OJITO CON VOX
“Arriba España” ha sido trending topic el 20 de noviembre.
La moción de censura
fallida de Vox fue muy celebrada en redes como un retroceso de la caverna. Pero
ellos sabían que iba a ser fallida, no nos equivoquemos los demás. Y puesto que
parte del objetivo era por un lado distinguirse de la otra derecha (a lo que ha
contribuido el volantazo hacia el centro de Casado) y por otro demostrar a su
electorado que son capaces de actuar contra un gobierno social-comunista, la
moción cumplió su objetivo
Aunque la fragmentación de
la derecha nos pueda parecer una buena noticia, esta depuración de los
postulados ultras que detenta Vox puede ser una bomba de relojería en los
tiempos de crisis que estamos viviendo. Dicho de otro modo: no perdamos de
vista a Vox, sería un error infravalorar su potencial. Ellos lo tienen chupado.
Es fácil emitir para un electorado con escasa formación y por tanto carente de
capacidad crítica y de análisis. No hay burrada que no te vayan a celebrar, no
hay disparate, no hay bulo o fake que
no vayan a compartir alborozadamente. Cuanto más básico el mensaje y menos
elaborado, mejor se va recibir y con más rapidez se va a viralizar.
El núcleo duro de su
ideario es el racismo, que muchas veces no es más que aporofobia. En el miedo
al otro, en el odio al otro, canalizan toda la frustración de su electorado. En
Vox hay mucho cayetano y mucho pocholo cacerolo, capaz de protestar contra el
gobierno subido en un Porsche descapotable conducido por el chófer, pero no son
ellos la base electoral que les ha hecho alcanzar 52 escaños, su fuerza está en
un electorado con poca formación y carente de actitud reflexiva y crítica. Y
con esta base siempre es fácil crecer, máxime en tiempos de crisis.
A Vox solo le interesa el
poder, no la democracia, pero tienen los medios que da el dinero (comunicación,
influencias, infraestructuras) para convertir lo uno en lo otro, para convertir
la democracia en poder. Cuando la democracia se convierte en un mero juego de
dominación, que deja fuera el fair play
o cualquier tipo de ética que conlleva la atención y el entendimiento del otro
aunque estemos en desacuerdo, es cuando desembarca el fascismo con armas y bagajes.
Lo hemos podido ver con total claridad durante los cuatro años de legislatura
de Trump. El think tank de Vox se
llama Fundación Disenso; como su propio nombre indica están en contra de todo
por sistema, están en desacuerdo con todo aquello que fundamenta el respeto a
una vida en común y que debe incluir a personas con formas de expresión
diferentes, a personas de distinta extracción social, política, racial,
religiosa o sexual. Solo reconocen como ciudadanos de pleno derecho a quienes
son como ellos y piensan como ellos.
A la hora de votar, lo que somos y lo que
creemos ser es más importante que la defensa de nuestros intereses. Eso lo sabe
muy bien la derecha y aún mejor la extrema derecha. El mensaje que emiten le da
a su electorado una identidad, una casa donde se desarrolla lo que el votante
cree que es su esencia: español, blanco heterosexual, católico, superior a
cualquier otra raza o nacionalidad, superior a los pobres, superior a los
homosexuales. Da igual que el partido al que votan lesione gravemente sus
intereses porque lo que ofrece ese partido les conforta íntimamente, les da una
identidad y al mismo tiempo se convierte en vector que canaliza su miedo.
En estos tiempos tan
cambiantes donde la única seguridad es la incertidumbre, la tentación del
autoritarismo así como del identitarismo es muy elevada y ambas las provee Vox.
La suma de incertidumbre más crisis es el peor de los cócteles para la
democracia y en consecuencia, el mejor
escenario para partidos ultras. Toca hacer mucha pedagogía para contrarrestar
tanta taruguez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario