jueves, 7 de septiembre de 2023

MOVILIZAR AL FEMINISMO

MOVILIZAR AL FEMINISMO

Shock es la palabra más escuchada desde la noche del 28-M hasta ahora. Entre el tsunami conservador, que deja un mapa de España que ha virado de golpe al azul (o peor aún, al azul verdoso), y el anuncio de las elecciones para el 23 de julio, la ciudadanía aún no se ha repuesto de tanta conmoción. Se suceden las noticias en cascada, si pestañeas te pierdes algo. 

La época post COVID está siendo un tiempo de incertidumbre (energética, climatológica, bélica, demográfica), una incertidumbre que lanza a una parte del electorado a los brazos de partidos ultras. Ninguna novedad, esto es un clásico. Estamos viviendo un cambio de ciclo en todo el mundo, no solo en España, lo cual es poco consuelo. Ahí están Erdogran, Meloni o el incombustible Trump que amenaza con volver. Por desgracia estos cambios de ciclo siempre los pagan los mismos. Y muy especialmente las mismas. 

El feminismo está siendo la gran revolución pacífica de este siglo, una revolución que desborda los límites de la mera igualdad hombre-mujer y propone un modelo distinto de sociedad, un modelo socioeconómico más racional (son las mujeres las que están liderando los grandes retos ecológicos en todo el mundo), donde quepan personas de otros orígenes, una sociedad más abierta, más amplia, más plural. Pero toda revolución tiene una involución. La agenda de la derecha está diseñada a partir de una gran línea maestra: el retorno a una identidad rígida. Un único modelo de país, un único modelo de sexualidad, de familia, de fe, un rechazo al extranjero. O sea, religión, españolismo, homofobia, xenofobia y machismo. Esa identidad está atravesada por la construcción de un hombre dominante y una mujer sumisa, una mujer que sea lo que ha sido hasta hace bien poco: madre y esposa, complaciente y entregada a los demás, descanso del guerrero y ángel del hogar.

Nos amenaza una negra nube de machismo. 

Ahora debemos preguntarnos qué va a pasar con la lucha contra la violencia de género con unos partidos que niegan que exista a pesar de que cada semana están siendo asesinadas mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Y la niegan porque aceptar la evidencia de que existe, sería aceptar que existen la desigualdad y el dominio de los hombres sobre las mujeres, culpable de esa violencia. En estos últimos días han sido asesinadas cinco mujeres. Si no hay un análisis específico de la violencia de género y no se dota de medios la lucha contra esa masacre silenciosa, jamás conseguiremos avanzar. Pero, claro, cómo será esa lucha contra este tipo de violencia en la próxima legislatura autonómica cuando, por ejemplo, en Valencia hay un candidato a presidente autonómico, Carlos Flores Juberías, de Vox (clave para que el Pp gobierne) que está condenado a un año de prisión por maltrato.

Qué va a pasar con el derecho al aborto. No se nos puede olvidar la propuesta disparatada y antediluviana de Vox en Castilla-León de un Juan García Gallardo que pretendía que las mujeres que decidieran interrumpir su embarazo debían hacerse antes una ecografía en 4D y escuchar el latido fetal. Y que sigue insistiendo en que las medidas «contra el aborto» son «de obligado cumplimiento».

Qué va a pasar con la comunidad LGTB+ con una gente en el gobierno que cree en las terapias de conversión a la sexualidad única y verdadera. Eso en un país donde estamos viviendo el preocupante aumento de casos de violencia y acoso contra homosexuales, transexuales y lesbianas. 

Qué va a pasar, en fin, con las medidas por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, contra la brecha salarial, por la igualdad de oportunidades, contra el techo de cristal, con gobiernos autonómicos y locales cuyos representantes son los inventores del término feminazi. Para que vayamos preparando el cuerpo, Feijóo ya ha anunciado esta semana que apuesta por eliminar el Ministerio de Igualdad, recurrente reivindicación de Vox. Al parecer, en este país igualdad es lo único que sobra.

El mundo necesita al feminismo porque feminismo significa igualdad de derechos y deberes para mujeres y hombres, ni más ni menos. No es una opinión, es un hecho, recogido por todo texto constitucional avanzado. Puede parecer una simpleza, pero debemos tener la frase a mano porque nos va a tocar hacer mucha pedagogía de ahora en adelante. No olvidemos que el feminismo ha cambiado a mejor la vida de millones y millones de mujeres en todo el planeta. Para evaluar la dimensión de ese cambio solo hay que pensar en la vida que llevamos nosotras y la que llevaron nuestras madres y abuelas.

Estamos en shock con el catastrófico resultado electoral para las izquierdas. En shock con el anuncio de elecciones generales para el 23 de julio. Pero no podemos perder el foco. La izquierda debe movilizarse porque cuatro años de gobierno Pp-Vox arrasarían con los logros conseguidos en el avance de la igualdad. Debemos aparcar las legítimas diferencias de pensamiento que hay en la izquierda (y que son su fortaleza y su debilidad) y actuar en bloque.

Y la movilización de la izquierda pasa por la movilización del feminismo. Nos va mucho en ello, compañeras. 


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