viernes, 21 de octubre de 2022

COLEGIO PRIVADO

COLEGIO PRIVADO

Los chicos estudian en colegio privado. Privado de sentido común, privado de igualdad, de educación, de libertad. El colegio es solo de chicos, un vestigio antediluviano. Salen a la ventana y comienza la berrea, por lo visto una larga tradición en este colegio. Gritan a las chicas del colegio de enfrente, también privado, también separado por sexos, también antediluviano. Como decimos, ellos gritan a las chicas los improperios fundacionales del patriarcado. La serenata comienza con putas, cómo no. Además de ser putas son conejas, son ninfómanas. Las instan a salir de sus madrigueras. Las amenazan con que van a follar todas, quieran o no, y decimos amenazan porque lo que no se dice en este tipo de mensaje breve es tan importante como lo que se dice. Gritan todos como energúmenos. Chicos y chicas estudian separadamente, no es raro que en esa división antinatural florezcan la represión y el machismo más rancio.

Es en este machismo rancio donde confluyen el deseo y el desprecio hacia las mujeres: por eso las insultan gritándoles putas y ninfómanas, porque odian lo que desean. Es justo en esa paradoja donde nace la violencia, y más específicamente la violencia sexual. Un ilustre exalumno del colegio Elías Ahuja, Pablo Casado, escribió en su época de estudiante un texto para la revista del colegio: el alumno del centro sería el 'Lupus Ahujus Hispanorum' y "Entre sus presas más codiciadas se encuentran las lobas. Aunque si existe carestía de estas, recurre de buen grado a otras especies animales como cerdas, zorras, gallinas...". Y añade que el alumnado del colegio es "una de las [especies] más promiscuas y lascivas de la península ibérica, que puede representar un auténtico peligro para la integridad de cualquier hembra del reino animal que se halle en periodo de madurez sexual". Juzguen ustedes mismos.

Para mucha gente esto es cosa de críos, tampoco es tan grave: se les ha ido la mano con la broma, pero la polvareda que se ha montado ha sido desproporcionada, si hasta el presidente del gobierno ha opinado. El patriarcado es un marco de pensamiento tan arraigado que es invisible. Es un bosque de machismo que nos impide ver los árboles de las agresiones, porque esto es una agresión. Es necesario el análisis feminista para filtrar la realidad y entender lo que pasa porque esta ha sido la primera vez que este espectáculo lamentable ha salido en prensa, pero no la primera vez que ocurre. El hecho de que haya salido en todos los medios y de que todos los partidos, incluidos aquellos que tienen a sus chicos estudiando ahí, hayan expresado su rechazo es importante. Y es un triunfo del feminismo que avanza y que ya no tolera ciertas formas de expresión, pretendidamente en broma. Porque hay motivos para la preocupación.

Según datos del INE (*), es en el grupo de menores de 18 donde más crecen las violencias machistas. Y es en ese nudo de testosterona, cuya expresión hemos visto aquí, donde nacen el control en redes, los celos, el no mires a otro, el tú no vales nada, el no me contestes que te doy una bofetada: los adolescentes son el grupo de edad en el que más ha aumentado el número de denunciados. Y entre las adolescentes, donde más lo ha hecho el número de víctimas. Así que lo del colegio Elías Ahuja será cosa de críos, sí, pero de críos machistas, tan peligrosos, a juzgar por el incremento de las agresiones, como los adultos 


También se ha dicho, abundando en la idea de que es cosa de críos, que ellas juegan al mismo juego. El hecho de que ellas sean complacientes no invalida el argumento porque también lo son las mujeres agredidas y asesinadas. Las mujeres maltratadas que regresan una y otra vez con su maltratador acatan los postulados patriarcales igual que los hombres, solo que en esos postulados el hombre es el ser superior, el que manda y decide, el que da las órdenes y finalmente el que ejecuta cuando la cosa pasa a mayores. Las mujeres son las agredidas. 

Debemos reflexionar seriamente sobre este retroceso entre la juventud respecto a la percepción de la igualdad y la desigualdad, del machismo y de la violencia. Es urgente porque, por lo que señala la estadística, estamos trasladando a la siguiente generación un monstruo de machismo en pleno uso de sus facultades.


