jueves, 30 de octubre de 2014

CON UN PUTO TROQUEL...

CON UN PUTO TROQUEL…

¿Será por motivos para indignarnos?: el caminico a Suiza no cría yerba, hemos perdido la cuenta de los canallas que hay imputados, el gobierno (sede del sindicato del crimen) se ríe en nuestra trompa diciéndonos que están luchando a brazo partido contra la corrupción… Si esto fuera un cómic el conflicto se solucionaba dibujando rejas a Génova y borrando los bancos suizos. Y encima, encima, vemos que el personal que nos roba a espuertas no son más que el tonto del pueblo con corbata, eso sí, con muy buenos contactos y muy mala entraña, que es lo que se precisa para este oficio, por lo visto. Porque ninguno de estos terroristas de lo público, ninguno de éstos que están dejando la res publica como una vaca famélica, ninguno es precisamente, pongamos, George Clooney en Ocean’s Eleven. Ni siquiera son imaginativos, todos aplican un puto troquel para robar: hay un único sistema para desfondar un heredamiento regante, una comunidad autónoma o la nación propiamente dicha. El modus operandi es el mismo todo el tiempo: desembarcan en las instituciones por la vía electoral, cuando no por triquiñuelas pseudo democráticas, y como carroñeros con aroma a Chanel, se comen en el lugar del crimen todo lo que pueden en forma de tarjetas de representación, black o lo que sea, con las que proceden a consumir joyas, gambas, hoteles, viajes, vinos, coca y putas, como si no hubiera un mañana. Posteriormente y sin ningún remordimiento, descuartizan el animal ya sea ayuntamiento, hospital, empresa municipal de basuras…  y venden los despojos por piezas a otros carroñeros del sector, vía empresas amigas, cuñadas o primas. Finalmente, una vez que del animal ya sólo queda la pelleja y las pezuñas, dicen que lo público no es rentable y que hay que privatizarlo para que dé beneficios. Y vuelven las  empresas amigas, cuñadas o primas, pujan y se lo compran por cuatro duros. Y así hasta el acabamiento de lo que entre todos hemos construido. Y esto lo hace cualquier atontado con pluma Montblanc y traje caro. ¿Por qué? Pues porque les hemos votado una y otra vez en una complicada maraña de engaño y autoengaño. Dice un proverbio árabe que la primera vez que te engañan la culpa es del otro, la segunda y siguientes la culpa es tuya. Por lo tanto, sí, hemos sido víctimas de un fraude masivo, pero ha habido un momento en ese proceso en el que todos nosotros hemos sido cómplices necesarios. Hagámonos conscientes de este hecho y vaciemos de una buena vez las instituciones públicas de delincuentes encorbatados. Todo indica que PODEMOS estar yendo en la dirección correcta.

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