miércoles, 23 de septiembre de 2015

CRISANTEMOS PARA UNA TUMBA VACÍA

CRISANTEMOS PARA UNA TUMBA VACÍA


              En un artículo de finales de los 90, Sabina aludía a la pérdida de socialismo del Psoe con una potente frase, muy de él: "llevaremos crisantemos a la tumba de Isidoro". Al cabo de los años y de ir de decepción en decepción (Sabina tampoco ha resultado ser el tipo honesto que yo suponía...) hemos constatado que Isidoro nunca existió, que fue una falacia, que hubiéramos llevado crisantemos a una tumba vacía. Isidoro era uno de los disfraces de ese brillante transformista que ha sido siempre Felipe González. Un político que ha ido cambiando su atuendo y adaptándolo sin asomo de escrúpulo a cada nueva situación: chaqueta de pana, traje diplomático, bañador de nuevo rico con viejo puro... Lo que pasa es que con el paso del tiempo y los kilos de más, los viejos disfraces han cedido por las costuras dejándonos ver de qué material estaba hecho este dinosaurio: por los rotos se escapa cinismo, hipocresía, cálculo, infamia. Aunque hayan indignado, ya a casi nadie han sorprendido las declaraciones de este defraudador de oficio en las que rebaja el carácter sanguinario de la dictadura de Pinochet, una de las más crueles de América Latina, pisoteando con sus palabras los crisantemos de cuarenta mil tumbas.

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