martes, 29 de junio de 2021

TRINCHERA DE LIBROS

 TRINCHERA DE LIBROS


Pienso en mi “libropuerta” y la imaginación me traslada de inmediato a imágenes de “La casita de chocolate”. Y de mí misma muy pequeña, claro, en la escuela, con ese libro. Fue probablemente lo primero que leí y que tuvo sentido completo. Debió ser una fascinación, un deslumbramiento, de lo contrario no seguirían acompañándome esas imágenes desde la lejanísima infancia. A partir de ahí los libros constituyeron una trinchera. Feliz de aquel que se enfrenta al mundo sin miedo. Yo sí lo tenía.  Estoy convencida de que, para aquellos que, como yo, tenían miedo al mundo, para los tímidos, los retraídos, los que nos sentíamos derrotados antes de que se iniciara la batalla, los que salíamos a la vida desarmados, para todos nosotros, digo, los libros han constituido siempre un refugio. Quizás os haya pasado como a mí. Leer nos daba la ocasión de viajar sin movernos del sitio, de protegernos detrás de los libros, vivir otras vidas más emocionantes que la nuestra, hacernos una trinchera de libros repleta de posibilidades. Pero en un giro de guión totalmente inesperado, leer nos dio además algo que no teníamos previsto: la capacidad de ordenar el mundo mediante la palabra, de pensarlo, de meditarlo, de explicarlo, de generar ideas complejas y de concebir otros mundos. Leer nos llevó a escribir. Leer nos llevó a crear. A desarrollar unas capacidades que nosotros pensábamos que eran limitadísimas y resultaron ser las armas de que la vida nos proveyó para salir al mundo y dejar en él nuestra impronta. Eso hicieron los libros con nosotros, eso hicieron los libros por nosotros: dotarnos de ideas, de pensamiento, de complejidad, de profundidad, e incluso a veces, a los más talentosos, de identidad. La lectura nos enseñó a comprender el mundo y a explicarlo, y aun en algunos casos felices, a crearlo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario