domingo, 17 de agosto de 2014

AVALANCHA DE INMIGRACIÓN EN ÁFRICA

Avalancha de inmigración en África

Una joven abogada termina la carrera y hace un máster. En el evento de clausura del máster, su mentor les anima a ir a trabajar a cualquier país del África Subsahariana porque África, dice, es un continente de posibilidades económicas y de promoción para los europeos, para los occidentales. Está claro que no para los africanos.

Esto quiere decir que un nutrido grupo de jóvenes abogados de éste y otros másters desembarcará en Africa en breve, están desembarcando ya, cada día. No, no los veremos sentados sobre la valla de Melilla, no terminarán en CIEs, no cruzarán en patera, no acabarán en el fondo del mar golpeados por pelotas de goma, no los hostigará la policía marroquí.  Llegarán en vuelos regulares, aterrizarán en los aeropuertos de Dakar, de Niamey, de Malabo, con su maleta, su bisoñez y su joven ambición. Gestionarán  los despachos legales de empresas españolas, dedicadas a la pesca, a la minería, al turismo… cuyos ingresos irán  a parar a Europa o a paraísos fiscales. Esta ola de inmigración no es calificada como ilegal,  no sale en los periódicos, no alarma a la población, no obliga a tomar medidas policiales ni es objeto de devoluciones en caliente. Pero así es como continúa el antiguo expolio del bello continente africano. Así ha sido desde que en el siglo XVI se comenzara a comerciar con esclavos y en el XIX  el reparto colonial europeo globalizara el robo. Así ha sido, así sigue siendo. Así continuará al menos una generación más. Mientras los jóvenes europeos se preparan para trabajar en alguna exótica ciudad de África, los  jóvenes africanos mueren en el Estrecho o son perseguidos y encerrados: es la diferencia cualitativa entre la juventud de ambos continentes, lo que supone emigrar para los unos y para los otros. 

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