundario estrella, el avance de los fascismos sobre Europa, que para eso habían sido financiados previamente por Putin como mencionábamos antes. Las crisis y los conflictos tienen la dudosa virtud de empujar a la ciudadanía a refugiarse en partidos extremistas, conservadores y fuertemente identitarios, o lo que es lo mismo,  partidos ultras. No, el mundo que salga de la guerra, cualquiera que sea el resultado, no será un mundo mejor. Será mucho peor, menos democrático y con menos esperanza. Ojalá me equivoque.





TERESA FRANCO: EL ACOSO QUE NO CESA

TERESA FRANCO: EL ACOSO QUE NO CESA

La militar Teresa Franco criticó el acoso dentro del ejército, luchó para que las mujeres fueran tratadas de forma equitativa y denunció la ausencia de chalecos antibalas femeninos. A partir de ese momento su vida laboral se complica y comienza a ser hostigada hasta que denuncia por acoso laboral a su superior por “delitos continuados de extralimitación en el ejercicio del mando y de abuso de autoridad “. Teresa era además secretaria de Igualdad de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME, asociación que defiende los derechos laborales militares ya que el sindicalismo es ilegal dentro del ejército). Para su capitán fue demasiado. Así lo resume Teresa: “No solo le había puesto una denuncia interna sino que encima era mujer y pertenecía a una asociación como secretaria de Igualdad. Creo que él no soportaba eso, el acoso que sufrí estaba fundamentado por el machismo”.

Tras diez años en el ejército con un expediente intachable, a raíz de la denuncia llega a acumular en un solo año seis faltas y 33 días de arresto. Durante la instrucción del caso se ordena estudio psicológico de la denunciante, no del presunto agresor. Todo manifiestamente irregular. Teresa padeció situaciones límite que la llevaron a sufrir un aborto espontáneo.

En 2018 el Ejército del Aire del que Teresa formaba parte, rebuscó en su vida privada y escudriñó sus redes sociales para determinar que se excedía en la labor asociativa y en la libertad de expresión (sic). Sería interesante saber cuál es la medida de libertad de expresión que el ejército estima suficiente. Y sobre todo qué contenido debe tener esa libertad de expresión y asociativa para recibir el visto bueno.

La misma institución que la acosaba, ha juzgado y absuelto a su acosador. Eso es lo que suele pasar cuando se es juez y parte. Esta resolución parece demostrar que justicia y militar son términos mutuamente excluyentes, un oxímoron perfecto. La sentencia considera a la militar como “demasiado cualificada” para su rango, sobrecualificación que la habría llevado a ser excesivamente susceptible ante determinados exabruptos y comportamientos poco respetuosos. Cualquiera diría que el ejército prefiere personal con baja formación y poco sensible ante las injusticias. No es este precisamente el modelo de ejército moderno y democrático al que un país avanzado debe aspirar. La sentencia es una mala noticia no solo para Teresa, lo es para una sociedad justa y democrática.

Teresa está sufriendo lo mismo que combate. Por denunciar injusticias e irregularidades está siendo perseguida por tierra, mar y aire. En su lucha por eliminar del ejército el miedo a los mandos superiores, a las represalias, al acoso continuado, está viviendo un calvario que dura ya más de ocho años. Lo que ella perseguía es que prevaleciera la justicia sobre la credibilidad de la palabra de los mandos superiores. No ha sido así. El capitán ha sido absuelto precisamente por falta de testigos, como si nadie más le hubiera oído gritarle: “si te pones chula, te meto una patá en la seta”. El temor a las represalias ha podido más que la necesidad de justicia. No obstante, la acusación ya ha anunciado un recurso ante el Tribunal Supremo.

Para que el acoso no termine, esa sentencia está siendo aprovechada por Vox para pedir su cese como concejala del Ayuntamiento de Murcia, así como la supresión de la Concejalía de Igualdad por suponer “un gasto superfluo para las arcas municipales”. El acoso no debe parar, piensan, debemos enseñar a las mujeres cuál es su lugar, piensan. Fuera concejalía de igualdad, que no es más que un estorbo, que no sirve más que para que surjan este tipo de casos, piensan. Ni ella ni ninguna. Que no queden raíces. 

Desde el Colectivo +mujeres queremos mostrar toda nuestra solidaridad y todo nuestro apoyo a la concejala Teresa Franco y a la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Murcia.


