AL FINAL NO HABLÓ DEL PADRE, QUÉ SORPRESA
¿De verdad nos esperábamos que Felipe VI hablara de los chanchullos de su
padre en el discurso navideño? ¿En ese discurso tradicionalmente vacío, plagado
de obviedades, de lugares comunes y de algún que otro sarcasmo como el de que
la ley es igual para todos? Al final el discurso ha sido de lo más conservador,
tal y como es este rey, aunque el efecto producido por las palabras no dichas
ha sido muy curioso porque el televidente se pasa quince minutos pensando:
" ahora va a hablar del padre, ahora..., ahora...". Con lo cual se
produjeron dos discursos simultáneos: el emitido (sin emérito) y el percibido
(con emérito). Al día siguiente no ha habido artículo de opinión que no venga a
decir: pues al final no habló del padre, qué sorpresa. Hace falta ser muy
cortesano para no preguntarse a estas alturas para qué sirve un rey en el siglo
XXI. Este desde luego está dando muestras
de no servir para mucho. El Preparado. Todos esos años de preparación, ¿para
qué eran exactamente? Porque para lo que hizo en Nochebuena no hace falta
ningún máster en Harvard.
En conclusión, la operación borrado del padre no está saliendo como se esperaba
porque el silencio sobre el emérito se solidifica haciéndolo corpóreo y
agigantándolo. La sombra del padre se tragará al hijo. En una institución
heredada no resulta fácil eliminar el eslabón anterior sin quedar en el vacío.
Y el silencio no ayuda.
Felipe VI no habló del padre en su discurso navideño, cosa perfectamente
esperable. Sin embargo eso no es lo más preocupante. Resulta mucho más
inquietante que el Capitán General de los tres ejércitos no diga ni una
sola palabra, en Navidad o cuando sea, sobre las veleidades golpistas de
una parte del ejército, militares jubilados que ahora están siendo apoyados por
un grupo de militares en activo que defienden a los anteriores, esos que
querían fusilar a "26 millones de españoles" porque, según ellos,
"es el sentimiento de muchos". Como también resulta preocupante que
el Ministerio de Defensa no haya actuado contra estos militares jubilados y
que la cosa se haya tomado a cachondeo en plan, "qué cosas tiene el
abuelo, está gagá". Ya sabemos que no van a fusilar a 26 millones, entre
otras cosas porque no existe la infraestructura necesaria para ejecutar tamaña
obra. Pensemos que al III Reich le llevó seis años matar a unos seis millones
de judíos y eso con una industria de la muerte perfectamente organizada. Matar
a tanta gente no es tarea fácil, lo sabemos. Pero insisto, ¿Cómo es posible que
nadie reaccione frente a una amenaza tan grave? Recordemos que se entrulló a
dos titiriteros por un letrero sarcástico en su espectáculo que rezaba “Gora
Alkaeta”. Sin embargo en este tema el mensaje del Ministerio de Defensa ha sido
básicamente el de “venga, no exageréis que aquí no pasa ná”. ¿Cómo que no pasa
ná? Algo pasa cuando tienes a un grupo de militares golpistas que amenazan a
más de la mitad de la ciudadanía y que cuentan con el apoyo de un partido
político como Vox.
Esta monarquía está ciega y sorda, enrocada, y lejos de ser
una institución que aspira a representar a toda la ciudadanía, que es para lo
que se le paga y no poco, reina mirando solo hacia la derecha. El PSOE
debería ir haciéndose mirar lo suyo porque las bases no comulgan precisamente
con esta institución inútil y partidista, con un rey que sale a tensar la
situación de Cataluña pero que calla vergonzosamente ante los delirios
golpistas de una parte del ejército. Y si eso no es tomar partido ya me diréis
qué es.
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