sábado, 8 de noviembre de 2014

EL AMOR, AH, EL AMOR
            El amor, la más bella coartada y la más canalla:
            Por amor se ha ido Monago de viaje 32 veces en año y medio a Canarias. En representación institucional dice él, ¿32 veces en año y medio, tronco? No me hagas reír, que se me sale la hernia, ¿qué era, el día de Extremadura en Canarias cada fin de semana? Pero en fin, no importa porque era por amor y el amor todo lo puede. Bueno, el amor y la barra libre de viajes en business a costa del vapuleado erario público, claro. Si se los hubiera tenido que pagar él de su bolsillico, igual va menos. Éste, que era la última reserva de honestidad que le quedaba al PP. Hay que ver cómo estamos.
            Por amor a la misma musa de las gaviotas que visitaba el anterior (sí, un delicioso triángulo o cuadrilátero o dodecaedro amoroso, que no sé cuánta gente hay metida), viajaba Carlos Muñoz (PP Aragón) también a Canarias, que trajín señores, y también a costa del congreso, para no ser menos. Que eso de pagarse las cosas privadas del propio bolsillo es de frikis bolivarianos. Y al día siguiente, con dos cojones, se hace el PP un congreso de buenas prácticas presidido por el propio Monago. Si es que son los primeros espadas de la comedia española, no me digáis que no.
            Por amor dejaba la Pantoja espejeando los dineros como el tizne que le traía su Cachuli  muy oportunamente en bolsas de basura, por tratarse de dinero negro. Y es que sabían hacer las cosas con estilo.
            Por amor siguió la Zaldívar lavándole el dinero a Julián Muñoz después de acabar como el rosario de la Aurora televisivo.
            Por amor asistía Cristina a los consejos de administración del Instituto Nóos, esa institución sin ánimo de lucro, sin enterarse de nada, transportada de pasión por su marido y firmando sin mirar todos los papeles que le ponían delante, así fuera una factura del Carrefour como la apertura de una cuenta en Las Caimán.
            Por amor siguió el rey viejo a la bella Corinna a Botswana a cazar elefantes, corriendo con la cadera remendada tras la estela de su brillante melena rubia.
            Y es que el amor es una bestia incontrolable, sobre todo y especialmente cuando entra en contacto con dinero público sin vigilancia. Eso lo saben todos los jueces y lo tienen muy en cuenta. Han visto mucho más enamorada a Cristina que a la mujer de Diego Torres, dónde va a parar, por eso han desimputado a la infanta del delito de blanqueo.

            En otras ocasiones me cabreo, pero hoy no, hoy estoy con este tibio sol de otoño como una manola en su palco, viendo pasar un desfile de amores sinvergüenzas y con mucha risa. Debe ser porque love is in the air.

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