miércoles, 18 de junio de 2014

BONJOUR TRISTESSE

BONJOUR TRISTESSE
La próxima coronación de Felipe VI me produce molestias físicas, localizadas no sé dónde: en la cabeza seguro, aunque también afecta a otros órganos como el corazón, el estómago… Es, será, como asistir a la quema en plaza pública de los restos de una democracia nominal, ficticia. Sí, estamos mejor que en Siria, y eso que es una república. Sí, estamos peor que en Suecia, y eso que es una monarquía. Y qué. Como si se pudiera comparar. Qué tendrán que ver los huevos para comer trigo. Mi sentimiento tiene que ver con el hecho de ser forzados a asistir a un espectáculo viejuno y periclitado, al acatamiento de una forma de estado ni querida, ni deseada, ni debatida, ni votada. Impuesto el padre y aceptado por miedo, precaución, prudencia neurótica y leyes tramposas. Impuesto el hijo y metido con calzador en virtud de un rodillo mediático que deja pequeñito al “pensamiento único” de las dictaduras.
Y sí, sé que lo urgente es el paro, la corrupción, los desahucios, las injusticias. Sé que nuestras fuerzas se deberían focalizar en todo lo anterior y muchas otras cuestiones de esta democracia que es una opera bufa. Pero esto lo que me bulle hoy.
Quizás no debería tomarme estas cosas de forma personal. O quizás sí. Pero cómo evitar lo uno o lo otro. Cómo evitar sentirme como me siento hoy al pensar en esto: triste.

Bonjour tristesse. 

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