sábado, 11 de octubre de 2014

EL MISIONERO

EL MISIONERO

El misionero  realiza una gran, entregada labor: cuidar de personas que están en penosas circunstancias, contribuir a quitarles hambre y enfermedad. Para mi gusto, llamadme retorcida, tal vez deberían hacer esto mismo sin intentar en contrapartida cambiar sus mentes y sus espíritus, sería más altruista y no tendría aspecto de soborno o chantaje. Pero, en fin, reconocemos que es una generosa labor. Claro que, si estos religiosos y religiosas sirven (además de a su congregación, no lo olvidemos) a población pobre y enferma, ¿por qué salen huyendo cuando hay una epidemia?, ¿lo realmente altruista no sería pedir que los gobiernos mandaran ayuda in situ, que contribuyera a curar a todos por igual, haciendo bueno aquello de que todos somos hijos e hijas de Dios y no salir de najas en plan mariquita el último en cuanto la cosa se pone fea? Y sin embargo se da por bueno repatriar al misionero que es la figura destacada en este caos (quería escribir caso…) y a los negros que les vayan dando, que son muchos y a quién le importa que se mueran a racimos. Pues nada, nos traemos corriendo al religioso porque este gobierno  es rehén de la Conferencia Episcopal y los curas ponen el palico y el gobierno se sube, aunque con ello ponga en riesgo de contagio a todo un continente. Lo destacable aquí es cómo se lleva a cabo la repatriación en un auténtico y genuino ejercicio de chapuza cañí disfrazada de procedimiento futurista que lo flipas, que así parecido lo he visto yo en una peli americana. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza porque para ello habría que tener vergüenza y no tienen, cara sí. En la repatriación del misionero está Torrente 5, con su rima y todo. Y ahora hay una enfermera contagiada. Culpa de la enfermera, desde luego, que se hubiera metido a maestra. Por lo visto, esta taimada enfermera que se presentó voluntaria a cuidar al misionero y sin intentar que éste cambiara su opción espiritual ni nada, se ha contagiado por no saber quitarse el traje a pesar de haber recibido un exhaustivo cursillo de quince largos minutos y encima ocultó que había estado en contacto con un enfermo de ébola en un claro intento por morirse para quitarle votos al PP. Esta gestión chapucera con todas sus ramificaciones, perro incluido, demuestra cosas que, como mínimo, desasosiegan al personal: la primera y principal es constatar que aquí lo que se pretende no es acabar con la enfermedad, si así fuera hubieran invertido en enviar un contingente al país exportador del virus para curar a todo el mundo, no sólo a los europeos, que los negros también son personas, a ver si se nos mete en la cabeza. Con lo cual, la única conclusión posible es que la consigna deber ser extender la enfermedad, ellos sabrán por qué. En este caso: bravo campeones, así se hace.

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