(*)https://www.ine.es/prensa/evdvg_2021.pdf




LAZOS ROSAS

LAZOS ROSAS

Los lazos rosas están bien. Los vemos en todos sitios. Presentadores/as de televisión con lacitos en la solapa. Maniquíes en los escaparates con pañuelos rosa en la cabeza. Para que no se nos olvide, para dar visibilidad. Ok. Está bien. Why not.

Pero yo, que no soy precisamente ajena a esa enfermedad de la que usted me habla (no sé por qué al personal le da tanto miedo llamar cáncer al cáncer, como si con no nombrarlo nos fuera a hacer menos daño), arrugo el morro. 

¿Que por qué arrugo el morro? Pues porque soy una descreída. Porque la tropa nos ponemos el lacito con la mejor de las intenciones y con el corazón encogido por las amigas/madres/hermanas/primas que han pasado o están pasando por esta enfermedad.  Pero también sabemos que lo que ayuda a la lucha contra el cáncer no es una campaña de publicidad, por vistosa que sea, con la que las grandes corporaciones (esas que se llevan el dinero a paraísos fiscales) lavan una conciencia que no tienen, sino recursos para la investigación y una robusta sanidad pública. Recursos públicos. Investigación pública. Sanidad pública. Pública, pública, pública.

Porque al final lo del lazo rosa se queda todo en puritito pinkwashing. Y si no, ahí tenéis a Ana Rosa Quintana con su lazo haciendo campaña por la sanidad privada. Ella que puede pagarla.


domingo, 16 de octubre de 2022

IMPUESTOS

IMPUESTOS

Hay un clásico entre la gente de derechas que es rechazar los impuestos como si estos fueran una maldad de los políticos para hacerse más ricos mientras el pueblo pasa hambre. Los puedo imaginar creyéndose Robin Hood en el bosque de Sherwood resistiendo al malvado rey Juan y sus secuaces. Pero la realidad no se parece en nada a las películas de Disney y los impuestos son imprescindibles ya que son la única forma de redistribuir la riqueza y de generar infraestructuras de las que se beneficie el conjunto de la ciudadanía. Sin justicia distributiva no hay justicia.

España tiene los impuestos más bajos de la eurozona y aun así a la derecha española todavía le parece mucho. Y si los impuestos son impopulares de por sí, hay uno que se lleva la palma y ese es el impuesto de sucesiones (también conocido como impuesto a la riqueza o a los ricos). Tiene una injustísima mala prensa porque este impuesto se aplica sobre el patrimonio de las personas físicas, no sobre sus ingresos anuales o transacciones económicas. Equilibra el sistema porque hace pagar a los que más tienen que es, o debería ser, el objetivo de toda tributación. Pero ha generado mucho debate en nuestro país donde las comunicades autónomas gobernadas por los populares se han apresurado a suprimir este, junto a otros impuestos, enfrentándose al gobierno central.

No solo en nuestro país: hubo un gran debate en USA y los think tanks de derechas se pusieron a pensar en cómo eliminar el impuesto de sucesiones (con el que los ricos se hacen más ricos sin necesidad de trabajar, solo heredando), y que al personal le pareciera bien. Decidieron llamarle "impuesto a la muerte" e hicieron una campaña tan masiva que hubo incluso demócratas muy conocidos reclamando que se suprimiera el impuesto a los ricos recién bautizado como "impuesto a la muerte". Lo petaron. Esto demuestra que es en el lenguaje donde ganamos y perdemos enormes batallas políticas.

Si decimos de no pagar impuestos, los pobres también se apuntan a la barra libre, claro, sin saber lo que pierden en ese cambalache. Los impuestos, es una obviedad, pero hay que recordarlo a cada paso, pagan carreteras, hospitales, escuelas, universidades, centros de día y todo otro servicio e infraestructura que utilicemos en común. Los ricos tienen sanidad privada, tienen educación privada, se pueden pagar ecuatoriana que les cuide al abuelo y les parece que es un exceso contribuir a las arcas públicas.