EL RAYO Y LA CULTURA DE LA VIOLACION

 EL RAYO Y LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN

Para todas esas personas que niegan la pertinencia del feminismo porque opinan que no existe el machismo y que por tanto tampoco existe la cultura de la violación, reproducimos aquí las palabras textuales del actual entrenador del Rayo Vallecano femenino, Carlos Santiso, en un audio de hace cuatro años en un grupo de Whatsapp: "Este 'staff' es increíble, pero nos faltan cosas. Nos falta, sigo diciéndolo, hacer una como los de la Arandina. Nos falta que cojamos a una, pero que sea mayor de edad para no meternos en jaris y cargárnosla todos juntos. Eso es lo que une a un cuerpo técnico y a un equipo. Mira los de la Arandina, que iban directos al ascenso. Buen domingo, chavales". Hay que recordar que en el caso de la Arandina tres jugadores fueron acusados de violar a una chica de 15 años en 2017.

Lo que propone Carlos Santiso para dar cohesión al equipo es justamente violar en grupo a una mujer, evitando que sea menor de edad. ¿Por qué esta delicadeza inesperada, ante la propuesta de un acto brutal? Porque sabe que habla de una agresión, sabe que habla de un delito, pero si la víctima es mayor de edad siempre pueden decir, como suelen hacer, que hubo consentimiento.  Cuando lo que hay es intención de agredir porque dice “nos la cargamos entre todos”, no “la seducimos entre todos”. O sea, la intención de violentar no puede ser más evidente. Pero también sabe que, si la cosa se desmadra y llega la denuncia y el juicio, siempre contará con jueces comprensivos que encuentren jolgorio donde hay violación, como ocurrió en el de La Manada. 

También hay que decir que cuando ellos hablan de consentimiento lo hacen de forma  protocolaria, en realidad no les importa que la mujer diga que sí o diga que no. La alusión al consentimiento es una mera formalidad, un trámite, una justificación. Por otra parte, según esta lógica patriarcal siempre hay consentimiento porque cómo va a negarse una mujer al deseo masculino, cómo va a decir que no.  Carlos Santiso lo deja claro: cogemos a una y nos la cargamos. Y ya está.

Una violación múltiple es una celebración machista donde se pone de manifiesto la fratría masculina patriarcal en toda su extensión. El entrenador da una explicación muy gráfica: “eso es lo que une a un cuerpo técnico y a un equipo”. Lo  que une es la violencia sexual en grupo. Lo que une es ejecutar juntos un rito de masculinidad cuyo mensaje es: somos hombres y lo que nos define es que podemos violar a una mujer, y podemos hacerlo juntos porque así se refuerza nuestro espíritu de grupo, nuestro reconocimiento entre iguales. En este acto nos miramos unos a otros, nos reconocemos como hombres, en este acto nos distinguimos del ser inferior, la mujer, que es la que está siendo sometida a nuestro capricho.  Los hombres que actúan así se miden entre ellos, poniendo de manifiesto su capacidad de someter y usar a su antojo aquello que les enorgullece no ser: mujeres. 

Con todo ese desprecio hacia las mujeres, asombra que este sujeto esté entrenando precisamente un equipo femenino. ¿Ha dimitido Carlos Santiso al hacerse públicas estas gravísimas palabras? Pues claro que no. Ha dimitido Jorge Blanco, el preparador físico del equipo, que ha dejado su puesto por "principios y valores" al no poder estar en la misma institución que "ciertas personas". Cosa que le honra porque la fratría patriarcal suele ser más fuerte que la voluntad de algunos hombres. Y la fratría se extiende en múltiples ramificaciones. Hay fratría en la sentencia de un juez que ve jolgorio donde hay violencia. Porque él comprende lo que hacen esos hombres y por qué, y no ve ningún delito porque él haría otro tanto. Hay fratría en las palabras del periodista que dice: “a ver, ha pedido perdón, ha dicho que fue una broma y que debería quedar en el olvido, qué más queréis” sin pensar que en esas palabras subyace una intención de agredir: la enunciación es previa a la acción. Hay fratría en los comentarios del político de derechas que ve una exageración el casus belli generado ante unas palabras, que, así y más graves las ha pronunciado él mismo muchas veces. La fratría masculina es el paraguas bajo el que se protegen algunos hombres, prestándose comprensión entre sí ante cualquier agresión a una mujer. Los demás hombres deben romper esa fratría y hacer como el preparador físico, Jorge Blanco: desvincularse  y dejar solos a los que agreden o tienen intención de hacerlo.



