jueves, 12 de diciembre de 2013

POBRES EMERGENTES

POBRES EMERGENTES

Voy a completar el título: pobres emergentes en un país en vías de subdesarrollo.

Antes existían los pobres institucionalizados: el viejecico que pide en la esquina, el grupo de familias gitanas (siempre creciendo, siempre criando una criatura más), el indigente conocido. Formaban parte del paisaje urbano como la casa medio en ruinas o el basurero a la orilla de la carretera. Y nos habíamos acostumbrado quizás, igual que te acostumbras al desconchón de la pared. Se trataba de un grupo instalado en la marginalidad, viviendo siempre en la cuneta de la sociedad, alimentándose de las sobras. Y con antes quiero decir antes de que nos cayera encima el cielo en forma de estafa que otros llaman crisis.
Ahora vemos además lo que podríamos denominar como pobres emergentes. Y nada más lejos de mi intención que frivolizar. Son la pareja con niño que se han quedado sin trabajo los dos y, ay señor, cómo van a criar a esa criatura, el parado de 50 años y ahora encima la mujer también en paro, de qué vivirán, el vecino, albañil toda la vida que no puede pagar la hipoteca y ahora le quitan la casa, los desconocidos que vemos a veces rebuscando en el contenedor de basura y volvemos la cara… Y la respuesta institucional es más de lo mismo (incluso leí a un espabilao decir que había que dar “mejor” de lo mismo). Y ya si se ponen sofisticados, a lo más que llegan es a poner a disposición de todos la caridad y la lotería. Sin olvidarnos de rezar, claro, que también ayuda.

Vi la foto en una revista de contenido social: una viejecica sentada en un portal tapándose la cara y el pie de foto “¡qué vergüenza ser pobre!”. Sí, ser pobre es una vergüenza. La pobreza en general suscita a nivel superficial, pena y a nivel profundo, rechazo. El pobre es culpabilizado, avergonzado y finalmente perseguido, porque, ¿qué es si no toda esa actitud de rechazo hacia el inmigrante más que persecución y relegamiento o reclusión de la pobreza? Y pensábamos que la ley de vagos y maleantes era de otra época…

Los pobres siempre son sospechosos de algo: de ser vagos, de querer robar, de estar fuera de la ley…Por eso se dice “pobre pero honrado” como si pobre y honrado fueran términos mutuamente excluyentes, como si el oxímoron de verdad no fuera “rico pero honrado”. En EEEUU es aún peor, allí a los pobres se les llama losers, perdedores, dando por hecho que en la carrera de la vida partimos todos desde el mismo punto, añadiendo así  dolor y culpa a la exclusión social, mientras se premia la figura del selfmade man, que saliendo del arroyo ha llegado a lo más alto de la cima social, mitificando el emprendimiento, que no es que me parezca mal (cómo me va a parecer mal si soy empresaria) pero sí me parece mal ese matiz de si estás en el arroyo es por tu culpa, algo habrás hecho o dejado de hacer. El sistema que te aparta te hace al mismo tiempo culpable de estar apartado, el sistema que golpea te hace culpable de ser golpeado. El pobre asume la culpa igual que la asume la mujer maltratada, igual que la asume la víctima de la violación. El depredador es absuelto, la víctima es culpabilizada. Se cierra el círculo.


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