En cuanto un partido quiere destacar, por lo que sea, llamémosle por ejemplo entrada en periodo preelectoral, empieza a hacerse el guapo y se pone de tiras largos ofreciendo rebaja de impuestos a tutiplén. Porque es muy atractiva y necesita de muchas menos explicaciones que su hermana fea la subida de impuestos. Se llama “rebaja fiscal ideológica” no por nada. Eso han hecho Díaz Ayuso en Madrid, Juanma Moreno en Andalucía y López Miras en Murcia. Pero los impuestos que se dejan de ingresar tendrán que salir de algún sitio y ya sabemos que del presupuesto en defensa no va a ser. También lo ha intentado en el Reino Unido Liz Truss en su debut como primera ministra, aunque a ella el artefacto le ha estallado en la cara. Y es que menos impuestos significa más deuda (matemáticas de primero) en un país ya muy tocado del ala por un Brexit descontrolado.

En términos generales, para la izquierda una bajada de impuestos debilita el escudo social y para la derecha la ciudadanía dispondrá de más dinero en su bolsillo para sobrellevar la crisis. Pero veamos un ejemplo práctico:  acabamos de salir de una pandemia en la que se necesitaban (y la gente así lo pedía) más hospitales, más equipos médicos, más material, ¿Cómo se hace eso con menos impuestos? ¿se compra cada uno su centro de salud, le paga cada uno a su médico con el dinero que tiene en su cuenta? Porque recordemos que la sanidad privada se puso de perfil en esa durísima etapa, en la que hubo hospitales privados que tuvieron la desfachatez de cerrar.

Lo que esconden las rebajas impositivas son recortes en prestaciones sociales, que quedan convenientemente ocultos detrás de la magnífica noticia, que queda tan bonita en la portada de telediario y en el mitin electoral, de la bajada de impuestos. No lo olvidemos.


LA RAVE DE VOX

La rave de Vox

No sé qué pretendía Vox con su acto de este fin de semana, pero si era llamar la atención misión cumplida porque se ha convertido la cosa en una cantera de memes. Teniendo en cuenta que en ese partido el que piensa pierde, esa mezcla inexplicable que les ha quedado como el desfile de carrozas de un pueblo en los ochenta. Un pueblo muy facha, eso sí. Y que viendo lo que vemos critiquen la celebración del desfile del Orgullo es alucinante, más bien deberían postularse para organizarlo. Se ha llamado el esperpento Viva 22 pero igual se podía haber llamado viva las vegas o viva el vino. El lema es la “historia que hicimos juntos”. Juntos y disfrazados. Porque había gente disfrazada de cualquier cosa, tíos jugando a las espadas. Los disfraces son del chino de la esquina.

Debemos recordar que Esta gente que canta una alegre canción que dice vamos a volver al 36 son los constitucionalistas arropados por pp, cs y todas las cadenas de televisión y agencias informativas que se resistían a llamarles franquistas y a los que calificaban pomposamente de nostálgicos. Era verdad lo de la nostalgia, echan de menos la guerra. Como si lo que echaran de menos fuera los paseos en burro o los pantalones de campana, cuando en realidad de lo que sienten nostalgias es de los pelotones de fusilamiento.

¿Nivel de fascismo? Pues juzguen ustedes: les ha felicitado Trump, Erdogan y Meloni. Solo ha faltado Sauron.

Es de suponer que después del par de semanitas que llevan con lo de Olona y lo de Ortega Smith, se les ha ido la mano con la celebración.


martes, 11 de octubre de 2022

EN DEFENSA DE LA MALA LECHE

EN DEFENSA DE LA MALA LECHE

Hay una amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas como una ominosa nube de tormenta: es la tiranía Happy Flower  (lo que  el psicólogo Edgar Cabanas denomina Happycracia y mi amigo Jose Daniel Espejo, Apocalipsis Cuqui). Permaneced atentos porque está ahí afuera, con su ejército de unicornios y arcoíris, cargada de mensajes positivos a tope y de imperativos abrumadores: sé tú mismo (como si tuvieras alternativa...), sé feliz, haz un viaje interior, descubre el mundo, planta un árbol, cocina un pastel, adelgaza tres kilos. Con sus órdenes contradictorias (porque el happyflower considera que la coherencia está sobrevalorada): acéptate como eres / si no puedes cambiar el mundo, cambia tú; consigue lo que quieres / si no puedes tener lo que amas, ama lo que tienes. Con su dios y emperador del universo, Paulo Coelho, que nos da lecciones de sencillez desde su mansión en Suiza a orillas del Lago Lehman y nos enseña a cuidar del planeta desde su avión privado. 


