viernes, 3 de octubre de 2014

TARJETAS FANTASMA

TARJETAS FANTASMAS
He llegado tarde, están ya todos los chistes cogidos:
-        TarJETAS: esto se venía venir, el sustantivo ya nos está dando pistas.
-       Quién no se ha ido un fin de semana y de que ha echao mano se había pulido 15 millones. Le pasa a cualquiera
-       Estos payos se van de hoteles caros, vino de marca, tías buenas… y las fantasmas son las tarjetas. Ya.
Pero si nos ponemos serios, si nos  ponemos serios de verdad, se nos abre la navaja en el bolsillo. A mí me pasa y me da miedo. Es lo que menos me gusta de todo este potaje de sentimientos que se componen de rabia, frustración, decepción, asco… Y ganas de tundir a hostias a alguno, el que sea, el que más cara de chorizo tenga, el que más dinero se haya ventilado. O directamente a Martínez-Pujalte del PP, para quien, al parecer, todo esto se sabía ergo es normal ergo no es delito, qué va a ser delito pulirse los dineros públicos, hombre, pa eso están, en qué país vivimos, tener que aguantar que la gente pregunte por los gastos en sus cosicas de directivos, ejecutivos, políticos, jefes de patronal, jefes de sindicatos y cabrones procedentes de diversas ganaderías. Andar y meteros en vuestras cosas, desgraciados. Y poned vuestra atención en lo que realmente importa: que el de la coleta es un bolivariano, que los inmigrantes os quitan los trabajos y que se va a romper España, y vosotros ahí, venga a preguntar que dónde han ido a parar unas decenas de millones de euros. Por qué poco os sofocáis, y es que sois unos miserables muertos de hambre. Quién os va a dar a vosotros una de esas tarjetas que tanto molan. Hatajo de envidiosos.
            Pero se les ve en la cara. De verdad, no me digáis que no se lo veis en esas caras de sinvergüenzas satisfechos, amplias sonrisas de labios apretados mientras se abrazan con sonoras palmadas viriles en la espalda para celebrar (en imágenes de archivo) la fructífera trayectoria de SU banco. Y ahí es donde me sube la bilis al galillo y las ganas desnudas de partirles la puta cara a hostias. Y ahí es donde me empieza el miedo a mi propia reacción. Nos reímos con los chistes de las tarjetas fantasma, pero esto hace tiempo que dejo de tener asomo de gracia.


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