miércoles, 14 de mayo de 2014

LO QUE NO NOS MERECEMOS

LO QUE NO NOS MERECEMOS
            Estos son los hechos: una votante y miembro de la lista del PP por Astorga, junto con su madre, matan a tiros a una dirigente del PP de León. El padre y marido de las homicidas es un alto cargo de la policía en León, de modo que el acceso a las armas no era difícil. Víctima y asesina habían tenido relación laboral. El hecho parece una venganza personal.
            Todo sucede en un ámbito endogámico, cerrado, donde no entra el aire de la calle, como en “El ángel exterminador” de Buñuel. Y sin embargo por las cosas que leemos y escuchamos pareciera que el asesinato ha  sido inspirado por Ada Colau, por los escraches y por las protestas en la calle ante esta estafa que llaman crisis. Repito, el hecho se enmarca dentro del PP más rancio, provinciano y caciquil. Pero ese PP divorciado de la calle, con la cual su presidente sólo se relaciona a través de plasma, al parecer es inspirado por esa misma calle, pero sólo para los asesinatos.  La tergiversación de la realidad adquiere dimensiones de absurdo total, de surrealismo desbordado. Y una que cree haber agotado la capacidad de sorpresa se ve de nuevo rebasada por tanta infamia, ante tal retorcimiento de unos hechos que están ahí y que son, quiérase o no, insoslayables. Esto no nos lo merecemos.
            Han asesinado a una persona. Nadie merece ser ejecutado, independientemente de las circunstancias, al menos eso pensamos las personas que estamos en contra de la pena de muerte. Si era corrupta, si se comportaba como una cacique fascista, si era arrogante y caprichosa, es irrelevante porque nadie merece la muerte. Si tal era su comportamiento lo que merecía era ser juzgada. Pero desde luego no merecía ser asesinada, no, nunca, bajo ningún concepto, jamás es aceptable, jamás, jamás, jamás. Así que no comprendo a esa panda de descerebrados twiteros que lo celebran. ¿Pero quién es tan miserable que pueda celebrar la muerte de otra persona? No nos merecemos estos conciudadanos. No nos los merecemos.
            Ciertos políticos y ciertos periodistas, al hilo de lo anterior, piden que se censure Twitter. La celebración de un asesinato es una burrada. Pero ¿la solución es taparles la boca?, ¿taparnos la boca a todos?, ¿a los que pensamos que es una burrada también?, ¿a los que celebran la muerte de inmigrantes en Melilla también?, ¿cómo le tapas la boca al personal? Y sobre todo ¿a quién?, ¿cuál es el criterio? No nos merecemos estos periodistas ni estos políticos. No nos los merecemos.
            Cuando se pase la polvareda que deja su asesinato se verá, se está viendo ya, que la finada (como decían los antiguos) era una cacique con un carácter terrible, un auténtico Júpiter tonante hecho mujer. Y que ejercía ese poder a su antojo en ese pequeño reino de taifas que es y que era León, pero no sólo León. Era una cacique en toda la extensión de la palabra, como tantos otros, como Fabra, como Mari Antonia Munar. Y nos quedamos con la constatación cierta y palpable de que nos gobiernan caciques a su capricho y conveniencia, caciques a los que hemos dado una coartada de legalidad ya que les hemos votado alegremente en la fiesta de la democracia. ¿Nos lo merecemos?
            Nos queda la certeza de que la difunta era una mujer respetada por temida, odiada, que gobernaba para su propio beneficio y que sin embargo había sido elegida por las urnas. Al final, el asesinato quedará como un suceso terrible pero anecdótico pues como ciudadanía nunca podremos evitar que a alguien se le vaya la cabeza y le pegue dos otros tiros a otra persona. Lo que no es anecdótico y  sí podemos evitar como ciudadanía es que nos gobiernen caciques a su capricho y con la bendición de haber sido elegidos democráticamente porque si no lo evitamos entonces sí que nos mereceremos lo que nos pase.


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