EL DIA DE LA MADRE TRABAJADORA

EL DÍA DE LA MADRE  TRABAJADORA

Que el día del trabajo y el día de la madre hayan coincidido este año es una casualidad cargada de contenido. La madre es alguien de quien se espera que realice un trabajo no remunerado 24/7, siempre, a todas horas, los 365 días del año, 366 si es bisiesto.  Recibimos mensajes felicitándonos (y alentándonos de modo implícito) a ser esa madre que está ahí de forma permanente,  que es maravillosa,  cien por cien entrega, todo dulzura, trabajo,  cuidados y atención: madre, amiga,  maestra,  psicóloga, conductora, modista, enfermera, abogada... Esas felicitaciones son un regalo envenenado porque con ellas se contribuye a construir una madre incombustible,  infinita,  interminable, omnipresente y se nos invita a serlo.  Pero esa madre ideal es un modelo en el que no cabemos las mujeres reales.

Todo el mundo tiene derecho a un descanso,  menos las madres que somos heroínas con la capa por delante, como si al parir adquiriéramos súper poderes. No se espera de nosotras que seamos seres contradictorios y ambiguos. No se espera cansancio ni indolencia, solo entrega porque el amor que hijos e hijas nos profesan nos obliga a estar a la altura del ideal. Ese modelo de amor filial, al igual que el modelo de amor romántico al uso, es otra trampa para las mujeres. Esa demanda de la sociedad genera una tensión injusta sobre nosotras. Debemos admitir que existan otras formas de ser madres y que estas sean válidas. Deberíamos tener derecho a estar hartas de la crianza, a no ser perfectas, a dimitir siquiera temporalmente de esa titánica tarea que se nos impone desde todas las instancias. Deberíamos aceptar que madre hay más de una. Ser madre no debería suponer someterse a un arquetipo sublimado.

Con ese modelo, una mujer que entrega la vida a su tarea de madre no estará haciendo más que lo que se espera de ella. Sin embargo el día que un hombre le plancha al hijo el uniforme del colegio, ya ha ganado la Champion's League del trabajo doméstico. En los DNIs de millones de mujeres, en los sesenta y setenta, en la casilla de trabajo ponía: S.L., que no significa sociedad limitada sino Sus Labores. Aparecía en el DNI, en la cartilla de la Seguridad Social, y en todo documento oficial,  a pesar de que muchas de ellas, además de en sus labores, trabajaban en el campo, en la fábrica, en la oficina. El concepto S.L. iba unido a su condición, las definía;  por tanto, cualquier tarea de esa S.L. (limpiar, criar niños, cuidar ancianos)  no era más que parte de su identidad. Con la maternidad pasa otro tanto: cualquier cosa que haga la madre, así sea el mayor sacrificio, no es más que lo que le corresponde. Cualquier cosa que haga el hombre en ese mismo sentido es algo extraordinario y así es percibido. Si haces lo que te define cumples con lo que de ti se espera, nada más. 

La función cuidadora va asociada de forma indisoluble a la función madre y recae sobre todas las mujeres, madres o no. En castellano el masculino es genérico y no marcado. Pero sin embargo se dice “las amas de casa”, “las enfermeras” y  “las azafatas”, colectivos vinculados al cuidado y el servicio. Se ha conseguido transitar a profesiones típicamente masculinas: ya hay médicas y juezas. Sin embargo no conseguimos que se transite en sentido contrario: las mujeres puede aspirar al superior mundo masculino (ser juezas o médicas) pero de ningún modo el hombre querrá descender al inferior mundo femenino (ser amo de casa) sin sentir que pierde valor en la transacción.  El lenguaje, tan sensible a los cambios, se resiste en este caso a dar vía a esa transición.

