jueves, 10 de septiembre de 2015

UN CUENTO MODERNO

Un cuento moderno

En los cuentos de mi infancia solía haber un monstruo que exigía el tributo anual de un determinado número de doncellas. Los soldados del territorio sometido eran los encargados de llevar a cabo esa recaudación de sangre. Las familias intentaban ocultar a sus hijas. La ignominia continuaba hasta que un héroe se atrevía a enfrentarse al monstruo. En nuestros días, el monstruo que nos somete lo que exige no son doncellas sino balances saneados. También es un tributo de sangre porque cómo llamaremos si no al hecho de que para llegar a las cifras exigidas haya una cantidad de pobreza infantil que nos sitúa en la antesala del Tercer Mundo, un paro juvenil que compromete el futuro de nuestros jóvenes y el nuestro de paso, un índice de suicidios cuyo porcentaje no se da para no alarmar a la población.


Antes de este timo del euro, cuando un país necesitaba ser más competitivo en el mercado, devaluaba moneda. Ahora no podemos porque le hemos legado graciosamente esa potestad al BCE de manera que podríamos convertir nuestra Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en un after y nadie notaría la diferencia. Para presentar el balance saneado que nuestro monstruo nos exige en lugar de devaluar moneda, se devalúa el mercado laboral, se privatiza a lo bestia y se desmonta un sistema público que garantizaba el bienestar de la ciudadanía y que ahora se contempla por los neocon como: a) un tinglado comunista que hay que desbaratar y b) una jugosa fuente de ingresos para los amiguetes del poder. Somos  los hermanos Marx quemando el vagón para alimentar la caldera del tren que nos lleva a un futuro de pesadilla. El expolio que se está dando ahora en Europa es llevado a cabo por sus dirigentes con una alegría que causa sonrojo. Al menos, en el cuento infantil el tributo de sangre se entregaba llorando. Nosotros no tenemos ni ese consuelo.

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