sábado, 11 de junio de 2022

MÁS FEMINISMO QUE NUNCA

MÁS FEMINISMO QUE NUNCA


Ahora que en nuestros telediarios se ha colado una película de la Segunda Guerra Mundial, solo que podría ser la tercera,  necesitamos más feminismo que nunca. La invasión de Ucrania por parte de Rusia pone en riesgo al resto de Europa en primer lugar y al mundo entero después debido a la amenaza nuclear.

En materia de igualdad esta guerra nos retrotrae cien años atrás como mínimo. Las mujeres salen del país junto con niños y ancianos.  Los hombres en edad de luchar deben permanecer en el país para combatir al invasor. El marco simbólico que es ofrecido y aceptado es el del hombre guerrero/protector frente a una mujer básicamente cuidadora, justo el marco simbólico que combatimos desde el feminismo y que se hará más fuerte durante y después de esta guerra. 


Como en esos asesinatos en los que el padre mata a la madre y a los hijos,  Putin prefiere la destrucción total antes que la pérdida de control. Trump es obsceno en su modo de expresarse, pero dice lo que piensa sin filtros: Putin es nuestro amigo,  es admirable en su desvarío asesino,  es como nosotros si nosotros nos atreviéramos. Trump está pensando: ojalá yo me atreviera como te atreves tú, Vladimir,  ojalá todos estos maricas me siguieran. Hay homoerotismo en la mirada de Trump sobre Putin. Existe esa misma mirada por parte de todos los señores de la guerra, tanto si lo expresan como si no. Existe en todos ellos ese deseo de golpear hasta matar o morir y esa admiración por aquel que finalmente se atreve a hacerlo. Hay un empeño destructor en estos ancianos seniles. Destruyen un mundo que no es como les gustaría,  rompen el juguete que les ha decepcionado antes de marcharse para siempre. Hay  una máxima archiconocida de Erich Hartman que vuelve a estar tristemente de actualidad: “La guerra es un lugar donde Jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian pero no se matan". Sin embargo parece que entre esos viejos no siempre hay odio, hay más bien un reconocimiento entre iguales. 


Todas las guerras se parecen y el espíritu que las inspira está basado en valores patriarcales: competencia, hegemonía, jerarquía, brutalidad, abuso, dominio, indiferencia emocional. La guerra es la expresión máxima del machismo. Para combatirla necesitamos más que nunca el corpus ideológico del feminismo: igualdad, empatía, solidaridad, compasión, generosidad, humanidad. Necesitamos apelar, hoy más que nunca, a todos aquellos ideales que nos alejen de la barbarie.


El conflicto, todo conflicto, tiende a exacerbar las desigualdades. Los papeles se dividen de forma más rígida: mientras los hombres tienen el deber de luchar, las mujeres tienen el deber de sostener la vida en medio de la guerra. La violencia sexual contra mujeres y niñas se generaliza en el conflicto y se utiliza también como táctica de guerra. En estas situaciones las mujeres sufren, además de la desigualdad y discriminación por ser mujeres, una carga añadida de violencia derivada de la situación de conflicto, menor acceso a la salud y a los recursos sanitarios, a los alimentos y a los recursos para procurar su supervivencia. La guerra es la aspiración del patriarcado porque se trata de un sistema opresor que incluye la competencia brutal entre rivales, tan brutal que al asesinato de la mujer le llaman crimen pasional. 


La dos guerras mundiales hicieron saltar por los aires y para siempre el ideal ilustrado de que la civilización y la cultura nos salvarían de la barbarie, demostrando amargamente que un mundo educado, civilizado, democrático, también podía generar un monstruo de destrucción como lo fue Hitler y el nazismo y demostrando al mismo tiempo que ni toda Europa, con su democracia y su cultura,  fue capaz ni tuvo la fuerza para oponerse a semejante destrucción. La invasión de Ucrania por parte de Rusia nos devuelve a la misma pesadilla. El feminismo es más necesario que nunca en estos tiempos de barbarie ya que el feminismo significa la impugnación de unos valores basados en la violencia machista. 












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