El objetivo de la Tiranía Happy Flower es doble: que hiperventiles de puro gozo y que no llegues a expresar tu malestar, que debe estar debidamente anestesiado bajo capas y capas de pseudo poemas con purpurina, manos formando corazoncitos y ramos de flores.  Pero sobre todo y por encima de todo debes saber que si no eres feliz la responsabilidad será tuya y sólo tuya.  Que estés en paro tres años y con amenaza de desahucio no tendrá nada que ver. Si te deprimes es porque no sabes ver la parte positiva de la vida y además, lárgate a otro lado, elemento tóxico, que nos tapas la puesta de sol.

Hay varios principios fundamentales en esta pseudo filosofía: 

1. Sé feliz, ¿cómo? Compóntelas: haz macramé, baila, come quinoa, ponte en bucle "El club de los poetas muertos”. La alegría entendida como mandato (¿hay algo más triste que bailar cuando estás triste?). La felicidad al alcance de la mano, de un click del ratón, de un like en redes, una felicidad con Photoshop.

2. Aléjate de las personas tóxicas: esto tiene su gracia, os vais a reír, ya veréis.  Las personas tóxicas tienen un malestar, como tú antes de dedicarte en cuerpo y alma a la búsqueda de esa felicidad aséptica, y si te alejas de ellas se te olvidará que estás depre y de paso evitaremos el molesto asociacionismo. 

3. Concéntrate en tu persona: práctica el yoísmo. Tu infelicidad es endógena, por ello no debes buscar sus causas fuera de ti, aunque la mayoría de los problemas sean sociales y estructurales.

4. Sé positivo: aprende a ver el lado bueno de los problemas. ¿Que te han despedido? Tómatelo como una oportunidad para empezar de cero. Cualquier cosa menos unirte con personas tóxicas a protestar por el desempleo.

Porque el sistema necesita que:

A) seas feliz, independientemente de tus condiciones objetivas.

B) te culpes a ti mismo en caso de no serlo. 

Al happyflower genuino lo reconocerás porque a la primera ocasión que tenga te dirá que él pasa de la política, como si esa indiferencia fuera sinónimo de pureza mística. Un concepto éste de la felicidad como obligación personal y como proyecto individual que se contrapone completamente a la política ya que se trata de una felicidad individualizada, solipsista, donde el otro sólo existe como garante de nuestro bienestar (recuerda: líbrate de las personas tóxicas, esas que se quejan todo el rato). Hay que salir en defensa de la mala leche porque la reclamación de derechos sólo puede proceder del malestar.

La tiranía Happy Flower, a pesar de su aspecto de ingenuidad total, está muy, pero que muy lejos de ser inocente. Es una hija menor del neoliberalismo, ese que te dice que la felicidad es hacer realidad tus deseos, deseos que están siempre en clave monetary, ya que, como dice el anuncio de Loterías de Estado: “no tenemos sueños baratos”.


domingo, 2 de octubre de 2022

TODAS LAS MINAS DE ORO DE ESCOCIA

TODAS LAS MINAS DE ORO DE ESCOCIA

Por si no os habéis enterado ha muerto Isabel II; la del canal madrileño no, la otra. Ha muerto una anciana casi centenaria pornográficamente rica y poderosa. Acumulaba, entre una lista interminable de posesiones y objetos, algo que a mí me ha impresionado profundamente: todas las minas de oro de Escocia. La imagino almacenando montañas de monedas, joyas, piedras preciosas, como un tío Gilito encarnado en abuela encantadora con trajes color pastel y sombreros como tartas de confitería cara. Quién no querría tomar el té con ella y que siempre fueran las cinco de la tarde, sonreír, olvidarse del mundo, qué dama tan agradable, qué pronunciación del idioma tan bella. Pero por debajo de esa imagen de tazas conmemorativas a veinte libras la pieza solo hay, solo puede haber, explotación y desmesura. Desequilibrio social. Ingentes cantidades de desigualdad y de sumisión. Súbditos lobotomizados y felices que ingieren el soma del Statu quo con una alegría escalofriante.

