viernes, 9 de febrero de 2024

AHORA VAS Y LLORAS

AHORA VAS Y LLORAS

Cuando Mussolini puso en marcha el fascismo en Italia no estaba seguro de haber creado un partido o un ejército. Resultó ser las dos cosas, como leemos en el libro “M, el hijo del siglo”, de Antonio Scuratti. La violencia está en el ADN de la ideología de ultraderecha, en su génesis, en su razón de ser. Lo vemos en todas sus actitudes, en sus manifestaciones, en sus proclamas, en su puesta en escena, en su pasión por la estética militar.

Violencia verbal es lo que hay en las declaraciones de Abascal en Argentina, durante la toma de posesión de Milei, ese presidente con motosierra: “el pueblo querrá colgar por los pies a Pedro Sánchez” (y no sabemos si expresa una predicción o un deseo). Como ocurrió con Mussolini, al que paradójicamente, admiran. No nos molestemos en buscar coherencia en estas cabezas.

Violencia física es lo que hemos visto en la actuación de Ortega Smith en la Asamblea de Madrid frente al concejal de Más Madrid, Eduardo Rubiño. Una actitud de matonismo de patio de colegio: “ahora vas y lloras” dice después de arrojarle intimidatoriamente los papeles y la botella de agua. ¿Se ha disculpado? No, qué va, ha dicho que la botella estaba vacía, debe considerarlo un eximente. Por lo visto solo es reprobable si la botella está llena. Como dije antes, consideran que la coherencia está sobrevalorada.

Mussolini llegó al poder con relativamente pocos hombres, la marcha sobre Roma se hizo con varios miles de camisas negras, frente a un ejército italiano, una monarquía y un parlamento que no quisieron hacerles frente. Pensaban que una dosis de violencia vendría bien para contener al izquierdismo y que luego podrían controlar a ese perro de presa. No es necesario que recuerde cómo acabo aquella aventura. Lo que quiero decir con esto es que cuando se pone en marcha la violencia es muy difícil pararla porque sigue su propia lógica, siempre aspira a alcanzar el poder y termina por hacerlo porque esa es su condición. Es imprescindible eliminar la violencia desde la raíz, porque se extiende como la mala hierba.

Lo que hemos visto en la Asamblea de Madrid nos deja perplejos por muchos motivos, pero sobre todo porque su presidente, Borja Fanjul, ha quitado importancia al hecho renunciando a llamar siquiera al orden al agresor. Ortega Smith hubiera debido ser expulsado de inmediato. Así es como la política se enfrenta a la violencia, dejándola fuera de las instituciones. Pero no, Borja Fanjul ha considerado anecdótica esta actitud. El alcalde de Madrid, sin embargo, ha pedido su dimisión con toda legitimidad. Fanjul y Almeida han expresado una vez más la doble alma de un PP que gobierna con Vox.

Recordemos que el socialista Daniel Viondi, que protagonizó un vergonzoso altercado recientemente también en esta Asamblea al palmear en la cara a José Luis Martínez-Almeida, fue obligado a dimitir de inmediato, en cuestión de horas. Fue el propio Rubiño el primero en pedir su dimisión, por cierto. A Viondi no le quedó más remedio que entregar su acta. Y así es como se hace. 

Pero con Vox hay siempre hay una tremenda tolerancia, incluso con este Vox echado al monte desde su batacazo electoral: al ver reducido su peso político, incrementa su radicalismo, para compensar. Recordemos también que Ortega Smith ha protagonizado varios momentos lamentables: amenazar a un okupa en plan matón, grabar e increpar a la policía en las manifestaciones frente a Ferraz, llamar gallinas ponedoras a los políticos del PP porque no son lo suficientemente machotes: los hombres como dios manda reaccionan como él, actuando su ira, transformándola en violencia. Porque, no lo olvidemos, violencia y machismo viajan en el mismo tren. 

El problema en Italia no fue el partido fascista, el problema fue que todas las demás fuerzas políticas e institucionales le dejaron actuar libremente, en lugar de pararle los pies cuando aún se podía. Por eso, el PP debería distanciarse de esta extrema derecha tóxica y antediluviana que lo ha hecho rehén y a la que tiende a emular en sus postulados, creyendo que le podrá adelantar por la derecha. Ahí tenemos a Ayuso, haciendo campaña alegremente del “me gusta la fruta”, metáfora de un grave insulto dirigido al presidente del gobierno. No se les puede adelantar por la derecha, antes fagocitarán al PP, haciéndole abjurar de sus ideas (lo hemos visto en Macron, entregado a Le Pen en materia migratoria) como hicieron con María Guardiola en Extremadura. Sería terrible para el PP y una tragedia para toda la sociedad.

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/12/27/ahora-vas-lloras-96274632.html


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