jueves, 21 de agosto de 2014

ICE BUCKET & BREAKING BAD

ICE BUCKET & BREAKING BAD

Cada vez que veo a uno de esos famosos echándose un cubo de agua fría por encima me da un escalofrío. Y no, el escalofrío no es por el agua fría. Es porque la pseudo altruista iniciativa me parece, no sé, como la hucha del Domund. Para luchar contra la E.L.A., y contra el cáncer y contra el hambre y contra lo que sea, hace falta menos puesta en escena y más solidaridad, menos miracómomemojo y más refuerzo de la sanidad pública, en este caso. Me espeluzna, no lo puedo remediar, ver a Raquel Bollo remojándose glamurosamente mientras pide que se remoje a continuación uno de Gandía Shore, por ejemplo. Pero no por ellos, pobres marionetas de un circo infame, si no por la banalización del sentido de la solidaridad que supone esta chufa que ha cruzado fronteras en plan viral: verano, el famoseo se quita la camiseta si son chicos, se la dejan puesta si son chicas, y se echan un cubo de agua fresquita por encima, un sueño húmedo para los fans. Y encima veraniego y refrescante. Qué pedazo de idea. Sí, hostia, pero no llaméis a esto solidaridad ni altruismo. Es pura frivolidad de la peor, disfrazada de algo bueno y profundo. Quedaos en la frivolidad, que es lo vuestro, que sirve para lo que sirve, para entretener y anestesiar mentes, pero por favor, no finjáis que tenéis una conciencia con cosas como ésta. Y si es verdad que tienen conciencia, yo hago una propuesta, llamadme extravagante: que los famosos se dejen de ice bucket, que paguen sus impuestos religiosamente y que la sanidad pública gestione la investigación contra la E.L.A.

Y siguiendo con mi costumbre de mezclar cosas que no tienen nada que ver entre sí, estoy viendo ahora la serie Breaking Bad. Mafia, asesinatos, tráfico de drogas, cadáveres zambullidos en ácido, explosiones, armas… Y para mí, de todo lo que veo en esta serie, lo que encuentro más perverso con diferencia es el hecho de que una persona con cáncer se tenga que enfrentar al mismo tiempo a la angustia de su enfermedad y a la angustia de no poder hacer frente a la factura del hospital. De eso va la serie. La perversión es la naturalidad con que se narra que no está garantizado un derecho humano que debe ser inalienable: el derecho a la atención médica. La perversión es ver a ese pobre hombre firmar un cheque justo al terminar la sesión de quimio y que la enfermera-cajera le pregunte: ¿volverá Usted el lunes?, y que la pregunta verdadera sea: ¿tiene Usted dinero para pagarse la siguiente sesión, la del lunes? Será que me he vuelto retorcida, pero a mí eso me parece perverso.

Por cierto, ¿os imagináis a Walter White echándose por encima un ice bucket? Pues eso.


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