sábado, 21 de enero de 2017

EL AGENTE NARANJA

EL AGENTE NARANJA


El agente naranja fue utilizado por EEUU contra Vietnam como parte de su programa de guerra química. Parece que con los restos que quedaron en algún laboratorio, han fabricado un presidente que puede tener parecidos efectos devastadores sobre el país y resto del mundo: Donald Trump, un orate rijoso y agresivo con escaso control sobre sus impulsos. Tendrá como vicepresidente a Mike Pence, tan conservador que más que un meapilas es un integrista religioso: niega la evolución y está encastillado en que el mundo fue creado por Dios, por su Dios, en siete días. Destaca por ser un activo luchador contra la homosexualidad y el aborto. Es más fácil comprender a los integristas musulmanes cuya única disciplina curricular consiste en aprenderse el Corán de memoria mientras se acunan maniáticamente. Qué atenuante para su cerrilismo puede aportar este hombre educado por el supuestamente moderno sistema educativo americano.

Por lo visto, Trump ha recogido la furia de los "angry white men". Veamos de qué se compone su ideario: supremacía del hombre blanco, consecuentemente racismo, machismo, homofobia, fascismo... Imposible que todo esto no recuerde al Ku Klux Klan , ese grupo que ni siquiera necesitó una palabra para definirse, les bastó una onomatopeya (Ku Klux Klan hace referencia al sonido de un rifle al armarse). Y en sus manos estará durante los próximos cuatro años el futuro de un país y su influencia sobre todo el planeta.

Su primera medida ha sido desmontar el Obamacare, el sistema de salud pública puesto  en marcha por el presidente saliente, porque  según Trump, la salud para quien se la pague. Esta medida afectará a millones de personas.  Los “angry white men” deben estar satisfechos, ignorantes como son de que la carencia de sistema de salud pública afecta por igual a aquellos cuyos votos han hecho a este energúmeno presidente.

El mundo es un lugar un poco más extraño, un poco más amenazador, un poco más inhumano desde de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Sus votantes han elegido el retorno del hombre anglosajón blanco al poder. Da la sensación de que no han votado a un hombre sino a un símbolo: el macho rígido e intolerante que dirige los destinos con mano dura, aunque se comporte como un payaso ridículo. Los videos en los que muestra su actitud irrespetuosa y/o agresiva hacia las mujeres seguramente no han hecho sino favorecerle porque completan el arquetipo simbólico. No es que haya ganado a pesar de ello, es que ha ganado entre otras cosas gracias a ello. Su joven, rubia y despampanante esposa contribuye a la imagen de potencia sexual que acompaña a ese modelo de poder.

Él, que tiene una mujer eslovena, aboga por un país sin inmigrantes, América precisamente, la nación cuyos únicos habitantes nativos están recluidos en reservas… Lo absurdo de su discurso también ha jugado a favor de inventario. Niega el cambio climático y la llegada a luna, manda a sus votantes el mensaje de que todos los demás políticos exageran y asustan para nada con la milonga esa de que nos estamos cargando el planeta. Les da, en fin, una esperanza insensata que nos pone a todos un poco más cerca del abismo, pero esperanza al fin y al cabo.

Los votantes querían un berraco, un semental, el gran cerdo que les condujera a la legendaria trufa blanca del antiguo y conservador ideal americano. Van servidos.



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