Los ingleses han agradecido a la royal family durante décadas que permaneciera en el país durante la II Guerra Mundial. Este acto heroico, igual de heroico que el de los millones de británicos que sufrieron la guerra, le concedió simbólicamente a la casa real, con Isabel II a la cabeza, un crédito vitalicio: tómate lo que quieras, está to pagao. Ni siquiera ha tenido que hacer frente a impuestos, total, su fortuna solo está en el top ten de la lista Forbes, por detrás de Kim Jong-Un. Ella misma decidió, graciosamente y en medio de una devastadora crisis de popularidad, pasar a contribuir en el año 93; no hubo fiscalización, nadie se lo exigió, por lo tanto, eso se parece mucho a la caridad, esa forma de falsa solidaridad a la que son tan aficionados los ricos. Pero tras su muerte no aplica el impuesto de sucesiones. Repito: a una fortuna de un valor estratosférico no corresponde el impuesto de sucesiones. Una desigualdad escandalosa, qué caro se paga un símbolo; pero una desigualdad con la que los súbditos están de acuerdo, a juzgar por las imágenes de luto y fervor popular que nos muestran los medios. 

La desigualdad es el modelo social que ofrece la monarquía. Pero ¿qué es lo que sostiene ese gigantesco edificio?, ¿dónde reside la aceptación de tamaño desequilibrio? En la ejemplaridad no es, no hay más que dar un repaso a los escándalos familiares, que van desde el adulterio al abuso de menores.  En la monarquía hay una mística, un arcano administrado muy pronto a través de los cuentos infantiles, de las revistas del corazón, de las películas de cine y televisión, de todos los transmisores culturales. Vemos a esos súbditos enfervorecidos entregados a un acto ritual de una naturaleza superior, algo que les sobrepasa. No hay opción a la discusión, a la ruptura, a la revisión del pacto puesto que se alude al arcano, aquello que está por encima de la voluntad individual.

El relato de la monarquía es un marco compartido de pedernal, sólido, inexpugnable (no impugnable). La reina ha sido un símbolo vivo que ha durado setenta años. Ese ha sido su mérito: la longevidad; la longevidad y la inmovilidad: mientras todo cambiaba ella permanecía, como una estatua viva de la institución. Hay esculturas que duran menos. Ella, como figura hierática pasa ser recipiente de todas las proyecciones que hacen los súbditos ayudados por la imaginería tradicional. Aunque conviene no excederse en hieratismo porque con su frialdad ante la muerte de Lady Di casi pierde a la feligresía.  Un relato aún más potente por poco le come el terreno: tímida y bella princesa engañada y humillada por fin encuentra el amor y entonces muere. Es como el argumento de una telenovela turca. Pero al final el que resiste gana y en resistencia ella ha sido, sin duda, la reina.

Su legado, su fortuna y su puesto de trabajo pasan ahora a su hijo, de más de setenta. Para quienes se preguntan qué es un rey, la respuesta se resume en ese gesto de Carlos III que se ha hecho viral estos días: alguien que no es capaz mover un tintero él solo y que regaña a los demás por no moverlo. Todo carece de lógica y de sentido común, pero es abrazado como si por fuera de esta imagen de cuento infantil no hubiera nada. O peor, como si por fuera de esta estampa idílica hubiera un lugar espantoso y amenazante: una sociedad sin una rígida jerarquía, sin un marco inamovible. Una sociedad un poco más libre, más igual. Qué miedo.





DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS

DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS

Corrían los años ochenta y noventa. En las manifestaciones feministas de la época coreábamos la consigna: “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Es la capacidad de decisión lo que nos convierte en ciudadanas de pleno derecho. Cuando otros deciden por nosotras, cuando estamos tuteladas por la familia, el estado, la iglesia o el estamento médico, las mujeres somos infantilizadas y cosificadas. Sin capacidad de decisión, la igualdad es una falacia.

