domingo, 16 de octubre de 2022

IMPUESTOS

IMPUESTOS

Hay un clásico entre la gente de derechas que es rechazar los impuestos como si estos fueran una maldad de los políticos para hacerse más ricos mientras el pueblo pasa hambre. Los puedo imaginar creyéndose Robin Hood en el bosque de Sherwood resistiendo al malvado rey Juan y sus secuaces. Pero la realidad no se parece en nada a las películas de Disney y los impuestos son imprescindibles ya que son la única forma de redistribuir la riqueza y de generar infraestructuras de las que se beneficie el conjunto de la ciudadanía. Sin justicia distributiva no hay justicia.

España tiene los impuestos más bajos de la eurozona y aun así a la derecha española todavía le parece mucho. Y si los impuestos son impopulares de por sí, hay uno que se lleva la palma y ese es el impuesto de sucesiones (también conocido como impuesto a la riqueza o a los ricos). Tiene una injustísima mala prensa porque este impuesto se aplica sobre el patrimonio de las personas físicas, no sobre sus ingresos anuales o transacciones económicas. Equilibra el sistema porque hace pagar a los que más tienen que es, o debería ser, el objetivo de toda tributación. Pero ha generado mucho debate en nuestro país donde las comunicades autónomas gobernadas por los populares se han apresurado a suprimir este, junto a otros impuestos, enfrentándose al gobierno central.

No solo en nuestro país: hubo un gran debate en USA y los think tanks de derechas se pusieron a pensar en cómo eliminar el impuesto de sucesiones (con el que los ricos se hacen más ricos sin necesidad de trabajar, solo heredando), y que al personal le pareciera bien. Decidieron llamarle "impuesto a la muerte" e hicieron una campaña tan masiva que hubo incluso demócratas muy conocidos reclamando que se suprimiera el impuesto a los ricos recién bautizado como "impuesto a la muerte". Lo petaron. Esto demuestra que es en el lenguaje donde ganamos y perdemos enormes batallas políticas.

Si decimos de no pagar impuestos, los pobres también se apuntan a la barra libre, claro, sin saber lo que pierden en ese cambalache. Los impuestos, es una obviedad, pero hay que recordarlo a cada paso, pagan carreteras, hospitales, escuelas, universidades, centros de día y todo otro servicio e infraestructura que utilicemos en común. Los ricos tienen sanidad privada, tienen educación privada, se pueden pagar ecuatoriana que les cuide al abuelo y les parece que es un exceso contribuir a las arcas públicas.

En cuanto un partido quiere destacar, por lo que sea, llamémosle por ejemplo entrada en periodo preelectoral, empieza a hacerse el guapo y se pone de tiras largos ofreciendo rebaja de impuestos a tutiplén. Porque es muy atractiva y necesita de muchas menos explicaciones que su hermana fea la subida de impuestos. Se llama “rebaja fiscal ideológica” no por nada. Eso han hecho Díaz Ayuso en Madrid, Juanma Moreno en Andalucía y López Miras en Murcia. Pero los impuestos que se dejan de ingresar tendrán que salir de algún sitio y ya sabemos que del presupuesto en defensa no va a ser. También lo ha intentado en el Reino Unido Liz Truss en su debut como primera ministra, aunque a ella el artefacto le ha estallado en la cara. Y es que menos impuestos significa más deuda (matemáticas de primero) en un país ya muy tocado del ala por un Brexit descontrolado.

En términos generales, para la izquierda una bajada de impuestos debilita el escudo social y para la derecha la ciudadanía dispondrá de más dinero en su bolsillo para sobrellevar la crisis. Pero veamos un ejemplo práctico:  acabamos de salir de una pandemia en la que se necesitaban (y la gente así lo pedía) más hospitales, más equipos médicos, más material, ¿Cómo se hace eso con menos impuestos? ¿se compra cada uno su centro de salud, le paga cada uno a su médico con el dinero que tiene en su cuenta? Porque recordemos que la sanidad privada se puso de perfil en esa durísima etapa, en la que hubo hospitales privados que tuvieron la desfachatez de cerrar.

Lo que esconden las rebajas impositivas son recortes en prestaciones sociales, que quedan convenientemente ocultos detrás de la magnífica noticia, que queda tan bonita en la portada de telediario y en el mitin electoral, de la bajada de impuestos. No lo olvidemos.


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