jueves, 15 de octubre de 2015

UN CUENTO PERVERSO

UN CUENTO PERVERSO

            En Facebook, en la tele, en conversaciones por la calle, escucho últimamente en boca de quienes, sin saber quién es Hobbes, creen y practican que el hombre es un lobo para el hombre, escucho digo, fragmentos de un cuento perverso que comienza así: primero los de aquí. Y sigue: los refugiados reciben más ayuda que los necesitados locales, afirmación que se hace con la desfachatez de mostrar en cifras evidentemente inventadas (normal, es un cuento...)  el importe de la ayuda a un refugiado y/o inmigrante frente a la miseria que perciben los  excluidos sociales nuestros, los de aquí. Y esto lo dice gente a la que  los excluidos sociales le importan un pito de feria, pero que se agarra a cualquier argumento para alimentar su xenofobia. Se dice que entre ellos vienen terroristas y asesinos, de lo cual estoy convencida, seguro que entre los refugiados hay maltratadores, abusadores de niños, criminales de todo tipo porque cuando toca huir de una guerra no huyen sólo los puros de corazón. Pero también hay criminales entre nosotros. Acaso no es propio de asesinos en serie permitir que mueran familias enteras en el mar o asfixiados en camiones, acaso no es homicida el fomentar la insolidaridad, la inhumanidad.
            También se dice que los inmigrantes van a copar los servicios públicos. Aunque, de nuevo, en un alarde de incoherencia, esto suele venir de parte de gente que ha participado del discurso de las bondades de la privatización de lo público. O en el mejor de los casos de personas que no han movido un dedo ni para quejarse de esa privatización. Pero eso sí, que no se le dé cobertura sanitaria al inmigrante, que se nos gasta.
            He leído incluso de un supuesto escritor serio cuyo nombre no quiero ni mencionar que, como somos todos tontos menos él, no nos hemos dado cuenta de que esto es un cambio de ciclo, que ha caído el imperio y penetran los bárbaros ante lo cual sólo debemos mirar por la ventana y esperar.

            Todo lo anterior alimenta un cuento perverso que va penetrando en la gente, sembrando dudas entre quienes pudieran sentir compasión hasta conseguir que la ciudadanía cierre los ojos y los oídos, que es lo mismo que cerrar el corazón, frente a esta tragedia y que se termine integrando el mantra de primero los de aquí, que nosotros somos antes y que el extranjero da miedo. Esa y no otra es la semilla del fascismo y esto sí que debería asustarnos.

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