viernes, 27 de septiembre de 2013

LA TRANSICIÓN II

LA TRANSICIÓN II
Que en la transición se hizo lo que se pudo, sí. Que se actuó con más miedo que ideas, desde luego. Que qué hubiéramos hecho nosotros en aquella situación, no lo sé. Comprendemos que con miedo en el corazón la cabeza no toma buenas decisiones. Comprendemos que fue un momento convulso. Comprendemos que había que hacer concesiones. Pero que no nos vengan con que se hizo lo que se hizo y no hay que darle más vueltas, que sí que hay que darle vueltas y muchas, porque de aquel momento histórico derivaron situaciones que ahora no nos convencen, y como no nos convencen tenemos el derecho, el deber y la obligación de cambiarlas.
Empezando por la Monarquía, bastante terreno se cedió ya en su momento como para permitir ahora que nos la vuelvan a colar aceptando una abdicación y una sucesión que ni siquiera está prevista a nivel orgánico. No permitamos pasar de monarquía por miedo a dinastía por dejadez, significaría que nos valoramos muy poco como pueblo soberano.
Siguiendo por la Constitución: ¿cómo que no se puede cambiar?, ¿por qué no se va a poder cambiar un contrato de convivencia si cambian las variables o simplemente nos da la gana?, ¿no se cambió con nocturnidad y alevosía para hacernos pagar una deuda ilegítima?  El lenguaje no es inocente, nunca lo es pero menos aún a nivel político. La Constitución ¿os habéis preguntado alguna vez porque tuvo padres y no redactores? Porque a un padre se le debe respeto y obediencia, a un redactor no.
Continuando por la ley electoral, diseñada para que se vayan pasando el testigo de tramo en tramo los dos partidos mayoritarios y para que la franja de discusión política no exceda el marco de lo denominado políticamente correcto. Y quedamos mucha pero que mucha gente fuera de esa estrecha franja que sólo da para discutir aborto sí, aborto no, matrimonio homosexual, paridad, ministerio de Igualdad… y donde no se pueden poner en cuestión los temas económicos, en estos temas los partidos mayoritarios están de acuerdo antes de empezar, y es la economía la que diseña nuestra vida, no lo olvidemos. Los partidos mayoritarios han decidido que vivamos en una casa y discuten sobre el color de las cortinas: yo las quiero rojas, pues yo las quiero azules. Pues no señores, yo lo que no quiero es vivir en esta casa, ni siquiera en este barrio. Mi nivel, nuestro nivel de discusión es mucho más amplio, pero el marco legal e institucional no lo permite.
Y sigamos con la memoria histórica. Qué desmemoriados quieren que seamos, quieren que nos dejemos  a nuestros muertos en las cunetas, como si fueran muertos de nadie. Cómo que ya ha pasado mucho tiempo y para qué vamos a volver sobre algo doloroso. Pues para resolverlo, para eso. Y no dejar que la impunidad siga campando a sus anchas. Del dolor no te recuperas si no lo miras de frente. Y hay mucha gente a la que no permitieron volver la vista hacia su dolor. Y eso sí que debe doler. Dolor sobre dolor. Dolor de tener a tus muertos en una fosa común. Y dolor de que una especie de consenso  sobre lo que nos debe preocupar y lo que no, no te permita expresar, gritar ese dolor.

Ya está bien, hombre.

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