viernes, 8 de mayo de 2015

GORMITI

Gormiti
El ser humano es un animal político, un zoon politikón. Yo percibo que de unos años y sobre todo unos  meses  a esta parte, estamos más zoon politikón que nunca. Lo cual es estupendo, pero...
Cuando mi hijo Juanito tenía cinco, seis, siete años jugaba con los Gormiti, unos muñequitos de plástico de unos seis centímetros de altura  y que se dividían en cuatro ámbitos: los defensores del agua, los defensores del bosque, los defensores del volcán y los defensores del aire. A veces defendían sólo su parcela y otras se unían para defender las de los compañeros. Primaba la solidaridad y el apoyo mutuo, a pesar de las diferencias. Veo que en Murcia, e imagino que será igual en otras ciudades, las distintas luchas sociales se apoyan entre sí, como no podía ser de otro modo. Ayer salimos todos a manifestarnos  con los gormiti de la marea blanca. Mañana vamos con los gormiti de Huermur a defender la huerta. Estuvimos en una charla de mujeres gormiti y poder. Asisto a un taller de gormiti literarios. Y todo eso está muy bien. Lo que pasa es que, igual que en el juego de mi hijo, somos el mismo puñado de muñequitos en todas las actividades, como piezas intercambiables: nos mezclamos, hablamos, compartimos, aprendemos, reivindicamos. Pero me pregunto si no serán acciones solamente inter nos. Me hubiera gustado que los gormiti hubieran interactuado con las barbies, con Mister  Potato, con los puzzles, con las naves de Star Wars, en lugar de, terminado el juego, volver a su lugar en la estantería. Como también me gustaría saber si a la mamá que va a recoger sus niñas al cole a la misma hora que yo, al señor que trabaja en la gasolinera, a mi vecina de al lado, a mi primo, les llega algo de este caldo sociocultural gormiti. O si nos quedamos en nuestra caja de zapatos todos los muñequitos de bosque, aire, agua y volcán, y el resto de juguetes de la habitación no se entera de nada. Me lo pregunto.


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