Los cuidados siguen siendo una actividad desempeñada básicamente por mujeres y se nos vende una maternidad sublimada como heroica  pero  siete de cada diez madres se sienten solas en la crianza  y una de cada dos ha sufrido pérdida salarial (https://clubdemalasmadres.com/asociacion-yo-no-renuncio-2/ ) . Ya va siendo hora de que los hombres se ocupen también de los cuidados, que son imprescindibles para nuestra supervivencia, salvo que las mujeres renuncien a sus trabajos fuera de casa o la humanidad renuncie a la función reproductiva. 





viernes, 3 de junio de 2022

EL REY DE LA BARAJA ESPAÑOLA

EL REY DE LA BARAJA

Hay una coplilla que dice:

Si tu madre quiere un rey

La baraja tiene cuatro:

Rey de oros, rey de espadas,

Rey de copas, rey de bastos

Bien pues el emérito es el rey de la baraja, es todos los reyes de la baraja a la misma vez porque le ha dado a todos los palos:

Rey de oros. Las voces monárquicas nos presentaban a este rey como el mejor embajador de España cuando en realidad ha sido un mero comisionista, un comisionista feroz. Con él hemos jugado al ganapierde: él ganaba, nosotros perdíamos: utilización corrupta de los presupuestos del estado, opacidad, cuentas en Suiza, oscuras y caras comisiones por el AVE a la Meca, una máquina de contar dinero en la Zarzuela, como si de un vulgar contable de la mafia se tratara… Son tantos los detalles que han trascendido últimamente de su amor por el vil metal que su epitafio debería rezar: “Aquí yace el Rey de Oros”. Porque es lo que ha sido, por encima de todo. Lo terminó pagando el yerno que no es que no mereciera ir a la cárcel, pero a la vista está que Urdangarín ha sido un simple aprendiz, y uno no muy espabilado, por cierto. Porque el emérito en esto de trincar sigue siendo el rey.

Rey de copas: por lo visto hace honor a su dinastía y le da no solo al bourbon sino a toda bebida espirituosa que se tercie. Esto no contribuye a su ejemplaridad, pero es un defecto menor en comparación con todos los demás dijes que le adornan.

Rey de espadas. Su afición por las armas empezó bien temprano, su torpeza también: mató de forma accidental a su hermano de 15 años cuando él tenía 18. Pero no se le pasaron las ganas de seguir jugando con pistolas. Su afición por la caza le llevó a Botswana a matar elefantes, junto a su amante oficial. Pero antes le había llevado a Rumanía, a matar un oso borracho (hecho del que nos informó la prensa extranjera porque la prensa nacional ha sido tan servil como cortesana). Con un oso borracho no puedes fallar, con una ciudadanía maniatada tampoco: la maniobra del 23F era una jugada ganadora. Si el golpe de estado salía adelante, él sería el cabecilla; si el golpe de estado fallaba, él saldría a reconducir a los militares díscolos y a meterlos en cintura, como un padrecito bueno. Ganó la opción B y todo quedó en un bonito relato según el cual JCI salvó la democracia en España. Qué digo salvó… inventó la democracia. 

Rey de bastos. Si tomamos este palo como el impulso fálico, el emérito sería un magnífico representante. Nunca sería el rey de corazones de la baraja francesa (por qué llamarle amor cuando queremos decir sexo) porque lo suyo es bastante menos sofisticado. Jose Luis de Vilallonga le halagaba diciendo que era “un grand tombeur de femmes” que en francés suena muy fino pero cuya traducción literal es tumbador de mujeres, ojito con la expresión…. Ser rey de corazones implicaría un refinamiento del que carece un vulgar tombeur de femmes.

Su condición combinada de rey de oros y rey de bastos es la que le ha llevado a dilapidar la reputación espuria de monarquía ejemplar que la Casa Real española había acumulado durante décadas. Y la que le ha llevado a alejarse del hijo, fijando residencia en Dubai a ver si a la estafada ciudadanía se le olvida que el jefe del Estado ha sido perseguido por la justicia internacional porque ojos que no ven corazón que no siente. Al final, el lote de millones de euros que le colocó a Corinna como regalo en una cuenta off-shore al objeto de blanquearlos le han explotado en la cara. La fiscalía suiza ha sobreseído el caso porque ya se sabe, hay que mantener la baraja completa, pero ya a casi nadie se le escapa que la baraja de la monarquía tiene las cartas marcadas.

Estos días JCI ha regresado a hacer turismo por España como un jubilado del Imserso (un jubilado cuya excursión costara doscientos mil euros, claro), con la consiguiente polémica. Pero el problema de la monarquía no es si el emérito vuelve o si no vuelve, si lo hacen hijo predilecto de Abu Dabi, si pasa otro cumpleaños en soledad o si lo operan. El problema es otro: el hijo no encuentra modo de extirpar al padre, ni de extirpar su bien ganada fama de mujeriego, de cazador furtivo y de comisionista a tiempo completo. Y nosotros no encontramos manera de extirpar a los Borbones de nuestra jefatura de estado.