Hoy queremos hablar sobre la nueva ley del aborto, aprobada recientemente y que deberá a continuación ser aprobada por el Congreso. Esta ley garantizará el acceso al derecho al aborto en la red de salud pública. Es decir, las mujeres que lo decidan podrán someterse a esta intervención en el hospital público más cercano. La principal novedad (y principal polémica) consiste en que permitirá abortar sin permiso paterno a las mujeres de 16 y 17 años. También ofrecerá de forma gratuita la píldora del día después y garantizará la baja laboral por reglas dolorosas. Asimismo, la educación sexual será obligatoria en todas las etapas educativas. El PP ya ha recurrido esta ley ante el Constitucional (según el Partido Popular vulnera los derechos del no nacido) a pesar de las disidencias internas: Díaz Ayuso se mostró de acuerdo con que las jóvenes de 16 y 17 años puedan interrumpir el embarazo sin el consentimiento paterno. Son imprescindibles leyes progresistas en materia de salud sexual y reproductiva. Y es imprescindible que esas leyes cuenten con los recursos que permitan que puedan aplicarse. Hasta ahora, en Murcia y otras comunidades autónomas era imposible ejercer ese derecho ya que la objeción de conciencia de los médicos obligaba a las mujeres a viajar cientos de kilómetros para poder interrumpir su embarazo. En esta nueva ley está previsto que el ejercicio del derecho a la objeción de conciencia por parte de algunos médicos no impida el derecho al aborto en las mejores condiciones. 

La ley también establece medidas para la prevención de la violencia contra las mujeres en casos relacionados con los derechos sexuales y reproductivos. Entre esas formas de violencia reproductiva se encuentran los "vientres de alquiler". En España esta práctica seguirá estando prohibida y, además, se prohibirá la publicidad de las empresas que ofertan estos servicios en el extranjero.


En España hemos avanzado, aunque nos ha llevado largos años: esta ley recupera lo que establecía la aprobada en 2010 por el gobierno socialista de Zapatero, que fue cambiada en 2015 por el gobierno popular de Mariano Rajoy para exigir la autorización paterna a las chicas menores de edad. Tampoco debemos olvidar la llamada “contrarreforma de la ley del aborto” (que solo permitía abortar en caso de violación o menoscabo de la salud) impulsada por Ruiz-Gallardón, que supuso su tumba política y que generó una histórica respuesta del feminismo español vertebrada en torno al “tren de la libertad”. Pero en muchos países del mundo abortar sigue siendo una cuestión de vida o muerte. Las mujeres no son dueñas de sus cuerpos y tienen que seguir arriesgando sus vidas para interrumpir un embarazo no deseado. Es sabido: la ilegalización del aborto no lo impide, solo consigue que se practique de forma insegura y peligrosa y que las mujeres mueran. La estadística habla alto y claro.

Uno de esos países es, desde junio de este año, Estados Unidos. La muerte de Ruth Bader Gingsburg en septiembre de 2020 supuso una enorme pérdida humana y política y dejó la Corte Suprema en manos conservadoras.  Hace unos meses, en un fallo muy poco habitual, este tribunal revocó su propia sentencia de 1973 conocida como Roe vs. Wade, que era el precedente legal que garantizaba el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo a nivel federal. Ahora el aborto ha dejado de ser un derecho constitucional. En adelante, cada estado podrá decidir si mantiene el derecho al aborto o, por el contrario, ilegaliza esta práctica, como ya han anunciado al menos la mitad de los territorios. Estados Unidos era un referente en cuanto a los derechos de las mujeres, la sentencia “Roe vs. Wade” establecía que el aborto era un asunto de privacidad y autonomía sobre el cuerpo. Ahora el país se encuentra, en materia de derechos sexuales y reproductivos, en un escenario como el que presenta el magnífico documental The Janes, que cuenta cómo un grupo de jóvenes se organizan para dar asistencia a mujeres que quieren abortar. 


Se avanza despacio y los derechos que se consiguen no siempre están garantizados. Como hemos visto, Estados Unidos ha dado un salto atrás en el tiempo de nada menos que 50 años. No podemos relajarnos en nuestras demandas, no podemos desfallecer. Se ha conseguido sacar adelante logros clave, pero si algo hemos aprendido es que siempre estamos a un paso de volver atrás.