lunes, 14 de abril de 2014

14 DE ABRIL

14 DE ABRIL
            Como bien sabemos, la historia la escriben los ganadores y cuentan exactamente lo que les da la gana. En el caso español siempre hemos oído, hemos asimilado, nos lo hemos creído e interiorizado del mismo modo que sabemos que el cielo es azul y el sol amarillo, la siguiente afirmación: en la guerra hubo dos bandos que se dieron de hostias hasta jartarse y uno ganó. Cosas que pasan. Tan malos fueron los unos como los otros. Vamos a olvidarnos de todo y pelillos a la mar. Muy simplificado, sí, pero esto es lo que hemos oído todos desde que se inventó la transición para acá. Antes de que la transición lo volviera todo tan sencillo que hasta el más tonto podía entenderlo, lo que se contaba era más o menos lo siguiente: estábamos nosotros tan tranquilos y entonces llegaron unos rojos y se liaron a quemar iglesias y violar monjas hasta que llegó un general de los bragaos y metió en la cárcel a todos los rojos que no habían huido a Rusia muertos de miedo.
             Pues no, no hubo ninguna equidistancia, no hubo dos bandos equiparables, no eran todos iguales, no se debe olvidar lo que pasó: que un gobierno legítimo fue derrocado por la fuerza con la alianza de la banca, la derecha y la bendición (qué bien viene aquí) de la iglesia,  la joven república fue desalojada y los militares sublevados llevaron a cabo un plan sistemático de eliminación  de todo aquel que no pensara parecido a ellos (a esto en otros países se le llama genocidio) y las instituciones derivadas de aquel gobierno ilegítimo, monarquía espuria incluida, llegan hasta nuestros días por la vía de una reconciliación muy rara donde los agraviados debían olvidar el agravio y no volver a acordarse de sus muertos nunca más. Si veis que exagero me dais un toque. Porque lo que yo quiero decir hoy es muy sencillo.

Yo hoy sólo quiero decir: ¡Viva la República!

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